Estados Unidos en siete vistazos
1. Juntos y solos. Los ni?os de San Juan de Puerto Rico inventan teatro junto con Rosa Luisa M¨¢rquez. Un d¨ªa, cuentan los ni?os, ellos fueron a la escuela y la escuela ya no estaba. Y volvieron a sus casas y sus casas ya no estaban. Y nadie estaba. Y alguien les dijo: "Se fueron para Nueva York".Hay m¨¢s de un mill¨®n de puertorrique?os en Nueva York. Todos tan juntos, dice Paquito Latorre, y todos tan solos. En esta ciudad libre y deslumbrante y violenta y mugrienta, los puertorrique?os siguen hablando espa?ol a su modo y manera, mientras malviven amontonados y sin sol y trabajan en lo que venga y bailan salsa y sue?an con ser millonarios y felices.
Y all¨¢ en la isla perdida, el gobernador proclama que el idioma de Cervantes es la lengua oficial de Puerto Rico. Lo anuncia en espa?ol, en emotivo discurso. Al d¨ªa siguiente, el gobernador recibe a los soldados puertorrique?os que regresan de la guerra del Golfo. Y pronuncia otro emotivo discurso. En ingl¨¦s.
2. La tierra invisible. Frida Kahlo est¨¢ de moda. Su rostro atormentado y poderoso asoma por todas partes. Pero yo no encontr¨¦ en Nueva York, ni en Los ?ngeles, ni en ninguna de las muchas ciudades que anduve, a nadie que conociera la pel¨ªcula de Paul Leduc, que tan hondo supo entrar en los dolores y los misterios de Frida. En cambio, me dijeron que Madonna har¨¢ el personaje. Frida le gusta m¨¢s que Evita, me dijeron. Dios m¨ªo.
Paul Leduc es mexicano, o sea, latinoamericano, o sea, habitante de una tierra invisible. Los llamados latinos crecen en Estados Unidos, y los d¨®lares est¨¢n firmados por Katherine D¨¢valos Ortega o por Catalina V¨¢zquez Villalpando, pero Am¨¦rica Latina no existe.
?Cu¨¢l fue el espacio que la edici¨®n norteamericana de Newswek dedic¨® al viaje del presidente Bush por Am¨¦rica Latina? Ni una l¨ªnea. ?Y la edici¨®n norteamericana de Time? Dos p¨¢rrafos. Lawrence Weschler me mostr¨® las revistas. A finales de 1989, me cont¨® Weschler, los principales informativos de la televisi¨®n estaban dedicados a celebrar la democratizaci¨®n del este de Europa. De la democratizaci¨®n de Am¨¦rica Latina ni se enteraron. La NBC dedic¨® un total de 32 segundos a las elecciones en Chile, y 16 segundos a las elecciones en Brasil. La CBS ni siquiera mencion¨® las elecciones en Chile y Brasil. Weschler pregunt¨® por qu¨¦. Tom Bettag, productor ejecutivo de CBS Evening News, se lo explic¨®: "No podemos ocuparnos de todo".
Pienso en nuestros pa¨ªses, en estos d¨ªas de mediados de 1991. Pat¨¦tico espect¨¢culo: los d¨®ciles Gobiernos, democracias sometidas a la dictadura de la gran banquer¨ªa, hacen sus piruetas de circo ante un amo que no se digna echarles ni una ojeada.
3. La pantalla chica. La hija de Tom Engelhardt tiene 11 a?os. El d¨ªa que el presidente Bush anunci¨® por televisi¨®n que la guerra del golfo P¨¦rsico hab¨ªa empezado, esa ni?a tuvo fiebre. Ella no pod¨ªa entenderlo. Ve¨ªa al presidente Bush declarando la guerra y no pod¨ªa entenderlo: "El est¨¢ contento", dijo, y se enferm¨®.
Un mes despu¨¦s, ella ostentaba en el pecho la cintita amarilla de los patriotas y la guerra le parec¨ªa de lo m¨¢s bien. La televisi¨®n hab¨ªa cumplido una eficiente tarea sobre ella y sobre todos los dem¨¢s.
Los ni?os norteamericanos ven un promedio de cuatro horas diarias de televisi¨®n. Una hora y media es el promedio para los beb¨¦s de seis meses. Seg¨²n la investigaci¨®n que Tom Engelhardt est¨¢ realizando, a la edad de su hija ya el ni?o norteamericano t¨ªpico ha visto 240.000 anuncios de televisi¨®n y se ha convertido en un activo miembro de la sociedad de consumo.
4. La cultura del poder. ?Y los adultos? La guerra contra Irak ha sido una guerra muy popular. Fue breve y fue triunfal. Y fue limpia: una guerra sin cad¨¢veres. Ocho hiroshimas llovieron sobre Irak y no se sabe si hubo 100.000 muertos, o 150.000, o 200.000. Pero la televisi¨®n no mostr¨® ni uno. Por tanto, no hubo ni uno.
Lecciones de Vietnam. Ahora, los muertos no se muestran, ni se cuentan. Y ni siquiera se nombran. No son v¨ªctimas humanas. Son, en el lenguaje de los vencedores, "da?os colaterales". En cambio, las armas se llaman bombas inteligentes, y los aviones de guerra merecen adjetivos como hermosos, dulces y brillantes, que yo escuch¨¦ en la televisi¨®n o le¨ª en los diarios.
La ¨²ltima vez que Estados Unidos invadi¨® Panam¨¢, que fue la vez n¨²mero 21, las f¨¢bricas de opini¨®n p¨²blica dieron algo m¨¢s de informaci¨®n sobre las v¨ªctimas. Informaron: hubo 100 muertos. Al mismo tiempo ocurri¨® la matanza de Timisoara, en Rumania, y las f¨¢bricas de opini¨®n p¨²blica informaron: hubo 4.000 muertos. Las cifras reales eran exactamente al rev¨¦s: 100 en Timisoara, 4.000 en Panam¨¢. ?Cu¨¢ntos lo supieron?
La revista The Progressive calcula que Estados Unidos ha matado impunemente a medio mill¨®n de personas en el llamado Tercer Mundo durante los ¨²ltimos 15 a?os. En Estados Unidos hay libertad de expresi¨®n, y esa revista se publica sin censura.
?Cu¨¢ntos la leen?
Horas de gloria. Gigantescas marchas reciben a los guerreros que vuelven, victoriosos, desde el lejano desierto. La guerra es bella. Al fin y al cabo, jam¨¢s una bomba ha ca¨ªdo sobre ninguna ciudad de Estados Unidos.
5. Los fantasmas. Horas de gloria, pero no s¨®lo de gloria. El fantasma de la recesi¨®n econ¨®mica es ahora un mendigo negro, de carne y hueso, que aparece en la esquina de cualquier calle. La ciudad de Nueva York anuncia que apagar¨¢ la cuarta parte de sus luces y que no habr¨¢ m¨¢s remedio que cerrar muchas cl¨ªnicas y muchas bibliotecas, y muchos m¨¢s refugios donde los sin casa se defienden del fr¨ªo, y que hasta cerrar¨¢ sus puertas el propio zoo de Central Park.
Una encuesta revela que el norteamericano medio trabaja m¨¢s de 40 horas semanales y que el trabajo es actualmente la principal causa de estr¨¦s, seguido por el divorcio y el miedo a la muerte. Pero la mala sombra de la falta de trabajo est¨¢ ahora persiguiendo a muchos norteamericanos, y les maltrata los nervios tanto o m¨¢s que el trabajo mismo.
?El ¨¦xito acosado por los fantasmas del fracaso? ?Delirio o realidad? Al Fin y al cabo, Estados Unidos es diestro en el arte de exportar sus crisis y son otros los que pagan desde siempre los platos rotos de sus fiestas. A primera vista, la sociedad m¨¢s pr¨®spera y derrochona del mundo parece estar viviendo en pleno auge. Se ha impuesto como modelo universal y se sabe imitada y envidiada por todos. Nunca en la historia ninguna potencia tuvo tanto poder militar y cultural sobre el planeta. Y, sin embargo, Estados Unidos es el pa¨ªs m¨¢s endeudado del mundo, y la mortalidad infantil en el barrio de Harlem se parece demasiado a la de Bangladesh, y a la menor provocaci¨®n estallan tremendos l¨ªos en las calles de las ciudades. A poco andar, uno descubre muchos miedos en la vida cotidiana de los habitantes del para¨ªso. Miedo al derrumbe de la econom¨ªa, miedo a la explosi¨®n de las tensiones raciales y las furias sociales, miedo a...
6. La cultura del miedo. Si haces el amor tendr¨¢s sida / Si fumas tendr¨¢s c¨¢ncer / Si comes tendr¨¢s colesterol Si bebes tendr¨¢s accidentes / Si respiras tendr¨¢s contaminaci¨®n / Si caminas tendr¨¢s violencia / Si lees tendr¨¢s confusi¨®n / Si piensas tendr¨¢s angustia / Si sientes tendr¨¢s locura / Si hablas perder¨¢s el empleo.
7. Una noticia. Daniel Ramos vuelve a la c¨¢rcel. Ramos, de 18 a?os de edad, llevaba cuatro d¨ªas en libertad condicional cuando la polic¨ªa de Los ?ngeles le atrap¨® in fraganti. La polic¨ªa estima que el delincuente ha dibujado unos 10.000 graffitis entre San Francisco y Los Angeles, todo a lo largo de la costa oeste. Ramos escribe en las paredes una palabra que nadie entiende.
es escritor uruguayo.
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