Miles Davis retrata en sus memorias la historia del jazz contempor¨¢neo
Racismo, sexo y drogas en la autobiograf¨ªa del trompetista norteamericano
Miles Davis, uno de los m¨²sicos m¨¢s importantes de la segunda mitad del siglo, cree que para conservarse joven una persona debe olvidar el pasado; pero, cumplidos los 65, el trompetista parece haberse emocionado con las muestras de afecto y admiraci¨®n que le han tributado en Par¨ªs y Montreux. Incluso ha mirado hacia atr¨¢s en una autobiograf¨ªa que acaba de publicar en Espa?a Ediciones B, y que comienza con esta confesi¨®n: "La sensaci¨®n m¨¢s fuerte que he experimentado en mi vida (con la ropa puesta) fue cuando por primera vez o¨ª a Diz [Dizzy Gillespie] y Bird [Charlie Parker]".
"La ¨²nica aportaci¨®n cultural original de Estados Unidos es la m¨²sica que nuestros antepasados negros trajeron de ?frica para modificarla y desarrollarla aqu¨ª". Quien as¨ª se expresa es el responsable de discos que han marcado la historia del jazz -o m¨²sica negra, como ¨¦l prefiere denominarla-; el mismo que a mediados de los anos cincuenta lideraba un legendario quinteto al que acud¨ªan a escuchar estrellas como Alza Gardner, Madon Brando, Elizabeth Taylor, James Dean o Ray Sugar Robinson; el que m¨¢s tarde acoger¨ªa en su grupo a unos j¨®venes m¨²sicos llamados Wayne Shorter, Herbie Hancock, Chick Corea, Tony Williams, Keith Jarrett, Joe Zawinul, John McLaughl¨ªn...Miles Dewey Davis III (Alton, filinois, 1926) no se ha mordido nunca la lengua. En una cena en la Casa Blanca, la esposa de un pol¨ªtico le pregunt¨® qu¨¦ es lo que hab¨ªa hecho de importante para merecer estar ah¨ª. "Mira, detesto que alguien completamente ignorante suelte semejantes mierdas. La mujer se lo hab¨ªa buscado, asi que le dije: "Veamos, yo he cambiado la m¨²sica cinco o seis veces, de modo que supongo que eso es lo que he hecho". La mir¨¦ con frialdad y a?ad¨ª: "Ahora d¨ªgame usted qu¨¦ cosas ha hecho que tengan alguna importancia, aparte de ser blanca".
Sociedad de blancos
La idea de que todo resulta m¨¢s dif¨ªcil para un negro en una sociedad dominada por blancos se repite a lo largo de su autobiograf¨ªa. "Estados Unidos es un lugar tan racista que inspira compasi¨®n. Es exactamente igual que ?frica del Sur, salvo que hoy d¨ªa est¨¢ m¨¢s saneado: su racisimo no est¨¢ tan a la vista".Con un lenguaje rudo, Miles Davis habla de su familia, los inicios en Saint Louls, la llegada a Nueva York en 1944 con el pretexto de estudiar m¨²sica en la prestigiosa escuela Juilliard, los clubes de Harlem y la calle 52 donde naci¨® el bebop, sus andanzas junto a Parker y Gillespie, los contactos con Sartre en el Par¨ªs de los existencialistas, la b¨²squeda de soluciones musicales, las detenciones, el boxeo y la hero¨ªna, a la que estuvo enganchado varios a?os y de la que se liber¨® ¨¦l solo en la granja de su padre tras siete u ocho d¨ªas de atroces dolores: "Sientes que te vas a morir, y si alguien te garantizase que morir¨ªas en dos segundos lo aceptar¨ªas sin titubear. Tomar¨ªas el regalo de la muerte ante la tortura de la vida".
Por las m¨¢s de 400 p¨¢ginas del libro desfilan los grandes nombres de la historia del jazz contempor¨¢neo: Charlie Parker, Dizzy Gillespie, John Coltrane, Bud Powell, Gil Evans, Thelonius Monk, Charlie Mingus, Billie Holliday, Sonny Rollins, Dexter Gordon... Las drogas se llevaron a muchos de ellos, aunque para ¨¦l todav¨ªa siguen presentes: "Vienen a visitarme todos los m¨²sicos que he conocido y que ya est¨¢n muertos... Sus esp¨ªritus caminan a mi alrededor".
La cr¨ªtica musical no pod¨ªa quedar al margen de sus punzantes comentarios. "Los cr¨ªticos sin sensibilidad han destruido mucha m¨²sica de gran calidad y a muchos m¨²sicos que no tuvieron capacidad de decir, con tanto vigor como yo: 'Que os jodan a todos'... Como m¨²sico y como artista siempre he querido llegar al mayor n¨²mero de personas posible. Y nunca me he avergonzado de ello. Nunca he cre¨ªdo que la m¨²sica llamada jazz estuviera destinada s¨®lo a un reducido n¨²mero de personas o a convertirse en una pieza de museo guardada bajo cristal como otras cosas muertas que en alg¨²n momento se consideraron art¨ªsticas...".
Estilo propio
No ha olvidado lo que su padre, un conocido dentista de Saint Louli, le dijo en el oto?o de 1945: "Miles, ?oyes ese p¨¢jaro que canta ah¨ª fuera? Es un sinsonte. No tiene canto propio . Copia el canto de los de m¨¢s, y t¨² no querr¨¢s hacer eso. T¨² ser¨¢s t¨² mismo, tendr¨¢s tu propio canto. De eso es de lo que realmente se trata".Desde hace ya tiempo su salud le traiciona: operaciones de cadera, de laringe, hernias, diabetes, problemas para abrir y cerrar la mano... "Tengo cicatrices por todo el cuerpo, salvo en la cara. Las considero una especie de condecoraciones, la historia de mi supervivencia, el testimonio de que he sabido levantarme de la mierda, vencer la adversidad y seguir adelante haciendo las cosas lo mejor que he podido. Si me enorgullezco de mis cicatrices es porque me dicen que uno puede vencer si tiene coraz¨®n y tenacidad y alma para continuar intent¨¢ndolo".
Babelia
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.