Euskadi no es Croacia

El nacionalismo vasco y aquellas fuerzas pol¨ªticas que sin ser nacionalistas participaban de una concepci¨®n positiva de las aspi. raciones nacionales nos encontramos con la emergencia de la democracia ante una disyuntiva: ten¨ªamos ante nosotros la oportunidad de optar por la v¨ªa del posibilismo que abr¨ªa el proceso constitucional o de apuntarnos a la v¨ªa pr¨¢ctica de la negaci¨®n de todo proceso constitucional y estatutario.El camino elegido por la gran mayor¨ªa de las fuerzas pol¨ªticas y por los ciudadanos vascos fue el que- marcaba la senda constitucional que hizo posible el alumbramiento del Estatuto de Gernika, y que incluso tent¨® al mundo de HB a iniciar una relfexi¨®n sobre la v¨ªa estatutaria. Entonces los vascos optamos por una v¨ªa distinta a la de Eslovenla, Croacia y otras nacionalidades que afrontan hoy la defensa de su identidad cultural y pol¨ªtica en situaciones hist¨®ricas y pol¨ªticas distintas a la nuestra. Hoy, desde Euskadi, tenemos que manifestar el apoyo a la voluntad libremente expresada por los pueblos de esas nacionalidades, pero dicho apoyo no debe traducirse en un intento de asimilaci¨®n de dos procesos, el suyo y el nuestro, que son democr¨¢ticamente distintos.

Sin duda, la transici¨®n a la democracia y a la autonom¨ªa ha sido para el pueblo vasco, a pesar del fen¨®meno ETA, menos traum¨¢tica que en esas nacionalidades de la Europa extracomunitaria. Aqu¨ª el pacto constitucional y estatutarlo fue posible; en la Europa extracomunitarla est¨¢ resultando, en muchos casos (Yugoslavia), imposible. Aqu¨ª los resultados fueron inmediatos y el margen de autonom¨ªa financiera y pol¨ªtica logrado es comparativamente de los m¨¢s avanzados en cualquier modelo federal.

Junto a la senda constitucional, desde Euskadi est¨¢bamos apostando mayoritar¨ªamente por un proyecto de Estado democr¨¢tico que pod¨ªa ser un aspirante leg¨ªtimo a participar en el proceso de construcci¨®n europea. Un periodo de transici¨®n a la democracia m¨¢s desestabilizado'y prolongado, sin pactos de la Moncloa y consenso constitucional, y con una Euskadi y Catalu?a en posiciones m¨¢s irridentas hubieran sido una mala carta de presentaci¨®n ante la CE. Aquella acertada apuesta pol¨ªtica facilit¨® el que hoy estemos inmersos, tambi¨¦n como vascos, participando en el proceso de construcci¨®n de la uni¨®n pol¨ªtica europea.

Hay dos elementos diferenciadores y cualitativamente importantes que condicionan el futuro'pol¨ªtico de Euskadi, y que hacen que el mismo sea durante las pr¨®ximas d¨¦cadas diferente a los pr ocesos iniciados en otras nacionalidades de la Europa extracomunitaria: la participaci¨®n pr¨¢ctica en un proceso constitucional, de asentamiento progresivo de la democracia y de la autonom¨ªa en el marco del Estado espa?ol, y el ser parte integrante de una Europa comunitaria que hoy camina, lenta pero irreversiblemente, hacia la uni¨®n pol¨ªtica.

Por ambas razones, seguir planteando dentro del discurso nacionalista y de reivindicaci¨®n nacional positiva, tanto la cuesti¨®n nacional, como la autodeterminaci¨®n desde el paralelismo con nacionalidades de la Europa extracomunitaria, no deja de ser un anacronismo que como tal nada tiene que ver con la historia real de nuestro pueblo. Tiene que ver, sin duda, con el retraso pol¨ªtico de HB y del mundo de ETA, pero no se corresponde con la trayectoria pr¨¢ctica de ' otras fuerzas pol¨ªticas democr¨¢ticas como el PNV o EA.

Estamos as¨ª constatando simplemente que no se ha producido una adecuaci¨®n del planteamiento de la cuesti¨®n nacional vasca a la luz de la experiencia desarollada desde el 15 de junio de 1977. En Euskad¨ª, cuando hay que subir el tono de la reivindicaci¨®n nacional, se sigue mencionando la autodeterminaci¨®n, y no el papel que debe desempe?ar el Senado en el desarrollo legislativo o en la conformaci¨®n de la voluntad comunitaria. El resultado pr¨¢ctico es que sigue siendo el Gobierno central el ¨²nico protagonista de la construcci¨®n europea.

Adem¨¢s, esta falta de adecuaci¨®n del pensamiento sobre la construcci¨®n nacional de Euskadi hace que, desde los sectores de HB que se van distanciando de ETA, se empiece a hacer un discurso pol¨ªtico que sostiene que habr¨ªa que aunar la voluntad de un 80% de los vascos en torno a objetivos como la autodeterminaci¨®n, una vez finiquitada ETA. No deja de ser un espejismo m¨¢s de quienes est¨¢n atravesando su desierto particular: pero, en todo caso, se trata, de un espejismo alimentado por la falta de adecuaci¨®n del pensamiento sobre la cuesti¨®n nacional desde sectores que hace m¨¢s de una d¨¦cada apostaron por la v¨ªa estatutaria. En Euskadi sigue habiendo vasos comunicantes en la ideolog¨ªa que no los hay en la pol¨ªtica.

Ante la posible evoluci¨®n del mundo de HB-ETA se requiere, desde los partidos democr¨¢ticos que tenemos una concepci¨®n positiva de la construcci¨®n nacional, una clara adecuaci¨®n de nuestro discurso pol¨ªtico mediante la asunci¨®n dentro del mismo tanto del compromiso constitucional como del compromiso de construcci¨®n de la uni¨®n pol¨ªtica europea. Y ambas conclusiones est¨¢n, l¨®gicamente, alejadas tanto de la estrategia del refer¨¦ndum autodeterminacionista como de la dial¨¦ctica de confrontaci¨®n permanente naci onal ?dad- Estado (Admininistraci¨®n central). En la estrategia democr¨¢tica, mayo ri tarlamen te asumida por las fuerzas democr¨¢ticas vascas, la colaboraci¨®n debe de primar sobre la confrontaci¨®n tanto en la profundaci¨®n dernocr¨¢ti:ca y auton¨®mica del .Estado como en la construcci¨®n ole la uni¨®n pol¨ªtica europea. En definitiva, que frente al autodeterminacionismo de HB, las fuerzas democr¨¢ticas tenemos que retornar el rrialtrecho consenso estatutario, entre otras razones, porque el desarrollo del Estatuto y la adeucaci¨®n del Estado s¨®lo son posibles sobre la base de dicho consenso.

Somos parte del proyecto coinunitario de Europa y como tal debemos asumir que durante d¨¦cadas nuestra participaci¨®n en la construcci¨®n europea se va a hacer con un protagonismo importante de los gobiernos de los Estados y que, por tanto, una cuesti¨®n pol¨ªticamente clave para cualquier autonom¨ªa consiste en intentar crear en el seno de las estructuras dernocr¨¢ticas del Esta(lo los mecanismos que garanticen la participaci¨®n en la confor?naci¨®n de la voluntad comunitaria del mismo. Pero adem¨¢s, en esa din¨¢rnica, resultar¨¢ dif¨ªcilmente digerible para los pa¨ªses miembros cualquier planteamiento autodeterminacionista que, a riesgo de ser imitado, podr¨ªa compbcar a¨²n m¨¢s el ya dif¨ªcil proceso de uni¨®n pol¨ªtica.

Este planteamiento no supone ninguna renuncia al derecho de autodeterminaci¨®n, simplemente pretende abordar nuestro futuro proceso de construcci¨®n nacional dentro de las coordenadas en que los vascos mayoritariarnente nos hemos situado, pero cuya asunci¨®n en el discurso pol¨ªtico e ideol¨®gico esta por hacer. Espa?a no es la URSS, y Euskadi, afortunadamente, no es Croacia.