El Formidable, corneado por un terror¨ªfico Palha
El sexto toro, un impresionante Palha de leyenda, arroll¨® nada m¨¢s salir a Juan Cu¨¦llar, llev¨¢ndole varios metros prendido en el pit¨®n a la altura del cuello, y poco m¨¢s tarde, durante la brega, enganchaba por el vientre a El Formidable. La leyenda de los Palha, aquellos que a principios de siglo los anunciaban "horror, terror y pavor", se reviv¨ªa en la negra arena del coso bilba¨ªno de Vista Alegre, en este plomizo atardecer de domingo.Juan Cu¨¦llar se incorpor¨®, con expresi¨®n de estupor, y como sangraba por el cuello, las asistencias se lo llevaron r¨¢pidamente a la enfermer¨ªa. El Formidable no pudo incorporarse Qued¨® en el suelo, inm¨®vil, boca arriba, a pesar de que estaba consciente y de que el terror¨ªfico toro pajareaba en derredor buscando, presa para la tremenda arboladura de sus pitones, sin hacer el menor caso de los gritos de las cuadrillas y del revuelo de sus capotes, que flameaban, nerviosamente, para el quite. Finalmente, entre Tom¨¢s Campuzano y varios banderilleros consiguieron recogerle y se apresuraron a llevarle tambi¨¦n a la enfermer¨ªa, pues la impresi¨®n era que llevaba cornada grande
Palha / Campuzano, Castillo, Cu¨¦llar
Toros de Palha, muy bien presentados, bravos segundo y quinto; ¨¦ste manejable, resto de feo estilo, sexto, manso y peligroso. Tom¨¢s Campuzano: bajonazo descarado (silencio); bajonazo descarado (silencio); metisaca baja y estocada baja (ovaci¨®n). Pedro Castillo: Tres pinchazos y descabello (silencio); pinchazo bajo, estocada corta ladeada, rueda de peones y dos descabellos (aplausos y salida al tercio). Juan Cu¨¦llar: estocada corta trasera atravesada y descabello (silencio); cogido al recibir al sexto, sufre cornada de siete cent¨ªmetros bajo el maxilar inferior, de pron¨®stico leve. El banderillero El Formidable, cogido por el sexto, sufre cornada de 20 cent¨ªmetros en el vientre, a la altura del colon, con trayectorias exterior e interior. Pron¨®stico grave. Plaza de Vista Alegre, 18 de agosto. Segunda corrida de feria. Tres cuartos de entrada.
El toro no obedec¨ªa a los quites porque no obedec¨ªa a nada El toro era un marrajo. ?nicamente El Formidable hab¨ªa conseguido fijarlo, lo que hizo entre ovaciones, por el procedimiento de pisarle su terreno y obligarle a humillar. Sin embargo, el toro pudo m¨¢s. Al quinto o sexto capotazo, alarg¨® el cuello y hundi¨® el asta aparatosa en el vientre del torero.
El picador veng¨® a todos. Persigui¨® al toro, que hu¨ªa berrearite, y estuvo meti¨¦ndole puya con toda la fuerza de que su brazo era capaz, a lo largo de medio redondel. Tom¨¢s Campuzano, que hubo de hacerse cargo de la lidia, machete¨® brevemente y mat¨® por los bajos.
Toda la corrida, salvo la ¨²nica excepci¨®n del quinto toro, tuvo ese estilo. Incluso el, segundo, que se comport¨® con excepcional bravura en varas, acab¨® sin apenas embestida y Cogida de Juan Cu¨¦llar. sin fijeza. La falta de fijeza fue el problema generalizado de los Palha. Tom¨¢s Campuzano lo resolvi¨® con excelente t¨¦cnica muletera, presentando adelante la pa?osa para que los toros no perdieran su referencia, y de esta manera consigui¨® algunas tandas de derechazos en el primero, de naturales en el cuarto,
Juan Cu¨¦llar, con el ¨²nico toro que lidi¨®, estuvo muy valiente en insistentes porf¨ªas, mientras Pedro Castillo s¨®lo pudo porfiar tambi¨¦n al segundo, pues ese toro lleg¨® totalmente aplomado al ¨²ltimo tercio. Al quinto, en cambio, le instrument¨® numerosas tandas de derechazos de factura desigual y no mucho arte, seguramente desaprovechando el ¨²nico Palha que sac¨® la bravura y la casta exigibles en una ganader¨ªa de leyenda. Castillo, asimismo, banderille¨® a los dos ejemplares de su lote con bastante mediocridad y escaso ajute. Le aplaudieron bastante por eso.
Pero, a quien aplaudieron de verdad fue a El Formidable, por los dos pares que prendi¨® al cuarto toro. El Formidable lleg¨® a poner al p¨²blico en pie en sus dos intervenciones. Y cuando tuvo la verguenza torera de fajarse con el marrajo que sali¨®, para desgracia de todos, en sexto lugar, poniendo orden y mando en el redondel, la plaza se ven¨ªa abajo. El precio que pag¨®, sin embargo, la cornada, result¨® demasiado caro. Y dej¨® en el ocaso de la tarde pl¨²mbea una sensaci¨®n de profunda tristeza.
Babelia
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