Hunosa, 'cosa nostra'
Estas l¨ªneas son para los que no ven a los mineros m¨¢s que como un borr¨®n costoso en una limpia caligraf¨ªa y para aquellos que en Madrid organizaron aquella obra teatral sobre Hunosa: Una historia con historia.
Algunos de nosotros hablar¨ªamos de Hunosa como la madrastra de muchas historias. Un cuento sin cuento, una narraci¨®n extraordinaria, surrealista, del otro lado, digna del mejor cine negro. Un cuento que cuesta mucho a muchos, y sobre todo a los que tenebos les fabes dependiendo de ella. Hunosa, seg¨²n el Gobierno: una fundaci¨®n humanitaria. Mi marido, un mantenido del contribuyente, un ente abstracto; yo, la mantenida de un mantenido, y mis hijos, fruto de un absurdo accidente en este cuento con final tr¨¢gico. Hunosa, tragic¨®mica y grotesca como la guerra; heridos, lisiados, enfermos y muertos. Otros muertos, pero de risa, viendo c¨®mo nosotros tenemos que tragarnos el cuento (a la fuerza ahorcan), y entre estos ¨²ltimos, personas que escriben el cuento y que est¨¢n en el Ejecutivo socialista, que firmaron y rubricaron el futuro y aseguraron en su d¨ªa que antes muertos que la p¨¦rdida de un solo empleo. El empleo se perdi¨®, la desindustrializaci¨®n es un hecho. Casi apetece exigir un cad¨¢ver, sobre todo cuando seguimos escuchando, como si de un catecismo se tratara: "Hay que seguir luchando". Esto lo dicen conciencia sabr¨¢n lo que dicen. Nosotros, los que estamos en el pozo, aunque torpes y polvorientos, sabemos lo que hacen. Hunosa sigue, lo dice el INI, porque es preciso mantener el empleo. ?Qu¨¦ empleo? ?El de los de traje de dise?o y corbata de seda? ?El de los del medio mill¨®n al mes? Estos mantenidos est¨¢n en Madrid, en Oviedo, en La Moncloa, en otros mundos... El empleo de nuestros maridos e hijos lo mantienen ellos mismos curti¨¦ndose a diario en los pozos negros de las cuencas; son empleos inseguros, arriesgados, pero productivos.
Cada familia minera no equivale a mucho m¨¢s de 100.000 pesetas mensuales, incluyendo extraordinarias (est¨¢n las n¨®minas para ver), y esta mensualidad equivale a l¨¢grimas, accidentes, inseguridad, miedo y rabia.
El minero, hombre, ya no vale nada en este universo econ¨®mico, al que ahora llaman macroeconom¨ªa; es como una mol¨¦cula, un punto prescindible y perfectamente manipulable.
La historia de Hunosa es una historia kafkiana, una condena desde sus comienzos. Se construye de retales y acaba fantasmag¨®rica; pero en sus entra?as hay muchos muertos, y ahora es necesario enterrarla para siempre, sin responsabilidad alguna por parte de nadie. Lo verdaderamente tr¨¢gico es que seguir¨¢n los muertos, porque seguir¨¢ la explotaci¨®n; pero entre tanto morir¨¢n las cuencas, hechas golpe a golpe y muerto a muerto; y con ellas morir¨¢ todo lo que en Asturias no es, ni llegar¨¢ a ser nunca, para¨ªso natural. ?C¨®mo podr¨ªamos convertir en para¨ªso una sociedad irracional, entumecida en su estructura? (tambi¨¦n est¨¢ para ver esta cloaca social).
Siempre en la historia perdemos los de siempre, los de abajo (como dir¨ªa su excelente colaborador Haro Tecglen). Los del traje perfectamente dise?ado seguir¨¢n disfrutando del para¨ªso natural en cualquier parte. Si se acaba Hunosa, forjar¨¢n otro muerto en vida y lo llamar¨¢n de otro modo, tal vez Chollosa o Vagosa. ?Qu¨¦ importa?
Aqu¨ª, en las cuencas, quedar¨¢ el Inserso para pensionistas y minusv¨¢lidos... y siempre el mismo final tr¨¢gico para los de abajo, el mismo en el siglo XIX que en el siglo XXI.-
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