El Gobierno israel¨ª acepta la conferencia de paz

V?CTOR CYGIELMAN, El Gobierno israel¨ª aprob¨® ayer, por 16 votos contra 3, el s¨ª condicionado de Isaac Shamir a la conferencia de paz convocada en la reciente cumbre de Mosc¨² por George Bush y Mija¨ªl Gorbachov. S¨®lo un ministro del Likud, el partido del primer ministro, Isaac Shamir, vot¨® en contra: el titular de Vivienda, Ariel Sharon. Los otros dos noes fueron los de Yuval Neeman, del Tehiya, y Rehavam Zeevi, del Moledeth, grupos ambos ultranacionalistas.

Quiz¨¢ el aspecto m¨¢s interesante de esta votaci¨®n haya sido el aislamiento total de Sharon en el Likud. Sin embargo, la posici¨®n de este halc¨®n, al afirmar que la conferencia "no conducir¨ªa a la paz, sino a una nueva guerra", tiene el respaldo de 10 de los 41 diputados de la formaci¨®n que lidera Shamir.La tesis de Sharon es la siguiente: habida cuenta del compromiso de Shamir de que "no ceder¨¢. ni una pizca de las tierras de la patria", es decir, que no aceptar¨¢ un compromiso territorial, la conferencia est¨¢ condenada al fracaso. Y los ¨¢rabes, frustrados por el rechazo sistem¨¢tico de Israel a evacuar Cisjordania, Gaza y el Gol¨¢n, se inclinar¨¢n por la guerra.

En 1971, recuerda Sharon, el presidente egipcio, Anuar el Sadat, ofreci¨® la paz a la primera ministra laborista, Golda Meir, a cambio del Siria¨ª y de una soluci¨®n equitativa al problema palestino. Se encontr¨® con una negativa, y se puso a preparar la guerra de octubre de 1973. Lo que no menciona Sharon es que, tras la intratable Meir y el no menos obstinado Isaac Rabin, fue Men¨¢jem Beguin, jefe del Likud, quien acept¨® la oferta de Sadat, cuatro a?os despu¨¦s de una guerra terrible que caus¨® numerosas v¨ªctimas en ambos bandos.

Se podr¨ªa aducir que Shamir no es Beguin. En primer lugar, Shamir es; m¨¢s intransigente, y lo demostr¨® al oponerse a la evacuaci¨®n del Sina¨ª, incluso a cambio de la paz. Adem¨¢s, el actual primer ministro no tiene el mismo carisma que aquel incontestado y adorado jefe del Likud.

Beguin ten¨ªa que tratar con Jimmy Carter, un presidente norteamericano sincero pero ingenuo y cuyas convicciones eran rn¨¢s religiosas que pol¨ªticas. Por el contrario, Bush es un animal pol¨ªtico fr¨ªo, experto en manipulaciones, un maestro en utilizar el palo y la zanahoria. Y, adem¨¢s, Bush se ha encontrado con el problema de Oriente Pr¨®ximo cuando Estados Unidos es la ¨²nica superpotencia mundial, a causa del colapso sovi¨¦tico. Y Washington puede contar con el apoyo total de la URSS y la Comunidad Europea.

Shamir se enfrenta hoy a un conjunto de circunstancias hist¨®ricas excepcionales, que no exist¨ªan en tiempos de Beguin y Sadat, bajo el ojo vigilante de Carter. Y, por fin, la principal zanahoria norteamericana, la ayuda econ¨®mica a Israel, puede convertirse tambi¨¦n en un grueso palo en un momento en el que el Gobierno de Shamir necesita, m¨¢s que nunca, la buena voluntad de Washington para poder integrar a centenares de miles de inmigrantes de la URSS que contin¨²an, pese a todo, afluyendo a Israel.