Acuerdos por arte de magia sem¨¢ntica
La convocatoria de una conferencia de paz constituye desde siempre uno de los asuntos m¨¢s farragosos de Oriente Pr¨®ximo. Durante a?os, las partes que se consideran con derecho a ser actores han discrepado sobre cu¨¢l debe ser el contenido de esa. conferencia, qui¨¦nes deben participar e incluso qu¨¦ forma ha de adoptar. Ahora, como por arte de magia, unas palabras del presidente sirio, Hafez el Asad, han transformado el desacuerdo en aparente acuerdo, al menos por lo que al lado ¨¢rabe se refiere, y provocado una ola de inusitado optimismo.?Qu¨¦ es lo que realmente ha cambiado? ?Qu¨¦ permite creer que hoy, m¨¢s que ayer, la tan tra¨ªda y llevada conferencia es posible? Los ¨¢rabes siguen hablando de conferencia "internacional", en tanto que ayer en Israel todos los funcionarios ten¨ªan la precauci¨®n de apellidarla "regional". El rey Hussein ha anunciado que intenta coordinarse con los palestinos para formar una delegaci¨®n conjunta, pero la OLP a¨²n no se ha expresado al respecto y sus componentes m¨¢s radicales se niegan a aceptar esa posibilidad.
En cuanto al contenido de la reuni¨®n, el inagotable equipo de Baker ha repetido que son las resoluciones 242 y 338 de la ONU, una base que concita la aprobaci¨®n de todos los ¨¢rabes. Sin embargo, las resoluciones son en s¨ª mismas ambiguas. Cuando la 242 habla de que "Israel deber¨¢ retirarse de los territorios ocupados en 1967, el texto original, en ingl¨¦s, omite el art¨ªculo determinado, lo que permite que los israel¨ªes interpreten que basta con una retirada parcial.
Se desconoce incluso cu¨¢les son los t¨¦rminos exactos de la propuesta norteamericana y las garant¨ªas que Washington ha ofrecido a cada uno de sus interlocutores. S¨®lo dos puntos han trascendido de la carta que el presidente George Bush envi¨® a sus hom¨®logos de la regi¨®n. Se trata de f¨®rmulas de compromiso que intentan salvar el vac¨ªo previo. De un lado, la participaci¨®n de un representante mudo de la ONU. De otro, la reuni¨®n del foro con periodicidad semestral.
El primero trata de conciliar el deseo ¨¢rabe de que la ONU intervenga de forma activa, con la oposici¨®n de Israel a cualquier presencia de un organismo que considera parcial. Para salvaguardar las formas, el astuto presidente sirio se ha referido a 1a presencia de un observador de la ONU", sin entrar en m¨¢s detalles, y fuentes ¨¢rabes se autoconvencen de que, al no preverse ninguna votaci¨®n, su silencio no cambia las cosas. En cuanto al segundo, los ¨¢rabes deseaban una conferencia permanente, y los israel¨ªes, un mero gesto inaugural.
Todos estos detalles se ofrecen a los ojos del observador profano como meros pretextos formales, pero, como el propio Asad se ha encargado de se?alar, continente y contenido est¨¢n muy estrechamente unidos en esta cuesti¨®n. Aunque no sea m¨¢s que como expresi¨®n de la voluntad de resolver el problema, la aceptaci¨®n generalizada por los ¨¢rabes de una serie de requisitos formales constituye una novedad destacable en la evoluci¨®n pol¨ªtica de Oriente Pr¨®ximo.
Sin quitar m¨¦ritos al esfuerzo personal de Baker, que ha corrido de una capital a otra hasta caer agotado anteanoche en Jerusal¨¦n, las causas profundas de esa repentina conciliaci¨®n ¨¢rabe son otras y hay que buscarlas dentro de la umma al arabia, la propia naci¨®n ¨¢rabe. La reciente guerra del Golfo ha sacado a la luz un enemigo interno m¨¢s grande que el enemigo potencial externo, m¨¢s cercano y m¨¢s peligroso, por cuanto no se recela de ¨¦l. No se puede mantener una guerra en casa y otra fuera de ella, y ganar ambas.
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