Occidente y Gorbachov
En el an¨¢lisis de las consecuencias del extraordinario drama vivido en Mosc¨² esta semana es importante ver con claridad lo que ha cambiado y lo que no. Lo que ha cambiado, afortunadamente, es que el fracaso del golpe ha desacreditado y minado a los reaccionarios opositores a la reforma, retirando toda excusa para no llevarla a cabo radicalmente o a un ritmo aceptable. Pero no desaparece la amarga realidad econ¨®mica del colapso sovi¨¦tico o los abrumadores problemas estructurales para reformar el corrupto, ca¨®tico e incompetente sistema de planificaci¨®n central. (...)La cuesti¨®n m¨¢s urgente e inmediata es qu¨¦ hacer con el Tratado de la Uni¨®n. (...) El Tratado, tal como se concibe, resulta desesperadamente confuso y no hace desaparecer uno de los principales obst¨¢culos para tornar decisiones racionalmente en la Uni¨®n Sovi¨¦tica: la inexistencia de una distribuci¨®n l¨®gica de los recursos y responsabilidades entre el centro y las rep¨²blicas. (...)
El Tratado de la Uni¨®n es esencial en cualquier soluci¨®n del problema m¨¢s acuciante e inmediato, que es la inminente hiperinflaci¨®n producida por el creciente d¨¦ficit p¨²blico y la enorme oferta de dinero in¨²til.
John Major ha dado el giro adecuado al decir ayer que Occidente, sin prometer la luna, deber¨ªa reconsiderar qu¨¦ har¨¢ en la pr¨¢ctica para ayudar. Europa necesita una cumbre dedicada por entero a este asunto antes de Maastrich en diciembre.
23 de agosto
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