Inteligencia tonta
EL ESP?A nunca morir¨¢: es una cuesti¨®n de naturaleza que se va multiplicando desde el chivato de colegio y el mir¨®n por el ojo de la cerradura hasta los grandes trabajadores del g¨¦nero. En las conversaciones de El Escorial, dentro de un ciclo dedicado al tema, ha comparecido hasta un personaje tan caracter¨ªstico como Christine Keeler, la famosa protagonista del esc¨¢ndalo que en 1963, cost¨® el puesto al ministro brit¨¢nico de Defensa. "Prostituta, s¨ª; esp¨ªa, no", ha declarado, acogi¨¦ndose a la profesi¨®n que hoy resulta m¨¢s honorable. Los esp¨ªas han quedado completamente desprestigiados tras los acontecimientos de los ¨²ltimos a?os; sobre todo, de los ¨²ltimos meses. Y especialmente los esp¨ªas no humanos, tecnol¨®gicos, que parec¨ªan ser los grandes due?os de la situaci¨®n. Nadie supo, o no se dijo, que Sadam Husein iba a invadir Kuwait; en canibio,, se asegur¨® que ten¨ªa el cuarto gran ej¨¦rcito del mundo, que sus misiles dirigidos pod¨ªan alcanzar Israel con una precisi¨®n absoluta, y que se cargaban con agentes t¨®xicos y biol¨®gicos.Los sucesos actuales de la Uni¨®n Sovi¨¦tica fortalecen tambi¨¦n la Idea de que no se esp¨ªa bien, y de que lo que pomposamente se llama inteligencia, en la suposici¨®n de que el resto de las actividades militares en una guerra carecen de ella, ha dejado de existir. Cuando le preguntaron a Gorbachov en uno de estos ¨²ltimos penosos interrogatorios c¨®mo era posible que el movimiento de tropas en todo el pa¨ªs necesario para dar el golpe pasara sin ser advertido por los servicios, Gorbachov admiti¨® que los ingenios celestes son capaces de ver I?as matr¨ªculas de los coches, y de escuchar conversaciones privadas dentro de ellos y, sin embargo, no se hab¨ªan enterado de nada. No s¨®lo los suyos, sino los del. enemigo potencial, Estados Unidos. Despu¨¦s de todo, Sadam enga?¨® a estos ojos lejanos con tanques y ca?ones de cart¨®n, aunque todav¨ªa no se sabe c¨®mo fue posible: que las nueve bases de datos norteamericanas que procesaron informaci¨®n sobre Irak en v¨ªsperas de la guerra tomaron por una importante instalaci¨®n militar el bunker de Bagdad bombardeado en febrero y entre cuyas paredes perecieron decenas, tal vez cientos de civiles: hombres, mujeres y ni?os.
Los mismos golpistas de Mosc¨² no tuvieron informaci¨®n suficiente como para saber cu¨¢l era el estado de ¨¢nimo de la opini¨®n p¨²blica y con qu¨¦ clase de resistencia se iban a encontrar. Uno de los fallos del espionaje humano, seg¨²n se ha visto en casi todo este siglo, es que los agentes van viendo las cosas seg¨²n les convendr¨ªa a ellos, y acent¨²an un poco los datos en el sentido de la conveniencia del jefe que les escucha, el cual a su vez aumenta los datos favorables al continuar la cadena: as¨ª se puede llegar al error total.
El padre de la cibern¨¦tica, Norbert Wiener, escribi¨® en uno de sus libros que, en nuestro tiempo, el secreto ha dejado de existir porque lo que se descubre se transmite aun sin querer. En ciencia puede ocurrir que solamente el anuncio de un hallazgo permita al competidor llegar al mismo hallazgo, porque ya sabe que el problema tiene soluci¨®n. En estos asuntos pol¨ªtico-militares, el secreto se enreda a veces porque quienes interpretan los datos, mec¨¢nicos o humanos, querr¨ªan siempre que: fueran mejores.
Los dos servicios m¨¢s famosos del mundo, el KGB y la CIA, se acaban de equivocar estrepitosamente. El primero, al preparar un golpe sin informarse de que no iba a tener las adhesiones suficientes; la segunda, al no enterarse. La inteligencia ya no es lo que era.
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