Un libro-bomba hiere a un agente en su domicilio de Madrid
Un libro-bomba explot¨® alrededor del mediod¨ªa de ayer en la vivienda del polic¨ªa Nacional al que estaba destinado, en el n¨²mero 20 de la madrile?a calle Congosto, cuando el agente, cuya identidad no ha sido facilitada, intent¨® arrojarlo por la terraza. La explosi¨®n rompi¨® los timpanos del funcionario, que acababa de volver de las vacaciones con su mujer y su hijo. En el paquete que envolv¨ªa el libro-bomba figuraba como remitente la Expo 92.Un vecino guard¨® el paquete que conten¨ªa el libro durante unos 20 d¨ªas hasta que ayer por la ma?ana, con la familia del polic¨ªa ya en casa, subi¨® al 3? B para entreg¨¢rselo. Al abrir el envoltorio, el agente vi¨® el libro y, sospechando su contenido, lo arroj¨® a la terraza. Pese a su r¨¢pida reacci¨®n, la bomba estall¨® en la casa, rompi¨¦ndole los timpanos, al tiempo que abr¨ªa un boquete en la terraza y destrozaba los tabiques de la casa.
Al oir la explosi¨®n, vecinos del inmueble y de los edificios vecinos salieron corriendo a la calle, pensando que hab¨ªa estallado una bombona de gas. "Hasta mi madre, de 85 a?os, que lleva Sonotone, oy¨® el estallido", comentaba ayer una mujer que vive en la zona. Los bares y tiendas que hay alrededor del edificio, un bloque de ladrillo marr¨®n de tres pisos en el pueblo de Vallecas, se quedaron vac¨ªos.
"El estallido hizo temblar los cristales del bar. Todos los que est¨¢bamos dentro pensamos que hab¨ªa explotado una bombona de gas. Salimos corriendo, descontrolados, sin saber d¨®nde hab¨ªa sido o qu¨¦ hab¨ªa pasado", cuenta Manuel Ruiz, due?o de una marisquer¨ªa situada enfrente del polic¨ªa.
Con el susto en el cuerpo, el hombre que hab¨ªa guardado el libro-bomba, un taxista casado y con dos hijos, se dirigi¨® al mes¨®n m¨¢s pr¨®ximo. "Vino temblando a tomarse unas ca?as. Nos cont¨® que lo hab¨ªa tenido durante m¨¢s de 15 d¨ªas encima del televisor", explicaba Jes¨²s, el due?o del mes¨®n. "No es la primera vez que ocurre: hace unos meses explot¨® otra cerca del polideportivo y mat¨® a dos polic¨ªas", dec¨ªa la mujer de Jes¨²s, mientras atend¨ªa a los clientes que de nuevo llenaban el mes¨®n, como si nada hubiese pasado.
"No hay derecho a que ocurra esto. Este es un barrio obrero y no tienen porqu¨¦ molestarnos", comentaba enfadada Paulina G¨®mez, que vive con su familia en un edificio pr¨®ximo.
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