Miedo
Ser¨ªa muy consolador que los vecinos de Mancha Real, Incendiarios de casas de gitanos, fueran unos monstruos evidentes. Que apalearan a sus propios hijos y que crucificaran a sus gatos. Que tuvieran un aspecto bestial y el hocico con chirlos. Pero no. Seguramente son personas corrientes. Besar¨¢n a sus ni?os y lagrimear¨¢n viendo los melodramas de la tele. Como usted y como yo. Como cualquiera.Y sin embargo, los vecinos de Mancha Real hacen cosas terribles. En las tiendas, por lo visto, no se vende comida a los gitanos. En los bares no se les sirve. Y por las noches aplican la tea. Todo empez¨®, dicen, cuando un gitano atac¨® a un payo. Tienen miedo. Los vecinos de Mancha Real sin duda tienen miedo, y de ah¨ª sale todo. El miedo es un sentimiento envilecedor que anula el pensamiento y cr¨ªa monstruos. As¨ª nace el racismo.
Sucede en todas partes. Veo crecer el racismo en Europa, nutrido por la inseguridad de nuestro bienestar, por el miedo a los pobres que nos miran. Porque llegan los indigentes a millones. Son cobrizos, negros o tostados. Son, sobre todo, incultos y pobres. Se les arrincona en el nivel social m¨¢s bajo, y probablemente muchos cometer¨¢n delitos; no es una cuesti¨®n de raza, sino de miseria. Pero de este modo el el ciclo se cierra: cuanto m¨¢s se les margine m¨¢s delinquir¨¢n y m¨¢s crecer¨¢ entonces el bicho interior, el racismo que nos devora las entra?as. Los vecinos de Mancha Real podr¨ªan haber intentado comprender, con un esfuerzo del coraz¨®n y de la raz¨®n, que un gitano criminal no supone la condenaci¨®n de toda su raza. Pero han sido quiz¨¢ d¨¦biles, y la brutalidad les ha atrapado. Inquieta ver c¨®mo un pueblo normal se convierte en un Fuenteovejuna de linchadores. Mancha Real es el espejo de nuestro monstruo interior, de nuestro miedo.
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