El general y el rebelde
Jaruzelski y Michnik, dos enemigos en la guerra fr¨ªa, entablan amistad en Espa?a
Incre¨ªble ha sido el alarde de humor, integridad y elegancia de que ha hecho gala el hombre que encarcel¨® a Michnik durante cuatro a?os y contra el que ¨¦ste lanz¨® durante mucho tiempo sus peores ataques en la prensa clandestina. "Jaruzelski nunca ha sido un comunista, siempre fue un arist¨®crata lituano", explicaba entre risas el ministro de Asuntos Exteriores checoslovaco, firi Dienstbier, otro disidente hist¨®rico.Michinik y Jaruzelski se han re¨ªdo a mand¨ªbula partida, han compartido mesa, y durante una ma?ana, la compa?¨ªa de la reina Sofia, que, seg¨²n ambos, ha demolido sus ideas republicanas. Wojclech y Adam, el ex dictador y el ex enemigo p¨²blico, se tutean desde horas despu¨¦s de llegar a Espa?a.
"Saben ustedes, los servicios secretos tienden a exagerar en sus valoraciones, y presentaban a Adam como un diablo con cuernos. En realidad, no es tan mal chico", dec¨ªa el general. Michinik se part¨ªa de risa.
Las biografias no pueden ser m¨¢s distantes. Michnlk, hist¨®rico miembro de la oposici¨®n anticomunista desde 1968, historiador y periodista, dirigente de Solidaridad, preso pol¨ªtico habitual y reincidente hasta la ca¨ªda del r¨¦gimen comunista. Wojclech Jaruzelski, ex presidente del Partido Obrero Unificado, ex primer ministro, ex presidente de Polonia, ex comunista. El general de las gafas negras que durante a?os, desde que implant¨® la ley marcial en Polonia en 1981, fue el rostro fr¨ªo de la dictadura comunista, se ha re¨ªdo en Santander como, seg¨²n dec¨ªa su secretario, no lo hac¨ªa desde su ni?ez. Con su agudo sentido del humor, Jaruzelski rompi¨® todos los prejuicios sobre su persona.
La semana del curso sobre Europa central en Santander se vio dominada por el espectacular gesto de reconciliaci¨®n entre el general y el rebelde. Hablando de Lech Walesa, Michriik respondi¨® Jaruzelski: "?No estabas t¨² empe?ado en esto? Pues ahora ten¨¦is lo que quer¨ªas". Tras una larga carqajada, Michinik le respondi¨®: "Este es el amargo sabor del ¨¦xito".
En una concesi¨®n al humor algo negro de Michnlk, Jaruzelski se avino a una visita al Museo de la Tortura en Santillana. "Muy interesante", dec¨ªa con sorna. Ya en Madrid, Michnlk comentaba la popularidad del general, al que la gente ped¨ªa aut¨®grafos por la calle. "A m¨ª no me conoce nadie, esto no es justicia hist¨®rica".
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