"Manca finezza"
En los primeros d¨ªas de la transici¨®n pol¨ªtica, Giulio Andreotti visit¨® Espa?a como jefe del Gobierno italiano. El juicio que la naciente democracia espa?ola merec¨ªa a los dirigentes europeos era pieza informativa codiciada por los periodistas. Su insistencia para que Andreotti opinar¨¢ sobre la vida pol¨ªtica espa?ola s¨®lo encontr¨® una respuesta a la altura de la astucia del personaje. Andreotti se limit¨® a contestar: "Manca finezza". Puede que se equivocara y no fuera precisamente finura lo que faltara a la pol¨ªtica espa?ola de aquellos momentos, pero acertaba al se?alar que lafinezza es buena cualidad para las situaciones pol¨ªticas complicadas.La gesti¨®n de situaciones de declive industrial es un complejo proceso pol¨ªtico en el que el ¨¦xito depende en buena medida de la finezza con la que administraciones p¨²blicas y organizaciones de intereses act¨²an. Nos referimos a lafinezza no como simple astucia pol¨ªtica, sino como una mezcla de disposici¨®n al intercambio y de capacidad estrat¨¦gica. El que colectivos laborales y territorios afectados den por aceptable -por supuesto, siempre en grados relativos- una reducci¨®n de actividad que se considera ya irreversible depende de esa condici¨®n.
No parece que este recurso de finezza abunde en la manera en que se viene gestionando el declive de la miner¨ªa asturiana del carb¨®n. Hace unas semanas se conoc¨ªa un plan de empresa para el periodo 1991-1993 sobre el futuro de Hunosa.
Recorte de empleo
La negociaci¨®n sobre el futuro de la empresa y el mencionado plan vienen urgidos ahora por una decisi¨®n comunitaria en la que la CE requiere al Gobierno espa?ol a que presente un plan de reducci¨®n de las ayudas destinadas a cubrir p¨¦rdidas de explotaci¨®n en las empresas con contrato programa.Este plan de empresa propone una reducci¨®n para finales de 1993 de cerca de 6.000 empleos, un tercio de la plantilla actual de la empresa. Aun con ese importante recorte de empleo, la aplicaci¨®n de ese plan requiere todav¨ªa la provisi¨®n de cuantiosos recursos financieros -que alcanzan la cifra de 241.000 millones de pesetas en s¨®lo tres anospara subvencionar las p¨¦rdidas de explotaci¨®n, para nuevas inversiones y para costes extraordinarios (t¨¦cnicos, sociales y financieros).El plan, por otra parte, ha sido presentado sin incluir ¨¢ctuaci¨®n compensatoria alguna, salvo un vagu¨ªsimo compromiso de la empresa con la promoci¨®n industrial del territorio.
La pr¨¢ctica totalidad de las fuerzas sociales, pol¨ªticas e institucionales de la regi¨®n han reaccionado oponi¨¦ndose a dicho plan. Con variados ¨¦nfasis, los sindicatos del sector, todos los partidos pol¨ªticos -incluida la. FSA-PSOE-, el Gobierno regional, los ayuntamientos mineros y hasta la propia Iglesia asturiana se han mostrado contrarios a su aplicaci¨®n. Inmediatamente se ha creado una diii¨¢rnica en la que el enfrentamiento AsturiasMadrid parece el ¨²nico camino posible.
Tal como se han planteado las cosas, dif¨ªcilmente pod¨ªa ser de otra manera. Sobran razones para que los intereses regionales se movilicen frente a Madrid por este tema. Pero por esa v¨ªa, que se asemeja demasiado a la v¨ªa inglesa de gesti¨®n del declive minero, se condicionan las soluciones a la fortaleza del Gobierno central para librar una batalla frontal con colectivos y territorios mineros tras la que, y bajo cualquier resultado, aqu¨¦l quedar¨ªa libre de todo compromiso reindustrializador. Adem¨¢s, en el r¨ªo revuelto de ese enfrentamiento, y prietas las filas del asturianismo, se habr¨ªa creado el mejor ambiente para alimentar todas las estrateglas oportunistas. Una alteraci¨®n prolongada del clima sociolaboral ayudar¨ªa muy poco al futuro econ¨®mico de un territorio como Asturias.
Pero la gesti¨®n pol¨ªtica de este asunto puede hacerse de otras maneras. La cooperaci¨®n entre actores institucionales, a la manera en que se han abordado los declives de ¨¢reas mineras.tradicionales en B¨¦lgica y Francia, parece un camino mucho m¨¢s recomendable.
Diagn¨®stico realista
Tal vez lo primero sea aceptar un diagn¨®stico realista de la situaci¨®n. Dos hechos son fundamentales. Por un lado, la dimensi¨®n socioterritorial del problema, algo que nadie discute, pero que no se hace efectivo en las propuestas actuales. Seg¨²n las cuentas regionales y la tabla input-output de 1985, y tan s¨®lo en incidencia directa, Hunosa supon¨ªa el 6,55% del VAB (al coste de factores), el 6,4% de la renta personal y el 9,3% del empleo asalariado regional, y generaba el 30% de las rentas personales de un total de siete municipios mineros asturianos. A?adiendo efectos indirectos e inducidos, la incidencia de Hunosa supondr¨ªa, seg¨²n Sadel, m¨¢s de 150.000 millones de VAB y de 76.000 empleos. Estamos hablando, adem¨¢s, de una regi¨®n que ha sufrido en los a?os ochenta el proceso desindustrializador de mayor intensidad relativa de t¨²das las regiones espa?olas (siderurgia, sector naval, fertilizantes), que ha perdido en los ¨²ltimos cinco anos m¨¢s de 12.000 empleos en la agricultura y a la que le aguarda ya una segunda fase de reconversiones en la siderurgia y la fabricaci¨®n de armamento.El otro hecho fundamental es la imposibilidad de encontrar medios para reducir las p¨¦rdidas de Hunosa, muy diferentes a los que el propio plan de empresa propone. S¨®lo el rendimension-amiento consigue ese objetivo. Un hecho que no todos aceptan y que casi nadie afirma en voz alta dentro de la regi¨®n. Aqu¨ª vale cualquier especulaci¨®n sobre el futuro de Hunosa a condici¨®n de que no se mencionen las cifras. Puede seguir afirm¨¢ndose en las campa?as electorales que no sobra ning¨²n minero, pero quien lo diga est¨¢ obligado a dar garant¨ªas de que, eso va a ser pagado, y debe decir con cargo a qu¨¦ bolsillos.
Si se acepta este diagn¨®stico, la gesti¨®n pol¨ªtica deber¨ªa tomar nuevas orientaciones en lo que se refiere a escenario, dimensi¨®n temporal y contenidos de la negociaci¨®n.
El escenario principal no puede ser una comisi¨®n negociadora de un convenio colectivo. Si el problema central es el efecto de ese declive sobre el futuro econ¨®mico de un territorio, sus protagonistas no pueden ser s¨®lo los sindicatos y la direcci¨®n de la empresa. El tema requiere un complicado juego de intercambio pol¨ªtico que s¨®lo pueden protagonizar con ¨¦xito las administraciones regional y central, hasta ahora parad¨®jicamente ausentes de cualquier protagonismo directo. Seguro que ese intercambio s¨®lo puede hacerse si la Administraci¨®n central asume de partida algunos compromisos b¨¢sicos de car¨¢cter territorial, y si, en contrapartida, la Administraci¨®n regional se compromete en la gesti¨®n del problema.
Hay que alargar el horizonte temporal en los planes sobre la empresa. No es aceptable asumir una reducci¨®n de empleo tan cuantiosa sin algunas certezas sobre cu¨¢l pueda ser el futuro de la empresa a partir de 1993. Un futuro m¨¢s que pr¨®ximo: el actual plan, una vez apuradas todas las posibilidades de negociaci¨®n, tendr¨¢ menos de dos a?os para su aplicaci¨®n. Una dimensi¨®n temporal m¨¢s amplia supone un ritmo diferente de reducci¨®n de tama?o y una oportunidad para que las actuaciones compensatorias vayan teniendo sus efectos con cierta anticipaci¨®n. Pero convendr¨ªa no engafiarse: supone tener que hablar de reducciones tal vez mayores y tambi¨¦n de cifras de p¨¦rdidas m¨¢s altas en los a?os inmediatos.
La inclusi¨®n, desde el comienzo de las negociaciones, de un plan de actuaciones compensator¨ªas es algo imprescindible. Las astucias t¨¢cticas no sirven demasiado en estos casos. Si ese es es n¨²cleo de lo que se debe negociar, mejor hablar de ello desde el principio.
Es dif¨ªcil dar seguridades muy firmes sobre la eficacia relativa de las diferentes opciones. Afortunada o desafortunadamente, hay poco que inventar para situaciones del tipo de las¨¢reas mineras tradicionales. Aun con eso es posible asegurar que la mayor eficacia se consigue dirigiendo esas actuaciones hacia ciertos tipos de infraestructuras y equlpamientos, hacia ciertos instrumentos de promoci¨®n industrial y bajo formas coordinadas de, gesti¨®n.
Reindustrializaci¨®n
Los n¨²cleos centrales de las cuencas mineras asturianas son, a diferencia de otras comarcas mineras del pa¨ªs, ¨¢reas reindustrializables. El esfuerzo inversor tiene que dirigirse, en primer lugar, a dotarlos de infraestructuras que garanticen su inserci¨®n en los mejores ejes de comunicaciones de dentro y fuera de la regi¨®n; en segundo lugar, a la reordenaci¨®n del territorio para disponer de m¨¢s y mejor espacio industrial y de espacios residenciales nuevos y de mejor calidad ambiental, y en tercer lugar, de una oferta significativamente mayor de equipamientos educativos, particularmente en todas las. modalidades de formaci¨®n para el empleo.Toda la gama de acciones de promoci¨®n industrial es necesaria. Pero en territorios de este tipo, con escasos recursos de empresarialidad propios, est¨¢ probado que la disponibilidad de abundantes paquetes de incentivos a la inversi¨®n es el instrumento que puede dar resultados acordes con la dimensi¨®n del esfuerzo reindustrializador requerido en estas ¨¢reas. La regi¨®n tendr¨ªa que disponer de mayores cantidades de recursos para incentivos y poder garantizar a medio plazo la aplicaci¨®n de los techos m¨¢ximos posibles.
Buena parte de las actuaciones propuestas est¨¢n ya realiz¨¢ndose. Lo que un plan de actuaciones compensatorias debe incorporar son soluciones a los requisitos de ritmo de ejecuci¨®n y de coordinaci¨®n. El objetivo es conseguir una anticipaci¨®n de actuaciones ya previstas, y una coordinaci¨®n, con criterios territoriales, de las pol¨ªticas sectoriales que llevan a cabo las diferentes administraciones. Precisar la figura y las competenclas de unidad de coordinaci¨®n de las diferentes actuaciones p¨²blicas sobre estos territorios es otro de los contenidos primordiales de la negociaci¨®n.
Asturias ha dado pruebas en muchas ocasiones de que sabe defender su miner¨ªa. Pocos temas son tan capaces de crear consenso dentro de la regi¨®n como ¨¦ste. Pero conviene no equivocarse: el consenso para resistir puede ser una falsa ilusi¨®n cuando lo que se necesita es cooperaci¨®n para encontrar soluciones. Aunque tambi¨¦n la Administraci¨®n central tendr¨¢ que dar pruebas de que prefiere colocar a Asturias en condiciones de cooperar a colocarla en condiciones de resistir.
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