Un nuevo talante
Hoy, AHMED Laraki y Felipe Gonz¨¢lez, jefes de Gobierno de Marruecos y Espa?a, firman en Rabat un tratado de amistad, buena vecindad y cooperaci¨®n. Es una excelente noticia por cuanto establece, en el nivel institucional de los contactos de Estado a Estado, un conjunto de principios que deber¨ªan servir para empezar a borrar la desconfianza en la historia de las relaciones entre ambos pa¨ªses. Ser¨¢n testigos de la ceremonia los reyes Juan Carlos I y Hassan II.El inusitado doble viaje de Estado del Rey y del presidente del Gobierno tiene una interesante connotaci¨®n constitucional: para Hassan, las relaciones entre monarqu¨ªas son competencia exclusiva de sus titulares. Ello revela las diferencias pol¨ªticas existentes entre ambos regimenes y la importancia que el monarca alau¨ª atribuye a mantener lazos con su "hermano espa?ol", ¨²nico al que considera su igual y con el que, probablemente, quiere comprometerse hacia el futuro. Esta relaci¨®n real puede llegar a ser un colch¨®n tras el que esconder desacuerdos entre los Gobiernos, que ser¨¢n sin duda considerados espor¨¢dicos y de mero detalle.
Tras la firma del tratado, ninguno de los dos pa¨ªses renuncia a la defensa de sus intereses, pero al menos la basan en un nuevo esp¨ªritu de amistad que excluye el uso de la fuerza o la aplicaci¨®n poco razonable de los intereses de Estado en el ¨¢mbito de sus relaciones pol¨ªticas, econ¨®micas y sociales. Y si a Espa?a conviene un aliado al otro lado del Estrecho, una nueva comprensi¨®n del fen¨®meno magreb¨ª y el redescubrimiento de una naci¨®n respetable, Marruecos necesita un valedor amigo en Europa..
Ambos pa¨ªses tienen pendientes temas -Ceuta, Melilla, la responsabilidad del S¨¢hara- que s¨®lo se resuelven mediante la comprensi¨®n mutua. Tampoco debe olvidarse, sin embargo, que la nueva amistad no puede implicar complicidad en las relaciones entre un Estado totalmente democr¨¢tico y otro que no lo es: las cl¨¢usulas especiales impuestas por Rabat para impedir que Madrid intervenga en cuestiones de derechos humanos no anulan el derecho -ya consagrado en el mundo entero- a actuar en defensa de la libertad de los individuos perseguidos en cualquier pa¨ªs por un r¨¦gimen autocr¨¢tico.
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