Cinco a?os contra el olvido de John
La ex novia del reh¨¦n brit¨¢nico logr¨® mantener vivo el recuerdo del periodista durante 1.943 d¨ªas
?l es un h¨¦roe popular. Ella es la novia ideal. ?Se unir¨¢n de nuevo? Han pasado m¨¢s de cinco a?os desde que ¨¦l, un joven periodista de televisi¨®n, viaj¨® a Beirut. Ella, secretaria en la misma compa?¨ªa televisiva, se qued¨® en Londres con los ahorros de ambos. Deb¨ªa pagar la entrada de un piso, la casa en la que, al cabo de tres a?os de noviazgo, iban a vivir juntos. Pero ¨¦l, John McCarthy, fue secuestrado por un grupo proiran¨ª. Y ella, Jill Morrell, no compr¨® jam¨¢s el piso. Invirti¨® el dinero y un inmenso esfuerzo en una misi¨®n agotadora: que nadie olvidara a John.La t¨ªmida secretaria se sobrepuso al desaliento y salv¨® todos los obst¨¢culos. El Foreign Office manten¨ªa contactos con la familla de McCarthy, pero no con ella. "Si eres s¨®lo una novia, no eres nadie", se quej¨® una vez. Pero call¨® y esper¨® durante meses. El Gobierno brit¨¢nico aconsejaba evitar la publicidad sobre el asunto, y ella obedeci¨®. Al fin, tras 18 meses sin resultados y sin pruebas de que ¨¦l viviera, el reh¨¦n franc¨¦s Jean-Paul Kauffman fue liberado y dijo que John estaba bien. Jill no lo dud¨® m¨¢s. Convoc¨® una rueda de prensa y cre¨® una asociaci¨®n, los Amigos de John McCarthy, que se ha hecho c¨¦lebre y ha contribuido en gran medida a la liberaci¨®n del reh¨¦n. Viaj¨® a Chipre y a Siria, se entrevist¨® con Yasir Arafat, se enfrent¨® en debates televisivos con los pol¨ªticos que dec¨ªan hacer "todo lo posible", recogi¨® fondos, pag¨® anuncios y vallas publicitarias, convoc¨® manifestaciones y vigilias silenciosas.
Nunca cej¨® en su empe?o, ni siquiera cuando anunci¨® que ya no era "la novia" de John, sino "una amiga m¨¢s" de John. "Dentro de 10 a?os ser¨¦ demasiado mayor para tener hijos", escribi¨® en un art¨ªculo. No pod¨ªa hipotecar su vida por un hombre que quiz¨¢ no volver¨ªa, o tal vez la hab¨ªa olvidado. Pero la "amiga" no se rindi¨®. Opt¨® por ceder el protagonismo a otros miembros de la asociaci¨®n cuando constat¨® que su rostro se hab¨ªa hecho demasiado popular en el Reino Unido, porque no quer¨ªa que su imagen eclipsara "la importante, la de ¨¦l". Cada a?o, el d¨ªa del cumplea?os de John, los peri¨®dicos de Beirut publicaban un anuncio a toda p¨¢gina con un mensaje para ¨¦l: "No pierdas la esperanza, cari?o". Y John no la perdi¨®.
El jueves 8 de agosto de 1991, 1.943 d¨ªas despu¨¦s de su secuestro, John McCarthy recuper¨® la libertad. Ten¨ªa buen aspecto, bromeaba incluso. Todas las campanas sonaron y al Reino Unido le brot¨® una sonrisa. Ese mismo d¨ªa, en Londres, estaba convocado un nuevo festival para recordarle.
Exactamente al comienzo del acto, Jill se reencontraba con John en el club de oficiales del aeropuerto militar de Lyneham.
Nadie sabe lo que se dijeron. 'Supongo que alguna trivialidad", hab¨ªa aventurado ella horas antes. Ayer, ¨¦l no habl¨®. Permaneci¨® en las habitaciones militares puestas a su disposici¨®n, con su padre y su hermano. Ten¨ªa que digerir la noticia de la muerte de su madre, ten¨ªa que habituarse a su nueva situaci¨®n. Jill tampoco habl¨®.
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