M¨¢s que una cumbre
MA?ANA EMPIEZA una semana de gran trascendencia en Londres. Los l¨ªderes de los siete pa¨ªses m¨¢s poderosos del planeta (EE UU, Alemania, Jap¨®n, Francia, Italia, Reino Unido y Canad¨¢) se re¨²nen primero entre s¨ª, y reciben, a partir del mi¨¦rcoles, a Mija¨ªl Gorbachov, presidente de la URSS. Pese a que el objeto de estas grandes cumbres anuales del Grupo de los Siete (G-7) ha sido tradicionalmente el an¨¢lisis de la situaci¨®n econ¨®mica mundial y los remedios que le son aplicables, no puede evitarse pensar que, al menos en esta ocasi¨®n, ser¨¢n discutidos dos temas pol¨ªticos de extraordinario peso: la situaci¨®n de Oriente Pr¨®ximo y la cumbre que deben celebrar Bush y Gorbachov en Mosc¨².Es la primera vez que se re¨²nen los l¨ªderes mundiales desde que concluy¨® la crisis del Golfo. Considerando la dificultad de las cuestiones que a¨²n no han sido resueltas all¨¢ (desarme de Sadam Husein, situaci¨®n en el interior de Irak, futuro del problema palestino, evoluci¨®n en Kuwait y en el resto de las monarqu¨ªas conservadoras ¨¢rabes), no es concebible que no dediquen una sesi¨®n a analizarlas. Por otra parte, allanadas las principales dificultades t¨¦cnicas pendientes para la firma del acuerdo START y casi decidida la cumbre de Mosc¨², los presidentes sovi¨¦tico y norteamericano celebrar¨¢n un desayuno de trabajo sobre este tema el jueves.
La gran novedad de la cumbre de Londres es naturalmente la invitaci¨®n a Gorbachov. Para ¨¦ste, la posibilidad de tomar parte en la reuni¨®n de los siete se ha convertido en un hecho decisivo de su pol¨ªtica interior y exterior, cuando la URSS atraviesa una fase particularmente delicada. El l¨ªder sovi¨¦tico viaja a Londres con dos objetivos esenciales: primero, convencer a sus interlocutores de que la URSS est¨¢ resuelta a abandonar el sistema socialista que ha existido en los ¨²ltimos 75 a?os y a devenir en una econom¨ªa de mercado. Y, sobre esa base, obtener de los siete medidas que estimulen las ayudas t¨¦cnicas, cr¨¦ditos y sobre todo inversiones que permitan a un pa¨ªs exhausto emprender esa transformaci¨®n de proporciones gigantescas. La presencia en la delegaci¨®n sovi¨¦tica en Londres del economista Yavlinski -que ha elaborado un plan de reforma con economistas de Harvard- confirma la apertura de la posici¨®n de Gorbachov. Al mismo tiempo, y gracias sobre todo al apoyo de Yeltsin, las nueve rep¨²blicas que preparan el nuevo Tratado de la Uni¨®n han dado un apoyo expl¨ªcito a la gesti¨®n de Gorbachov ante los siete.
Las cautelas del G-7
Pero ?hasta qu¨¦ punto la preparaci¨®n de la cumbre corresponde a las esperanzas que en ella pone el l¨ªder sovi¨¦tico? Las demandas de ayuda econ¨®mica a la URSS son la raz¨®n ¨²ltima de esa comparecencia. El empe?o no es, sin embargo, de f¨¢cil satisfacci¨®n. Las actitudes de los Gobiernos de EE UU, Reino Unido y Jap¨®n siguen dominadas por el escepticismo acerca de la conveniencia de ese apoyo, en ausencia de un plan m¨¢s decidido y concreto de reformas institucionales en aquella econom¨ªa; ese temor a que cualquier ayuda financiera acabe en un agujero negro es incluso compartido por Helmut Kohl, principal valedor que Gorbachov tiene en ese foro. ¨²nicamente la asunci¨®n por el presidente sovi¨¦tico de compromisos, hasta ahora desconocidos, de aceleraci¨®n de las transformaciones podr¨ªa facilitar que de la reuni¨®n de Londres saliera algo m¨¢s que un gen¨¦rico respaldo pol¨ªtico al presidente sovi¨¦tico. Tampoco hay que descartar la aparici¨®n, de la cuesti¨®n cubana como moneda pol¨ªtica de cambio de las ayudas econ¨®micas.
La pretensi¨®n adicional que Gorbachov lleva a Londres es la obtenci¨®n del apoyo de los grandes para su vinculaci¨®n al Fondo Monetario Internacional y al Banco Mundial, primero con un estatuto especial en ambas organizaciones multilaterales, antes de adquirir la condici¨®n de miembro de pleno derecho que posibilitar¨ªa el acceso de la URSS a las facilidades crediticias de ambas instituciones. No ser¨ªa aconsejable que la l¨®gica impl¨ªcita en esas actitudes de prudencia del G-7 y la condicionalidad que se antepone a la concesi¨®n de cr¨¦ditos alimentaran un cierto abandonismo respecto a la situaci¨®n por la que atraviesa aquella econom¨ªa. Las ventajas del apoyo no cabe cifrarlas ¨²nicamente en t¨¦rminos de estabilidad pol¨ªtica y eliminaci¨®n de las amenazas b¨¦licas que esa inserci¨®n deparar¨ªa. La m¨¢s estricta l¨®gica economicista amparar¨ªa un apoyo similar al proyecto en ese plan: los 100.000 millones de d¨®lares propuestos en pr¨¦stamos a la URSS supondr¨ªan para el conjunto de los pa¨ªses de la OCIDE el equivalente al 0,6% del PNB durante cuatro a?os, magnitud en todo caso muy inferior a lo que esos pa¨ªses gastan anualmente en defenderse de las diversas e hipot¨¦ticas amenazas sovi¨¦ticas.
En no pocas ocasiones, el contenido de las cumbres del Grupo de los Siete y el correspondiente comunicado final en el que se tratan de reflejar los aspectos en que ha sido posible el consenso divergen significativamente de la agenda propuesta inicialmente: no siempre las prioridades de la comunidad econ¨®mica y financiera internacional coinciden con la atenci¨®n de los m¨¢ximos mandatarios de los pa¨ªses m¨¢s poderosos del planeta. La reuni¨®n que se inicia ma?ana puede ser representativa de ello a causa de la presencia de Gorbachov.
El necesario impulso a las negociaciones sobre la liberalizaci¨®n del comercio mundial, en la todav¨ªa inconclusa Ronda Uruguay del GATT, constituir¨¢ probablemente el exponente m¨¢s representativo de ese desplazamiento de prioridades. En la ¨²ltima cumbre del G-7, celebrada hace un a?o en Houston, las diferencias entre EE UU, la Comunidad Europea y Jap¨®n sobre la reforma del comercio agr¨ªcola, principal escollo en esas negociaciones, no impidieron que el comunicado final reflejara la determinaci¨®n por conseguir solventar esos obst¨¢culos; la suspensi¨®n de las conversaciones en el contexto de esa ronda, el pasado diciembre, ilustr¨® la dif¨ªcil vinculaci¨®n entre las declaraciones de esa cumbre y los resultados espec¨ªficos. La importancia otorgada a ese contencioso en la ¨²ltima reuni¨®n de los ministros de Asuntos Exteriores y de Comercio de la OCDE, el mes pasado, deber¨ªa contribuir a que el G-7 asumiera un claro compromiso en este asunto hoy central para despejar las amenazas de proteccionismo en el comercio mundial.
Recurrente tambi¨¦n como punto destacado en la agenda del G-7 es la situaci¨®n de la deuda externa de los pa¨ªses en desarrollo y, en general, la ayuda econ¨®mica a estos pa¨ªses. La vinculaci¨®n de ese apoyo a programas reductores de gastos militares o la permuta de parte de la deuda externa por inversiones medioambientales, como es la propuesta que se supone que estudiar¨¢n en Londres para el caso de Brasil, no son una garant¨ªa de que se produzcan decisiones singulares en ese ¨¢mbito, a pesar de las prescripciones del reciente informe del Banco Mundial.
En definitiva, pocas veces como ahora una cumbre de los m¨¢s poderosos ha estado rodeada de tanta expectaci¨®n y de tanta esperanza.
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