Peque?as chabolas junto a los grandes chal¨¦s
Los marroqu¨ªes han venido a demostrar que el chabolismo no es un fen¨®meno exclusivamente urbano.All¨ª donde hay campo abierto, chal¨¦s de lujo, grandes casas de piedra y granjas de cerdos no queda sitio para ellos.
Narten oficia de anfitri¨®n en Valdemor¨ªllo accediendo gustoso a mostrar las casas de sus amigos.
Una de ellas es un viejo establo de paredes de mamposter¨ªa. No tiene m¨¢s de doce metros cuadrados, pero caben hasta siete colchones. Ocho hombres duermen all¨ª diariamente.
De los clavos de las paredes cuelgan algunas ropas y el ¨²nico trozo de pared que queda libre hay una peque?a bombona de camping-gas. Con ella hacen sus comidas. No hay retrete. La luz y el agua no existen.
Fuera, un sof¨¢ de skay hecho polvo sirve para hacer tertulia al aire libre. Hoy ha llovido un poco y se han refugiado dentro.
Sentados sobre los colchones tornan t¨¦ y oyen m¨²sica marroqu¨ª a trav¨¦s de un viejo transistor. Alguien, un vecino del bello Valdemorillo, les cobra 15.000 pesetas mensuales por vivir aqu¨ª.
Algo menos pagan los diez hombres que se cobijan en otra chabola de complicada distribuci¨®n que da a habitaciones de inveros¨ªmil dimensi¨®n.
Hay que andar sorteando colchones y con cuidado de no pisar a nadie. Aqu¨ª, al menos, disponen de una. bombilla y de una estancia diminuta donde cocinar.
Dos enormes naves agr¨ªcolas, ya en la afueras del pueblo, sirven tambi¨¦n a los marroqu¨ªes de vivienda habitual. Narten las se?ala a lo lejos desde el camino. En una viven quince hombres; en la otra, unos diez. ?Condiciones? Las mismas.
Informe municipal
Hechos como estos han movido al grupo municipal de Izquierda Unida de Collado-Villalba a anunciar la presentaci¨®n en el pr¨®ximo Pleno de una moci¨®n de debate, seg¨²n inform¨® la agencia Efe.
La intenci¨®n de ese grupo de Concejales es solicitar informaci¨®n del equipo de gobierno local socialista sobre la situaci¨®n de los 800 inmigrantes marroqu¨ªes que residen en esa poblaci¨®n madrile?a.
Izquierda Unida propone que estos inmigrantes se beneficien de los servicios locales municipales y utilicen las salas de los centros culturales del ayuntamiento para organizar conferencias y coloquios.
Adem¨¢s, la coalici¨®n de izquierda solicita la creaci¨®n de un servicio de atenci¨®n al inmigrante para informar y asesorar al colectivo.
Mientras todo eso ocurre, al caer cada tarde el joven marroqu¨ª Narten regresa a la plaza de su pueblo, Valdemorillo, que se ha vuelto a llenar de inmigrantes.
Anda ligero pero tambi¨¦n pensativo.
"En Marruecos no podemos vivir. En Marruecos no hay dinero, no hay trabajo. Aqu¨ª vivimos mal. All¨ª, peor..." "Nosotros, no tener suerte".
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