Invalidez absoluta
Ord¨®?ez / Mendes, Mart¨ªn, Ponce
Todos los toros anunciados estaban inv¨¢lidos, el sobrero tambi¨¦n. Aparec¨ªan los toros, pegaban par de carreras y pocos trancos despu¨¦s, se desplomaban.El sexto no se desplom¨® tras esas carreras ni tampoco al sentir los dos puyacitos que le administraron, y la gente no sal¨ªa de su asombro. Se supone que los toreros tampoco.
Toros de Antonio y Carmen Ord¨®?ez, bien presentados, cornalones, inv¨¢lidos; 4? devuelto por este motivo. Sobrero de Justo Nieto, serio, sospechoso de pitones, flojo e incierto.
Alguno ya ped¨ªa explicaciones a quien corresponda: "Oiga usted, quien corresponda: ?se puede saber por qu¨¦ no se cae este toro?". Menos mal que el toro, un poco m¨¢s tarde, fue y se cay¨®. El aficionado pregunt¨®n, en silencio, habr¨ªa estado m¨¢s guapo, y quien corresponda, m¨¢s tranquilo. Es lo malo de los aficionados: que se precipitan. Y el inconveniente de ser "quien corresponda": que siempre le sale un aficionado molestando con preguntas intemperantes.
Victor Mendes: estocada corta, rueda de peones y dos descabellos (silencio); pinchazo hondo ca¨ªdo, rueda de peones y dos descabellos (silencio). Pepe Luis Mart¨ªn: dos Pinchazos bajos, estocada corta, rueda de peones y descabello (palmas); dos pinchazos perdiendo la muleta y descabello (silencio). Enrique Ponce: bajonazo descarado y descabello (petici¨®n y vuelta); estocada (oreja).
La intemperancia, a veces, es del propio toro. Con los toros ocurre como con las personas: que algunos se pasan. Fue el caso del cuarto. Los toros anteriores y posteriores al cuarto, se derrumbaban tras los trancos, y al notar el escozor de la puya piconera perd¨ªan el conocimiento, pero durante el tercio de banderillas ten¨ªan el buen gusto de permanecer tiesecitos sobre sus cuatro pezu?as.
Plaza de Vista Alegre, 17 de agosto.
El cuarto, en cambio, en lugar de permanecer tiesecito sobre sus cuatro pezu?as perdi¨® las cuatro; quiere decirse que las levant¨® a los espacios a¨¦reos mientras su corpach¨®n se desparramaba por la arena cuan largo era. Y entonces, a quien corresponda, que ocupaba la presidencia, debi¨® de invadirle un tremendo bochorno pues sac¨® el pa?uelo verde para que el toro intemperante volviera al corral.
Primera corrida de feria. Dos tercios de entrada.
Algo inaudito en Bilbao. Al anterior presidente, que se llama don Carmelo, ni siquiera se le habr¨ªa pasado por la imaginaci¨®n perpetrar semejante atentado contra los intereses de cuantos se mueven por los callejones y otros entrebastidores de la fiesta.
El sobrero result¨® bronco. Ese toro y el primero fueron los ¨²nicos broncos de la corrida, y correspondieron a Victor Mendes, que los banderille¨® y despu¨¦s los machete¨® aseadamente. La fortuna se mostr¨® muy diversa con los tres espadas y, en cambio, muy parigual con cada uno de ellos.
Porque a Pepe Luis Mart¨ªn le correspondieron dos ejemplares que acabaron sin embestida ninguna, y a Enrique Ponce otros dos, que dentro de la invalidez generalizada, sacaron embestidillas boyantes.
Con este g¨¦nero, Mart¨ªn s¨®lo pudo esbozar algunas muestras de su buen corte torero, y Enrique Ponce, muchas m¨¢s.
Al p¨²blico en general, las faenas de Enrique Ponce le supieron a gloria, porque se trataba de faenas muy distintas a las que se suelen ver cada tarde de fiesta, cada tarde de feria. Ejecutaba un toreo cl¨¢sico, es cierto, pero precisamente por eso.
El p¨²blico en general no est¨¢ acostumbrado a ver un torero que cita a la distancia debida, carga la suerte, liga los pases sin perder terreno y para rematar las tandas aporta un buen repertorio de recursos, muchos de ellos cargados de aromas, como las trincherillas hondas o los cambios de mano garbosos.
No est¨¢ acostumbrado a verlo ni, por tanto, a sentir ese estremecimiento -leve o profundo; depende- que produce la manifestaci¨®n del arte en lo rec¨®ndito de las almas sensibles. Esto mismo que se ha dicho, si es con toros verdaderos, a veces las almas sensibles ni lo pueden resistir. M¨¢s de un aficionado, despu¨¦s de ver torear con arte un toro ¨ªntegro, ha salido del coso creyendo que se le hab¨ªa aparecido la Virgen.
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