"Espa?a es mi ¨²ltimo lugar"
El bar¨®n, tambi¨¦n hay que decirlo, da mejor al natural que en las fotos, sobre todo cuando le sacan al borde de la piscina escurri¨¦ndose el agua de sus muslos septuagenarios.Es un hombre extremadamente comunicativo que posee el don de casi todas las lenguas, a excepci¨®n de la espa?ola. Pero ?qui¨¦n iba a dirigirse a Hans Heinrich von Thyssen-Bornernisza de Kaszon, desde la cuna de la beautiful jet, que no hable ingl¨¦s, franc¨¦s, alem¨¢n, holand¨¦s, italiano o h¨²ngaro? Adem¨¢s, a partir de cierta hora de la madrugada, y de cierto n¨²mero de copas, vivos y muertos resucitan si es preciso el esperanto.
Recuperado de cuatro matrimonios fallidos, de una operaci¨®n de coraz¨®n y de un brote de c¨¢ncer de piel, Von Thyssen rechaza con muy buen humor la imagen de hombre fr¨ªvolo que tiene de ¨¦l la opini¨®n p¨²blica. Y se pregunta, ?se puede ser fr¨ªvolo durante m¨¢s de 40 a?os? ?Qu¨¦ es ser fr¨ªvolo?
Recuerda que su padre le dio autonom¨ªa total y absoluta a los 23 a?os y desde esa edad no ha sido m¨¢s que un hombre de negocios ocupado en mejorar la herencia recibida. Pero el p¨²blico, a?ade Thyssen, ignora que despu¨¦s de la muerte del padre la situaci¨®n de los negocios era p¨¦sima. En Alemania le fueron confiscados los bienes. En Holanda las f¨¢bricas fueron destruidas por los bombardeos. Y ¨¦l tuvo que rehacerlo pr¨¢cticamente todo al terminar la guerra. "En cierta ocasi¨®n estaba tan mal de dinero que tuve que vender mi reloj para pagar la factura de un hotel", dice.
Thyssen naci¨® en Holanda (de padre alem¨¢n y madre h¨²ngara) y all¨ª recibi¨® buenos consejos de sus amigos, dentro y fuera del Gobierno. Obtuvo cr¨¦ditos y vendi¨® algunas empresas para crear otras. Ten¨ªa tres astilleros. Dos en Holanda y uno en Alemania. Fueron pr¨¢cticamente arrasados. En vez de buques fabricaban mecheros. Poco a poco los puso a flote. Hizo barcos para la empresa petrolera norteamericana Mobil Oil. No tard¨® demasiado en obtener beneficios. 15 a?os despu¨¦s de la victoria aliada, todo empez¨® a ir bien. Diversific¨® los negocios, centrados antes en el acero, ampliando su actividad con las minas del Rhin, f¨¢bricas de maquinaria agr¨ªcola en los Estados Unidos y gas natural en Alemania.
Su opini¨®n del dinero la resume as¨ª: hay que ponerlo en acci¨®n. Hay que tenerlo siempre en movimiento. Si el dinero no se consume se pierde como la energ¨ªa el¨¦ctrica. Y a?ade que el socialismo es la respuesta a los excesos del capitalismo. "Cuando no se cometen excesos, no existe socialismo. Los obreros de mis empresas se negaban a mi jubilaci¨®n. Les anunci¨¦ que me retiraba y dijeron que no lo hiciera. Y no quer¨ªan que me jubilase porque yo les hab¨ªa dado poder de decisi¨®n en los negocios. Compart¨ªamos ese poder en un sistema parecido a la cogesti¨®n. Yo creo que el obrero tiene algo que decir y hay que escucharle".
Otra cosa es Am¨¦rica, dice Thyssen. "Los Estados Unidos es un pueblo de inmigrantes. Fueron llen¨¢ndolo los pobres de Europa. All¨ª son realmente capitalistas porque s¨®lo creen que pueden funcionar las cosas bien dentro de ese sistema instaurado por los triunfadores de la pobreza. Todo est¨¢ condicionado al beneficio".
Reconoce que hay abusos. Que se cometen excesos. Que existe pobreza. Que la vejez es dura para cuantos no tienen garantizadas sus pensiones, que son muchos. Y que eso es injusto. Pero del otro lado tambi¨¦n se cometen abusos. "?Qu¨¦ pasa en Espa?a, por ejemplo, con la Sanidad? De alguna forma hace falta un sistema que frene los excesos de m¨¦dicos y de pacientes".
"Yo tengo un poco de c¨¢ncer encima de la nariz. Fui a un m¨¦dico en Madrid. Me dijo que ten¨ªa que hospitalizarme. Entonces me fui a Barcelona. Y otro m¨¦dico me resolvi¨® el problema en una hora. No me hizo perder tiempo ni gastar un dinero innecesario. "Y' si eso sucede en la medicina privada, hay que ver lo que sucede en la otra", dice Thyssen.
Luego habla de su colecci¨®n de pintura iniciada por su padre, quien le nombr¨® director de la fundaci¨®n creada en Suiza. "mis tres hermanos (un var¨®n y dos hembras, una de ellas ya muerta) atacaron la fundaci¨®n. Fuimos hasta el Tribunal Supremo en Suiza, que la declar¨® nula. Entonces se repiti¨® la obra entre los herederos y las autoridades suizas cometieron un error del que se habr¨¢n arrepentido, creo: permitieron que los cuadros salieran del pa¨ªs, algo que antes estaba prohibido en los mismos estatuto de la fundaci¨®n. As¨ª que la colecci¨®n se disemin¨®. Les compr¨¦ casi toda la obra a mis hermanos. Y as¨ª como mi padre nunca mostraba sus cuadros al p¨²blico, yo lo hice desde el principio, porque creo que el arte debe ser propiedad de todos".
Recuerda las excentricidades de su hermano, que se hizo amigo de Batista y se nacionaliz¨® cubano, con tan mala fortuna que luego Castro lo tir¨® a patadas de la isla y le dej¨® con lo puesto. "Se fue a vivir a Nueva York. Vivi¨® algunos a?os en un hotel con su familia pero con dificultades para pagarlo.Yo le ayudaba. Era un cient¨ªfico. Un inventor. Invent¨® un aparato para saber d¨®nde hay petr¨®leo. Estaba un poco loco. Cre¨ªa que s¨®lo con vitaminas se pod¨ªa vivir. No com¨ªa nada. Tragaba vitaminas. Ese exceso lo mat¨®".
Ahora la vida del bar¨®n gira en tomo al museo de Madrid y la fundaci¨®n que lleva su nombre. Dice que est¨¢ satisfecho del trabajo que realiza el arquitecto Moneo, aunque lamenta que las obras sufran ya un retraso de un a?o. Pero lo explica as¨ª: "Moneo es un. artista y a un artista no se le pueden dar prisas".
Quien parece ir con toda puntualidad, incluso por delante del reloj, es la baronesa. "Tita dirige la decoraci¨®n. Todo va a ser colorista. Cada piso distinto. Uno ser¨¢ de color siena. Otro lo quiere pintar en rojo. Y otro en verde. ?Qu¨¦ quiere que le diga! ?A lo mejor dentro de 10 a?os hay que cambiarlo todo!".
Irrumpe la baronesa en la habitaci¨®n como si fuera Jane, la mujer de Tarz¨¢n, descolg¨¢ndose de una rama. Dice que tiene que irse a un mercadillo sin perder un minuto. El bar¨®n intenta retenerla: "?Puedo acompa?arte, puedo ir contigo?". Tita le dice que no. Es mejor que no vaya con ella. "Hace mucho calor, vida m¨ªa, no te va a sentar bien tanto calor. Volver¨¦ pronto".
Pero el bar¨®n, si no es casto, al menos es sabio: "Vendr¨¢ tarde, la conozco". Y pide un vaso de vino con el que se adentra en el dormitorio, saca unas grageas de aceite de h¨ªgado de bacalao, magn¨ªficas para los problemas circulatorios, y muestra su pasaporte h¨²ngaro (tambi¨¦n tiene otro suizo), para explicar que su segundo apellido, Bornemisza, significa literalmente en h¨²ngaro, "no bebedor de vino". Despu¨¦s suelta la carcajada.
Est¨¢ deseoso de hablar de mujeres. "S¨®lo me importa Tita, estoy loco de amor por Tita", repite. "No s¨¦ c¨®mo me pude casar con otras luego de conocer a Tita ...". Recuerdo haber le¨ªdo esto mismo en unas declaraciones suyas publicadas en una de las revistas que lo presentan como un ser fr¨ªvolo. ?Acaso teme que Tita le rorripa una porcelana de Lladr¨® en la cabeza si dice no estar ya tan loco por ella?, le pregunto. Y el bar¨®n a¨²n r¨ªe m¨¢s. "Es maravillosa, de verdad que la adoro".
Lamenta estar excomulgado porque es cat¨®lico y no hiabo forma de obtener anu laciories vaticanas. Sin embargo, a?ade, nadie: es quien para la felicidad. "Todo lo que necesitaba era una buena compa?era, inteligente y atractiva. Tita es eso, ?no le parece?".
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