Baker insiste
EL QUINTO viaje de James Baker a Oriente Pr¨®ximo desde el fin de la guerra del Golfo ha terminado en Israel con un signo de interrogaci¨®n. El Gobierno de Shamir ha reservado su respuesta a la ¨²ltima versi¨®n del proyecto norteamericano para convocar una conferencia en la que Israel y los pa¨ªses ¨¢rabes puedan poner fin al conflicto que les enfrenta desde hace 43 a?os. Se abre as¨ª un comp¨¢s de espera propicio a las especulaciones. Pero lo que est¨¢ claro es que el car¨¢cter de la conferencia proyectada se ha modificado profundamente en el curso de los reiterados viajes de Baker. Y siempre a favor de las tesis propugnadas por Israel. Recordemos que el punto de partida de este proyecto es el esc¨¢ndalo que representaba para la opini¨®n p¨²blica mundial que la ONU declarase la guerra a Irak por su violaci¨®n del derecho internacional y que, en cambio, no hiciese nada en el caso de Israel. El presidente Mitterrand proclam¨® enf¨¢ticamente que no era posible aplicar "dos pesos y dos medidas". En un terreno m¨¢s concreto, el presidente Bush declar¨® que la devoluci¨®n de los territorios indebidamente ocupados por Israel ser¨ªa para ¨¦ste la mejor garant¨ªa de una paz segura. La ONU deb¨ªa, pues, convocar una conferencia para resolver el eterno conflicto de Oriente Pr¨®ximo, buscando una soluci¨®n que se inspirase en el principio de un intercambio de territorios por paz.
?Qu¨¦ queda hoy de ese proyecto inicial? Bien poca cosa. Israel ha manejado con tenacidad su t¨¢ctica de oposici¨®n radical a todo cuanto pudiese, en eventuales negociaciones, debilitar su posici¨®n de poder dominante. No a una conferencia de la ONU, ya que ¨¦sta ha aprobado resoluciones exigiendo la devoluci¨®n de los territorios. No a la presencia de la OLP, por absurdo que sea eliminar de una negociaci¨®n a una de las principales partes interesadas. No a la presencia de la Comunidad Europea, cuyas posiciones son juzgadas en Tel Aviv como excesivamente propalestinas. Y no a una conferencia propiamente dicha: Israel s¨®lo acepta una sesi¨®n inaugural, despu¨¦s de la cual se iniciar¨¢n las negociaciones directas; tal ha sido su posici¨®n de siempre.
Examinando el ¨²ltimo proyecto de Baker, es obvio que, casi punto por punto, corresponde a esas exigencias de Israel. Si la ONU y la CE asisten -punto a¨²n dudoso-, ser¨¢ como observadores mudos. En cuanto a la delegaci¨®n palestina, se habla de que ser¨¢ conjunta con Jordania. Y la gran novedad del ¨²ltimo viaje de Baker consiste en que, despu¨¦s de la iniciativa de Siria, los pa¨ªses ¨¢rabes han aceptado las negociaciones directas con Israel. Esta evoluci¨®n no es simplemente fruto de la habilidad negociadora de los israel¨ªes. El apoyo y la comprensi¨®n de EE UU han sido decisivos. Por otra parte, varios pa¨ªses ¨¢rabes esperan lograr sus objetivos -como Siria en el Gol¨¢n- negociando directamente y dejando el problema palestino en segundo plano. En cuanto a los europeos, justifican su actitud pasiva con el argumento de que no hay m¨¢s remedio que apoyar a EE UU para lograr, al menos, que se inicie una negociaci¨®n.
Una vez que Israel ha logrado adelantar sus peones casi hasta la l¨ªnea de sus exigencias, ?por qu¨¦ vacila Shamir? El problema de fondo es que, para la derecha israel¨ª, el verdadero objetivo es no negociar y conservar los territorios ocupados, ampliando en ellos los asentamientos jud¨ªos, condenados en todo el mundo, como lo ha recordado la cumbre londinense de los siete. Hasta ahora, Israel ha acertado a disimular su verdadero objetivo con argucias de procedimiento. Ahora le ser¨¢ mucho m¨¢s dif¨ªcil. Una negativa a la ¨²ltima oferta de Baker agravar¨ªa su aislamiento. Incluso podr¨ªa poner en entredicho el tradicional apoyo que ha recibido de EE UU.
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