Espa?a apabull¨® a Uruguay en el Mundial juvenil
La selecci¨®n espa?ola sali¨® victoriosa y aparentemente indemne de la guerra que se libr¨® ayer en el peque?o estadio de Faro. Cualquier partido contra Uruguay corre el riesgo de convertirse en una cr¨®nica de sucesos. El peligro es dejarse seducir por el torbellino de violencia que generan los suramericanos. Espa?a no se dej¨® intimidar y mantuvo la sensatez. Jug¨® al f¨²tbol, y jug¨® bien, a veces de forma espectacular. Cada una de sus llegadas tuvo el sello del gol. Fueron seis, y alguno de ellos memorable. Por el lado uruguayo, el parte de guerra se sald¨® con tres expulsados en los minutos finales.El partido comenz¨® con la cacer¨ªa uruguaya, llevada hasta extremos patol¨®gicos. Una muestra: Pier, delantero centro del Tenerife, engancha la pelota en la banda izquierda, amaga hacia dentro y luego hacia fuera, se coloca en el ¨¢rea y se encuentra con dos patadas lastimosas. La primera era una zancadilla: penalti. La segunda, una agresi¨®n. Dos penaltis en una jugada no hablan a favor de las neuronas de los uruguayos. Pier marc¨® y se convirti¨® en el h¨¦roe de la tarde..
Durante 45 minutos mantuvo un duelo vibrante con los ¨¢speros defensas rivales. En ning¨²n momento hizo ascos al juego descarnado que le ofrec¨ªan y adem¨¢s resolvi¨® todas sus acciones con una brillantez extraordinario. En el segundo gol, desplaz¨® a toda la defensa con un amago largo y luego dej¨® pasar la pelota, para Urz¨¢iz, que llegaba desde atr¨¢s. Una acci¨®n magn¨ªfica. En el tercero, Pier se destap¨® con un globo muy complicado sobre el portero uruguayo. El partido estaba encarrilado y ya no se le necesitaba. Pereda le mand¨® a la ducha, y all¨¢ fue con el p¨®mulo a la funerala, la dentadura desplazada y la rodilla como una estropajo. Por menos que eso unos cuantos se han llevado la estrella p¨²rpura en la Guerra del Golfo.
Espa?a jug¨® con una enorme soltura, inesperada despu¨¦s del juego agarrotado que practic¨® frente a Inglaterra. El bal¨®n discurri¨® muy r¨¢pido y siempre se encontraron las v¨ªas de suministro para Pier y Urz¨¢iz, cuyos progresos con la pelota son muy apreciables.
En el centro del campo, Acosta sac¨® beneficios de un admirable dinamismo para destrozar los marcajes individuales de los uruguayos.
El otro grande fue Mauricio, un chiquito listo, zurdo, de gran limpieza t¨¦cnica, capaz de dar aire a todo el juego espa?ol en el centro del campo. Frente a todo esto, Uruguay opuso la brutalidad y la estupidez. No se pueden malgastar energ¨ªas dando patadas y despreciando la pelota. El cuero y no la tibia es la esencia del juego.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.