Armas para todos
El armamento de serbios y croatas amenaza con desembocar en la violencia organizada
Un viejo Fiat 125 rojo, matr¨ªcula alemana de Dortmund, se acerca a alta velocidad a la terraza de la ¨²nica taberna de Stari Jankovci, una aldea de Eslavonia, Croacia oriental. Un fuerte frenazo, chirriar de ruedas, las cuatro puertas se abren simult¨¢neamente y del coche comprado en la cuenca del Ruhr descienden otros tantos j¨®venes, uno con una camiseta multicolor, otro con un anorak, dos con chalecos militares, todos con un Kal¨¢shrilkov AK-47 en la mano.
"?Qui¨¦nes son ¨¦stos. Qu¨¦ hacen aqu¨ª con matr¨ªcula de Belgrado?", preguntan a los milicianos croatas que minutos antes hab¨ªan obligado a parar al autom¨®vil de alquiler de los tres periodistas. S¨®lo uno de los miembros del control lleva uniforme de la polic¨ªa regular croata. Otro viste un mono azul que, con las pobres botas que calza y el fusil Zastava al hombro, le hace parecer un miliciano de la guerra civil espa?ola.Otro par de hombres toman el sol en la terraza y observan con curiosidad a los extranjeros. En la fachada del bar, una docena de impactos de bala demuestran que, en esta conflictiva regi¨®n de Croacia, un mosaico de aldeas serbias y croatas, las armas no s¨®lo se muestran. Tambi¨¦n se usan.
Tras controlar la documentaci¨®n de los periodistas, llega el inevitable momento de la propaganda y la advertencia. "Est¨¢n ustedes locos al circular por aqu¨ª con un coche de Belgrado. Les puede disparar alg¨²n croata que crea que traen ustedes armas para los terroristas y los serbios. All¨ª, en Mirkovci, disparan a todo lo que se mueve. No est¨¢ esta zona para bromas", concluye un barbudo de poco m¨¢s de veinte a?os mientras bascula el Kal¨¢shnikov en la derecha.
"?Que de d¨®nde salieron estas armas? De todas partes, muchas son particulares, otras son de la reserva de la milicia croata. Estamos armados para repeler cualquier intento de invasi¨®n serbia. Toda la naci¨®n croata se defender¨¢, aunque vengan con el ej¨¦rcito", sentencia.
El ej¨¦rcito se halla muy cerca de Stari Janovci, en esta bella regi¨®n de Eslavonia, que ya est¨¢ alzada en armas. El conflicto ¨¦tnico entre croatas y serbios que amenaza con sumir a toda Yugoslavia en una guerra civil ha creado infinidad de frentes en esta zona. Las aldeas serbias se han levantado contra el poder del Gobierno de Zagreb y sus vecinos croatas. Los croatas, contra el poder de Belgrado, del ej¨¦rcito y de los serbios de la regi¨®n.
Todas las noches se oyen disparos. Grupos de encapuchados establecen controles de carretera en los que ya son varios los muertos a lamentar. Un d¨ªa estalla una bomba en una capilla cat¨®lica croata. Al d¨ªa siguiente vuela por los aires el Mercedes tra¨ªdo desde Alemania por un serbio con sus ahorros de a?os. Los radicales nacionalistas marcan el ritmo, el odio inter¨¦tnico es ya tal que muchos s¨®lo quieren que hablen los Kal¨¢shnikov. Hay ya casi tantos en la regi¨®n como personas.
A pocos kil¨®metros de Jankovci, en el pueblo de Borovo Selo, al menos 12 polic¨ªas croatas murieron a principios de mayo en una emboscada que les tendi¨® la poblaci¨®n serbia del lugar, ayudada, al parecer, por un comando chetnik, radicales serbios que se consideran herederos de los guerrilleros mon¨¢rquicos que combatieron por igual a los partisanos y a los ustachas (fascistas) croatas.
En Borovo Selo, dos semanas despu¨¦s de que llegara el ej¨¦rcito para poner fin a los enfrentamientos inter¨¦tnicos, los chetnik siguen ocupando algunos edificios del centro. El Ayuntamiento tiene una habitaci¨®n habilitada como arsenal, en el que se encuentran las armas arrebatadas a los polic¨ªas croatas.
Polic¨ªa croata
Detr¨¢s de este peque?o edificio de dos plantas, se hallan a¨²n los dos Land Rover y tres turismos de la polic¨ªa croata, todos con decenas de impactos de bala. Los j¨®venes serbios que comen y beben en otro edificio contiguo llevan viejas ametralladoras Thomson colgadas al hombro, algunas de las cuales fueron utilizadas para matar a los croatas. Ellos afirman haber participado tambi¨¦n en la batalla. "Les hemos demostrado c¨®mo sabemos luchar los serbios". Un autob¨²s junto al campo de f¨²tbol muestra en su chapa decenas de impactos de bala.
La bandera yugoslava ondea en lo alto de las largas antenas de los carros de combate del Ej¨¦rcito yugoslavo desplegado en torno a Borovo Selo. La ense?a federal, con la que en Yugoslavia ya no parece identificarse m¨¢s que el Ej¨¦rcito, ayuda a identificar algunos tanques estacionados en los campos de trigo ya muy crecido.
A menos de tres kil¨®metros, en el pueblecito de Dalj, s¨®lo circulan armados por la calle los polic¨ªas croatas y algunos miembros de las brigadas especiales de la misma. Llevan Kal¨¢shnikov reci¨¦n estrenados. La cinta adhesiva que sujeta los dos cargadores -para la r¨¢pida reposici¨®n de la capacidad de tiro agotado el primero-, est¨¢ nueva y limpia. Pero nadie sabe cu¨¢ntos Kal¨¢shnikov hay en las casas. Camiones enviados desde Zagreb han distribuido despu¨¦s del 2 de mayo centenares de fusiles de asalto entre la poblaci¨®n croata. Proceden en su mayor¨ªa de la partida de 100.000 Kal¨¢shnikov comprados por el Gobierno croata a Hungr¨ªa. Pero Zagreb ha comprado tambi¨¦n otras armas, en Singapur y otros puntos.
Desde una casa deshabitada en la entrada al pueblo de Orolik, campesinos serbios saludan al coche de Belgrado. Bajan de su puesto de vig¨ªa -a pocos centenares de metros de un control de las brigadas especiales croatas- con sus viejas Thomson y nuevos fusiles Zastava, fabricados en Yugoslavia con licencia sovi¨¦tica.
Son cinco hombres, tres j¨®venes, dos en torno a la cincuentena. "Estamos aqu¨ª para defender a nuestras familias. No nos soprender¨¢n como en 1941 " (el a?o en que el r¨¦gimen facista croata comenz¨® con el masivo asesinato de serbios).
En el hotel Dunav de Vukovar, a orillas del Danubio, una prostituta desdentada coquetea con cuatro miembros de las fuerzas especiales de la polic¨ªa de Zagreb. Mientras r¨ªen los cinco, los j¨®venes milicianos juegan con sus nuevos Zastava dotados de mira telesc¨®pica.
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