No disparar al motorista
UN ALCALDE de pueblo veraniego ha emitido un bando prohibiendo el uso de las motos a partir de las doce de la noche. Est¨¢ bien que los alcaldes vayan recuperando cada vez mayor protagonismo: es una f¨®rmula de la tradici¨®n municipalista espa?ola. Pero, sobre todo, este protagonismo es interesante en estos pueblos de veraneo, donde una poblaci¨®n de aluvi¨®n desborda cada a?o las previsiones normales, e incluso llega con un ¨¢nimo transgresor y algunas veces despectivo. Sin embargo, la fuerza cl¨¢sica de los alcaldes -de M¨®stoles o de Fuenteovejuna- no vale para justificarlo todo: la prohibici¨®n de circular en moto parece m¨¢s bien un ucase que un bando.Tiene, adem¨¢s, la importancia de una posible incitaci¨®n: la extraordinaria difusi¨®n que ha tenido la noticia menor indica que: hay muchas autoridades que querr¨ªan repetir la prohibici¨®n, y extenderla incluso a las grandes ciudades. Est¨¢ nutrida por una especie de resentimiento de fondo que hay contra los motos, y contra la juventud que las usa. Hay quien despierta como un asesino: pero no hay que disparar al motorista.
La irregularidad no consiste en circular despu¨¦s de las doce de la noche, sino en hacer ruidos excesivos a partir de esa hora, y aun a cualquier otra, porque el silencio es un derecho de todo momento. Como la velocidad excesiva, circular sin casco o con pasajeros no autorizados, o cualesquiera otras imprudencias que puedan cometerse a bordo de una rnoto, se trata de violaciones del C¨®digo de Circulaci¨®n que no pueden resolverse con una medida tan dr¨¢stica como la prohibici¨®n de las motos, ni parcial ni totalmente; como no se pueden prohibir los j¨®venes. Los accidentes de carretera que est¨¢n ocurriendo desgraciadamente en estos meses de julio y agosto, y que superan ya cifras pasadas, no pueden incitar a suprimir los coches, ni las vacaciones.
Las motos hacen ruidos atronadores a veces deliberadamente: porque se modifica, su tubo de escape y sus protecciones silenciadoras. Es la ufan¨ªa de representantes especiales de una generaci¨®n donde el prestigio se une al ruido, en discotecas, o en veh¨ªculos. Esto debe ser perseguido en toda, Espa?a: y suficientemente castigado. Como toclos los ruidos. Los veh¨ªculos recogedores de basura, por ejemplo, de los que son responsables los ayuntamientos y sus funcionarios, que se estimulan entre s¨ª a grandes voces. Los ayuntamientos deber¨ªan prohibirse a s¨ª mismos, o multarse, ya que no son capaces de obligarse a cumplir sus bandos.
Sociedad de minor¨ªas ruidosas, en verano es m¨¢s perjudicial para las ma, or¨ªas calladas o aspirantes al sue?o: est¨¢n las ventanas abiertas, y las ciudades y los pueblos parecen, tener otra oquedad y otro rebote de los estent¨®reos galanes, de los ladridos de los perros -que suelen estimularse por los ruidos de las calles que no son los habituales-, por las ventanas y las puertas abiertas de las discotecas, o de los insomnes con radio o altas fidelidades que acompa?an su estupor nocturno. Las brigadas verdes que tienen algunos ayuntamientos dedicadas a evitar formas de poluci¨®n deben actuar frente a esto; y todos debemos adquirir y trasmitir unas formas c¨ªvicas de comportamiento que se est¨¢n desvaneciendo junto a otros modos y maneras que han ido pareciendo anticuados o cursis a los nuevos habitantes.
De esto a la prohibici¨®n de las motos hay un mundo. Aunque la rnedida pueda parecer popular. Con las prohibiciones hay que tener siempre mucho cuidado, y estar muy seguros de su j usticia o de la maldad de lo prohibido. Parece que hay una t¨®nica general, a medida que la democracia toma tintes autocr¨¢ticos: habr¨ªa que revisarlo.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.