El retiro de Pepe de Bilbao
Los vecinos de Amedo en Lugo no recuerdan si asisti¨® al entierro de su abuela
La sorprendente coartada esgrimida por el polic¨ªa Jos¨¦ Amedo en la primera jornada del juicio contra ¨¦l ha sembrado de dudas a los vecinos de Cerceda (Lugo), su aldea natal. Casi nadie, excepto sus familiares, recuerda si Pepe de Bilbao, nombre con el que Amedo es conocido en el pueblo, asisti¨®, como ¨¦l mantiene, al entierro de su abuela el 13 de febrero de 1976, el mismo d¨ªa que los GAL atentaban contra el bar La Consolation, en San Juan de Luz. Acompa?ado por alguna mujer o por su compa?ero Miguel Dom¨ªnguez, Amedo visitaba a menudo la aldea, donde es apreciado por los vecinos. Su padre tambi¨¦n goza de buen cartel en Lugo, aunque un conocido suyo explica: "Ese t¨ªo naci¨® con una pistola".
"Tuvo que venir. ?C¨®mo no iba a venir con lo que quer¨ªa a su abuela? Estuvieron todos los nietos. Pero yo no recuerdo si lo vi o no. Hab¨ªa demasiada gente". La respuesta de los vecinos de Cerceda que asistieron al concurrido entierro de Pilar Lamas, la abuela de Amedo, es invariable.Algunos medios informativos gallegos han reproducido declaraciones de personas que aseguran haber dado el p¨¦same ese d¨ªa la Pepe de Bilbao, pero ninguno de los m¨¢s de 20 testimonios recogidos por este peri¨®dico entre vecinos que viven a escasos metros de la casa familiar de Amedo apoya con claridad la coartada del polic¨ªa. Nadie afirma rotundamente que le vio, ni siquiera el sacerdote que ofici¨® la ceremonia.
Juan Fouce, el hermano de la madre de Amedo, que reside en el caser¨®n de piedra donde naci¨® el polic¨ªa, asegura mal encarado: "Estuvo, claro que estuvo". El labrador, para quien el letrado de la acci¨®n popular en el juicio, Fernando Salas, es "un abogado de ETA", y los periodistas, "unos buitres carro?eros", no sabe precisar qu¨¦ d¨ªa lleg¨® Amedo a la aldea y cuando regres¨® a Bilbao.
En la ronda de las Mercedes, la calle de Lugo donde viven los padres del polic¨ªa y alg¨²n buen amigo del presunto organizador de los GAL, tampoco se recuerda haberle visto el d¨ªa del atentado contra el bar Lit Consolation. Amedo nunca hab¨ªa citado su asistencia al entierro hasta la primera jornada del juicio, el pasado rnartes.
La imagen del triunfador
Cerceda es una peque?a aldea de labradores del municipio de O Corgo, situada a urios 20 kil¨®metros de Lugo, donde las grandes casas cle piedra se agolpan junto a las numerosas viviendas abandonadas o convertidas en establos. Los ancianos, recurren a la eterna ¨ªamentaci¨®n: "Aqu¨ª s¨®lo quedamos los viejos". La mayor¨ªa diecidi¨® emigrar hace muchos a?os, entre ellos el matrimonio Amedo Fotice, que acab¨® recalando en Bilbao, donde el padre del agente se jubil¨® como comisario de polic¨ªa.
Amedo vivi¨® los primeros a?os de su vida entre vacas y recios agricultores, que le recuerda como un chico normal, quiz¨¢s un tanto reservado, que quer¨ªa ser piloto de aviaci¨®n. Mucho tiempo despu¨¦s regresar¨ªa convertido en Pepe de Bilbao, un policia que hab¨ªa triunfado en la vida y llamaba la atenci¨®n de sus vecinos por la rapidez con que cambiaba de acompa?antes femeninas. "Es muy mujeriego", dice con orgullo su t¨ªo Juan Fouce, "pero bueno, para algo estaba soltero".
Desde que sus padres regresaron a Lugo, Amedo visitaba con frecuencia la aldea. En Cerceda se le aprecia como un hombre "estudiado" -sol¨ªa andar cargado de peri¨®dicos-, amable y sencillo en el trato, quien aunque no manten¨ªa estrechas relaciones de amistad con nadie charlaba a menudo con todos los vecinos.
No sol¨ªa faltar nunca a la fiesta en honor de san Pedro, patrono de la aldea. Ese d¨ªa se reun¨ªa en casa con toda la familia y luego se acercaba hasta la cantina o a los chiringuitos de la romeria. Comer trucha o conejo y echar partidas de cartas eran otros de los pasatiempos favoritos de Amedo en su retiro gallego. Su t¨ªo recuerda que sus acompa?antes no eran siempre femeninos. En una ocasi¨®n viaj¨® con ¨¦l Michel Dom¨ªnguez y "un tipo que hab¨ªa sido manager de Urt¨¢in".
El polic¨ªa tampoco olvidaba otra clase de esparcimientos. Con su padre, apasionado de las armas de fuego, participaba en pr¨¢cticas de tiro en un local de Lugo o en fincas de Cerceda, donde fue visto por diversas personas.
En los ¨²ltimos a?os, las visitas de Amedo a Galicia eran cada vez m¨¢s frecuentes, a veces con una periodicidad casi mensual, seg¨²n uno de sus mejores amigos de Lugo, todav¨ªa perplejo "ante la imagen que se est¨¢ dando de Pepe, tan distinta a la que conocemos aqu¨ª". Parece q ue en alguno de estos viajes tambi¨¦n le acompa?¨® Dominguez.
La ¨²ltima fiesta
La ¨²ltima vez que Amedo estuvo en Lugo fue a comienzos del verano de 1988, unos d¨ªas antes de ingresar en prisi¨®n. Tras asistir el 29 de junio a la habitual cita festiva en Cerceda, el 7 de Julio todav¨ªa se encontraba en casa de sus padres en Lugo. Esa noche baj¨® a tomar "unas consumiciones" a un restaurante del barrio y se encontr¨® con una cena organizada con la Federaci¨®n Gallega de Nataci¨®n.
Aparentemente tranquilo, Amedo se uni¨® a la celebraci¨®n y hasta las cuatro de la madrugada comparti¨® mesa con el entonces alcalde de la ciudad, Vicente Quiroga, mientras los asistentes no cesaban de contar chistes. Entre ellos se encontraba un grupo de periodistas, a los que el subcomisario accedi¨® a hacer unas breves declaraciones. S¨®lo pareci¨® enfadarse cuando le hicieron una fotograf¨ªa, que rog¨® que no se publicase pues en ella sal¨ªa tambi¨¦n el due?o del restaurante.
Debi¨® de ser su ¨²ltima juerga, porque seis d¨ªas m¨¢s tarde ingresaba en la c¨¢rcel por orden del juez Baltasar Garz¨®n. Desde entonces, Amedo es ya en Cerceda algo m¨¢s que Pepe de Bilbao. "Aqu¨ª siempre fue un buen hombre", reflexiona una vecina, "pero lo que hizo por all¨ª adelante yo no lo puedo decir. Aunque a nosotros no nos molestase, ese mundo ya sabe usted que es otra cosa".
"Conf¨ªo en la objetividad de la justicia"
Jos¨¦ Ram¨®n Arnedo, de 73 a?os, comisario de policia jubilado, entra en la cantina que tiene el ¨²nico tel¨¦fono p¨²blico de Cerceda. El establecirmiento, se ha convertido en los ¨²ltimos d¨ªas en un improvisado centro de prensa para los numerosos informadores que acuden a la aldea.El padre de Jos¨¦ Amedo saluda efusivamente y ele inmediato pregunta a la propietaria del bar: "?Ha habido mucho l¨ªo hoy?". "Pues mire ¨¦stos son los primeros", contesta la mujer se?alando a los periodistas. El polic¨ªa jubilado frunce el ce?o y, pide una t¨®nica.
Con amabilidad, el padre de Amedo explica que no quiere hacer declaraciones: "Usted comprender¨¢ c¨®mo nos encontramos. ?C¨®mo estar¨ªa usted en mi lugar?". La insistencia del periodista logra arrancar al ex polic¨ªa algunos comentarios: "Yo creo que es un montaje de alguna organizacl¨®n. Y no quiero decir m¨¢s. S¨®lo conf¨ªo en la objetividad de la justicia".
Jos¨¦ Ram¨®n Amedo afirma que sigue el proceso a su hijo por televisi¨®n y se?ala que le vio por ¨²ltima vez hace unos 15 d¨ªas. "Esperaba el juicio como un tr¨¢mite m¨¢s que hay que pasar". El ex comisario corta entonces la conversaci¨®n y comienza a exponer sus ideas sobre los medios de comunicaci¨®n: "Yo entiendo que ustedes tienen que vivir de algo y llevarles cosas a sus peri¨®dicos, porque si no sus patronos se enfadan. Pero siempre lo tergiversan todo. Toman nota y luego no saben ni lo que escriben".
La afici¨®n de Jos¨¦ Ram¨®n Amedo por las armas ha sido una constante toda su vida. A¨²n hoy es presidente de la Federaci¨®n de Tiro de Lugo y a menudo ha actuado como perito bal¨ªstico en algunos juicios. Quienes le conocen dicen que est¨¢ mucho m¨¢s afectado de lo que aparenta por la situaci¨®n de su hijo. Su esposa, quien padece una dolencia en la columna vertebral, apenas sale de casa, ni siquiera para ir a Cerceda, adonde Jos¨¦ Ram¨®n Amedo acude casi todos los d¨ªas.
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