Ni?o de la Capea corta una oreja

Se celebr¨® la reaparici¨®n en Salamanca de Ni?o de la Capea con un cartel casi igual al de aquella emotiva despedida de hace a?os, puesto que s¨®lo Mora rompi¨® aquel cartel que tuvo a Litri como testigo de la alternativa -de Ramos. Y se celebr¨® con el corte de una oreja, la tercera que el matador consigue en esta temporada, a la que vino, seg¨²n parece, para arrollar, aunque de momento los autores discrepen sobre qu¨¦ es lo que se entiende en verdad por arrollar. La corrida tuvo dos partes en casi todo. En toros, por ejemplo, tuvimos los tres primeros terciados, pobres de cabeza, top¨®n el primero, rebrincado y punteando el segundo... y el tercero que anduvo parejo en presentaci¨®n con los anteriores, ya comenz¨® a mejorar un tanto, mostrando cierta movilidad en la muleta. Los tres ¨²ltimos, lucieron m¨¢s armamento, destacando por su fijeza el quinto y por su nobleza (sosaina, eso tambi¨¦n) el cuarto.Ni?o de la Capea estuvo indudablemente voluntarioso con su primero, top¨®n, muy corto de arrancada, quiz¨¢ ahog¨¢ndole la poca embestida que ten¨ªa a fuerza de meterse en el toro. Hubo enganchones pero una indudable voluntad de agradar. En el cuarto, astifino -y esto hay que se?alarlo en los tiempos que corremos-, mejor¨® el nivel de su actuaci¨®n. El toro no estaba sobrado de fuerza, como el resto de la corrida; era sosote, pero ten¨ªa un ir y venir dulce. El matador tir¨® materialmente del toro en algunos momentos haciendo que pasase por su cintura, pero en cambio tambi¨¦n hicieron acto de presencia m¨¢s enganchones de los deseables. Como contrapartida, un nuevo modelo de derechazo; el derechazo "del trole". Consiste en que el torero, al tiempo que enjarete la serie correspondiente, se agarre, y no se suelte, a una banderilla manteni¨¦ndola cual trole tranviario.

Juan Mora, estuvo aseado con su primero, un animal con tan poco nervio, que teniendo en la pala la pierna del torero, no tuvo ¨¢nimo, afortunadamente en este caso, para levantarlo del suelo e hizo maniobra para desasirse de la presa. En el quinto, luci¨® su limpieza, tray¨¦ndose toreado el toro a base de adelantarle la muleta, puso est¨¦tica y dej¨® un par de naturales de frente impecables. Luego, como es torero que sabe andarles a los toros, le hizo cosas con brevedad y gusto.

Lo de Ramos es ya para hacer novenas. Lo digo por su contumacia fallona a la hora de matar. Todo el mundo se echa a temblar, y m¨¢s que ninguno el toro que prev¨¦ lo que se le viene encima, cada vez que el torero de Ciudad Rodrigo monta la espada. Y desgraciadamente, rara vez es infundado el temor. As¨ª ha estropeado brillantes faenas. Ayer, por ejemplo, anduvo templado y con gusto en su primero, perdiendo la oreja por lo de siempre. La gente ya hurgaba en los bolsillos buscando el pa?uelo, pero tuvo que emplear las manos s¨®lo en aplaudirle. En el sexto, estuvo desigual.