Espa?a quedar¨¢ en el grupo de cola de la uni¨®n europea si no hay pacto, seg¨²n Econom¨ªa
La econom¨ªa espa?ola no podr¨¢ incorporarse al grupo de cabeza en la uni¨®n econ¨®mica y monetaria de 1994 si no se alcanza un pacto de rentas -acuerdo sobre salarios- que acompa?e a las pol¨ªticas monetaria y fiscal, seg¨²n las estimaciones del Ministerio de Econom¨ªa. El problema que se plantea es que la tradicional combinaci¨®n de altos tipos de inter¨¦s y presupuesto restrictivo es insuficiente para lograr antes de 1994 el grado de convergencia necesario en inflaci¨®n y d¨¦ficit p¨²blico y exterior para no quedar rezagados en la Europa de las dos velocidades. El presidente del Gobierno, Felipe Gonz¨¢lez, defender¨¢ ma?ana en el Parlamento la urgencia de un pacto para encarar con ¨¦xito el reto europeo.
Los responsables de la pol¨ªtica econ¨®mica reconocen que, a s¨®lo tres a?os para que en 1994 se inicie la segunda fase de la Uni¨®n Econ¨®mica y Monetaria (UEM), ya es evidente que no todos, entre los Doce, podr¨¢n integrarse desde un primer momento en la UEM. A pesar de su oposici¨®n a la Europa de dos velocidades que han defendido los socios comunitarios m¨¢s desarrollados, ven cada vez m¨¢s inevitable que este ser¨¢ el esquema a seguir.Las dos velocidades se traducen en exigir convergencia antes de permitir la integraci¨®n Esto significa que s¨®lo los pa¨ªses que hayan logrado acercar sus tasas de inflaci¨®n y sus d¨¦ficits a los niveles de los pa¨ªses centrales del Sistema Monetario Europeo (SME), ahora encabezados por Alemania, podr¨¢n participar de las ventaja de la integraci¨®n econ¨®mica desde 1994.
De otra forma, las dos velocidades significan que los Doce se dividir¨¢n entre el grupo de pa¨ªses que se beneficie de la UEM y el grupo que pague por sus desequilibrios antes de tras pasar las puertas de la nueva Europa.
El problema es que, seg¨²n los ¨²ltimos an¨¢lisis realizados por los t¨¦cnicos de Econom¨ªa, la combinaci¨®n de altos tipos de inter¨¦s y reiterados intentos de reducir el d¨¦ficit p¨²blico es claramente insuficiente para lograr ese objetivo en el reducido plazo que resta hasta 1994.Desde el campo de la pol¨ªtica monetaria, poco o nada pueden subirse los tipos de inter¨¦s con la disciplina que impone el SME. Y reducir la inflaci¨®n ¨²nicamente con contenci¨®n presupuestaria s¨®lo es posible sobre el papel.
Ese papel dice -desde el punto de vista del Gobierno que para rebajar la inflaci¨®n a los niveles de Alemania o Francia habr¨ªa que reducir de forma considerable el gasto o elevar en tal medida los impuestos para que se sucedieran los super¨¢vits presupuestarlos de aqu¨ª a 1994. El objetivo de d¨¦ficit cero sigue en pie pero no parece que se vaya a conseguir a corto plazo.
Tal pol¨ªtica -adem¨¢s de impensable, pues supone olvidar compromisos como la mejora de las infraestructuras, o acontecimientos como la Expo de Sevilla o las Olimpiadas de Barcelona- ser¨ªa el mejor aliado para transformar el actual crecimiento econ¨®mico en una recesi¨®n.
El pacto de competitividad pretende ser la soluci¨®n, pero es una soluci¨®n que exige la negociaci¨®n con los sindicatos. La primera lanza a favor de un acercamiento para que tal negociaci¨®n se lleve a cabo la romper¨¢ ma?ana el presidente del Gobierno, Felipe Gonz¨¢lez, en el Parlamento. El anuncio de que ese acercamiento con sindicatos y empresarios puede producirse despu¨¦s de muchos anos sin reuniones tripartitas supone un respiro.
Un proyecto com¨²n
El repaso a la cumbre que pone fin a la presidencia luxemburguesa le servir¨¢ al presidente del Ejecutivo para recordar la importancia del reto europeo y para defender las bondades del pacto social de progreso propuesto por el Gobierno. En ¨²ltima instancia, el objetivo es forzar a que la corresponsabilidad acompa?e a la pol¨ªtica econ¨®mica.Esa corresponsabilidad ya es moneda com¨²n tanto en el Gobierno como dentro del Partido Socialista Obrero Espa?ol (PSOE). Los diputados del grupo parlamentario que se reunieron el jueves con una representaci¨®n de la Uni¨®n General de Trabajadores (UGT) intentaron dejar claro que el pacto no es "un asunto de Solchaga", sino un proyecto en el que est¨¢ involucrado todo el PSOE, desde el presidente del Gobierno hasta los sectores m¨¢s cr¨ªticos del partido.
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