Kerenski y Gorbachov
Como dec¨ªa Gorbachov, se trata de una guerra religiosa. A los reformistas radicales no les basta con tener el poder: pretenden que sus oponentes ideol¨®gicos se arrepientan no ya de sus cr¨ªmenes, sino de sus creencias. Tienen que renegar de su fe socialista, hay que reeducarlos. Hasta a los comentaristas occidentales se les pega la nueva uniformidad y olvidan aquello de "libertad para el que piensa lo contrario que uno".En su frustraci¨®n acumulada no se aperciben de que la r¨¦plica justa de los denostados bolcheviques de anta?o son ellos mismos. Que no se confundan: en el 17 no eran precisamente los bolcheviques los que ten¨ªan los tanques y los generales de su parte, sino esa misma vanguardia joven, impaciente y especialmente radicalizada en Petrogrado y Mosc¨². No proyectemos la imagen de los bur¨®cratas y generales ajados del presente sobre circunstancias tan opuestas del pasado. ?No ven el parecido en la suerte del moderado Kerenski y la de Gorbachov? El viejo orden, con el que aqu¨¦l condescend¨ªa, se le sublev¨® al mando de Kornilov. Fueron entonces los bolcheviques los que m¨¢s ten¨ªan que perder, los ¨²nicos capaces de pararlo, pero dejaron al centrista Kerenski sin apoyo frente a su propio contragolpe. Se creen estos rebeldes de hoy con derecho tambi¨¦n a saltarse la estricta legalidad. Les une, es cierto, la reforma econ¨®mica y la desactivaci¨®n de toda amenaza involucionista. Lenin, en cambio, aunque ve¨ªa su pa¨ªs devastado por una guerra indeseable y una insurrecci¨®n generalizada en el campo, lo hizo por vicio. Yeltsin puede prohibir Pravda por sus ataques difamatorios contra ¨¦l; los bolcheviques, en cambio, debieron a su maldad innata el cierre de los peri¨®dicos rivales y represi¨®n de las actividades opositoras. ?Puede imaginarse Kariakin con la misma histeria terrorista de Dherzhinski tras el intento de golpe de los eseritas? ?Se imagina si, as¨ª como atentaron contra Lenin, se atentara hoy contra Yeltsin? ?Si se iniciara una guerra civil en provincias y tuvieran que enfrentarla en las condiciones que los radicales de otrora? No somos aqu¨ª el p¨²blico incondicional que tiene Kariakin en San Petersburgo o Mosc¨²; que no pretenda convencernos de que la apertura mental de Gorbachov es un triunfo de la democracia, tolerante y plural; menos tras el bochornoso espect¨¢culo de su comparecencia en el Parlamento ruso.-
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