Preguntas sin respuesta
?CU?L ES la situaci¨®n real de las cuentas del Estado y del conjunto de las administraciones p¨²blicas? ?Se conoce la magnitud del d¨¦ficit presupuestario? ?Cu¨¢l es el grado de desviaci¨®n real en los ingresos y gastos p¨²blicos? Parecen preguntas absurdas por obvias, pero surgen de un exceso de dudas que deben ser despejadas cuanto antes. Desde hace 10 meses han trascendido diversas noticias relacionadas con la ejecuci¨®n de los presupuestos que paulatinamente han ido creando un c¨²mulo de sospechas sobre el estado de las finanzas p¨²blicas, potenciadas tras el reciente proyecto de aplicar un dr¨¢stico recorte presupuestario.?Tan mal estaban las cosas que a mitad del ejercicio -y sin explicaci¨®n previa- ha sido necesario aplicar un recorte del gasto p¨²blico de 440.000 millones de pesetas, lo que puede suponer un serio frenazo en las inversiones de infraestructura? El primer s¨ªntoma de que las cuentas no cuadraban surgi¨® despu¨¦s del ¨²ltimo verano, cuando se comprob¨® que las estimaciones de Hacienda, que cuantificaban en 164.000 millones de pesetas la disminuci¨®n previsible en la recaudaci¨®n del IVA, se hab¨ªan quedado cortas. Al final del ejercicio de 1990, el descenso en la percepci¨®n por este tributo rebas¨® los 200.000 millones de pesetas. En el conjunto de los impuestos indirectos, el agujero provocado por la ca¨ªda de la recaudaci¨®n ascend¨ªa a 370.000 millones de pesetas.
Cuando se elaboraron los presupuestos de ingresos para 1991 se tom¨®, al menos en parte, la cautela de considerar esta ca¨ªda de la cobranza fiscal. A pesar de ello, los ingresos por el IVA siguen decreciendo m¨¢s de lo previsto -tanto por el fraude como por la disminuci¨®n de la actividad en algunos sectores-, y, por tanto, a pesar de las precauciones adoptadas, ser¨¢ dificil cumplir las previsiones recaudatorias.
Sin embargo, donde el problema parece mayor es en el cap¨ªtulo de los gastos. No se tom¨® para ellos precauci¨®n alguna, y se elabor¨® un presupuesto sobre la base del presentado el ejercicio anterior sin tener en cuenta lo que realmente se hab¨ªa gastado, que fue bastante m¨¢s de lo planificado. De esta forma, el presupuesto de 1991 naci¨® debilitado, algo sorprendente por la escasa y tard¨ªa informaci¨®n recibida. La aut¨¦ntica prueba del nueve del enredo es el elevado d¨¦ficit p¨²blico con que se cerr¨® el pasado ejercicio: un 2,75% del producto interior bruto, frente al 1,7% previsto. Los objetivos de terminar 1991 con un d¨¦ficit p¨²blico del 0,9% estaban bastante lejos de cualquier c¨¢lculo m¨ªnimamente realista.
Un ligero recuento en algunos ministerios sit¨²a el problema. Primero se supo que en el Ministerio de Obras P¨²blicas hab¨ªa deudas atrasadas desde hac¨ªa varios a?os (30.000 millones s¨®lo en expropiaciones). Despu¨¦s nos enteramos de que parte de las inversiones efectuadas en 1990 se hab¨ªan incorporado al ejercicio de 1991 tras haberse agotado los fondos del ejercicio al que efectivamente correspond¨ªan. En el Ministerio de Sanidad se desvel¨® que el gasto super¨® en 200.000 millones de pesetas lo previsto. En el seguro de desempleo, las prestaciones superar¨¢n en m¨¢s de 250.000 millones de pesetas los c¨¢lculos. Esto sin contar el agujero que previsiblemente producir¨¢ la entrada en vigor de las nuevas pensiones no contributivas, anunciadas a bombo y platillo a principios de a?o, inicialmente previstas para unos 7.000 beneficiario, pero que es probable que alcancen a m¨¢s de 150.000. En el Ministerio de Agricultura, por ejemplo, no se pueden captar todas las subvenciones comunitarias por falta de recursos del Gobierno espa?ol. Se trata de subvenciones que requieren una aportaci¨®n simult¨¢nea de las autoridades espafiolas.
Estas alarmantes cifras hablan por s¨ª solas. Si el Gobierno conoce la situaci¨®n real de cada departamento, lo que parece indudable, ?c¨®mo puede errar tanto en la elaboraci¨®n del presupuesto? ?El anunciado recorte augura una restricci¨®n mayor para 1992? A ello hay que a?adir el derrumbre de algunos mitos. Ahora resulta que no se produjo el llamado milagro del IVA, que la mod¨¦lica implantaci¨®n del impuesto no fue tal y que este tributo hace aguas por muchas partes. Y lo que es peor, el fraude en el IVA es s¨®lo el primer eslab¨®n de una cadena de ?legalidades cuyo verdadero objetivo es ocultar actividades y, por tanto, beneficios en el impuesto de sociedades.
Resulta sorprendente tener que preguntar s¨ª el Gobierno ofrecer¨¢ o no una amplia y rigurosa informaci¨®n sobre estas graves cuestiones y por qu¨¦ no lo ha hecho hasta ahora. ?D¨®nde est¨¢n la luz y los taqu¨ªgrafos? ?D¨®nde la oposici¨®n? ?C¨®mo es que no ha provocado a¨²n un amplio y serio debate?
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