Una cierta perplejidad

"Esta 39? edici¨®n de nuestro festival viene marcada por una doble voluntad: estar a la vez anclada en la realidad de nuestro tiempo y al servicio de los creadores del futuro". Con esta inequ¨ªvoca declaraci¨®n de principios Rudy Barnet present¨® su primera programaci¨®n al frente del buque insignia de los festivales espa?oles. Y ante las cinco secciones m¨¢s o menos monogr¨¢ficas y las dos con sabor m¨¢s a?ejo -la Oficial y Zona Abierta, la ¨²nica que se salv¨® de la quema en la 38? edici¨®n- s¨®lo cabe, de una parte, una cierta perplejidad.Perplejidad porque, hay que recordarlo, San Sebasti¨¢n es todav¨ªa, y tras muchos avatares, un festival de clase A, uno de los pocos de esta categor¨ªa en el mundo. Durante un tiempo fue festival de operas primas que, junto a una secci¨®n oficial generalmente deficitaria, marc¨® su destino durante la transici¨®n democr¨¢tica. Luego, imposiciones de los propios productores llevaron a la organizaci¨®n a prescindir de esa especialidad y el festival se pobl¨® de filmes espa?oles, medida acertada si pensamos que Donostia fue entonces escaparate de nuestro cine de cara a profesionales y cr¨ªticos extranjeros que desde siempre han frecuentado el certamen.

Ahora, Barnet deja reducido el n¨²mero de pel¨ªculas de renombre avaladas por otros fetivales -s¨®lo est¨¢n Boyzn the hood, Meeting Venus y Barton fink- propone un pu?ado de filmes espa?oles del que tan s¨®lo dos pueden decir algo al respetable -Los papeles de Astern de Jordi Cadena y La noche m¨¢s larga de Garc¨ªa S¨¢nchez- y entre los que no se encuentra lo m¨¢s esperado del a?o, y apuesta otra vez decididamente por la producci¨®n joven. San Seb¨¢sti¨¢n 91 es una apuesta. Mucho m¨¢s apuesta que nunca.

Hay, eso s¨ª, secciones coyunturales que a priori se pueden definir como discutibles, si no directamente prescinidibles. Que se le rinda un homenaje a la orden religiosa fundada por Ignacio de Loyola por su centenario y que ¨¦ste se componga por pel¨ªculas vistas y muchas veces -s¨®lo hay dos estrenos-, es algo que buen seguro no ayudar¨¢ a apuntalar el, por otra parte, esperable rigor de las dos secciones fuertes. Rendir un homenaje al cine de la perestroika es algo que est¨¢ bien, incluso por encima de coyunturas oportunistas. Pero hacerlo s¨®lo a partir de los filmes independientes del movimiento Kurier significa desperdiciar la primera ocasi¨®n en Espa?a en que un fetival grande se podr¨ªa apuntar el tanto de montar un panorama de los 10 ¨²ltimos a?os del cine sovi¨¦tico

Tambi¨¦n parecen curiosas, por decir algo suave, otras propuestas. Que sir Richard Attenbourg lleva a?os batallando por un cine europeo de calidad es algo sabido. Pero de ah¨ª a proponer nada menos que un ciclo con 21 pel¨ªculas que le tienen como actor y/o director, cuando muchas de! ellas se encuentran al alcance de] p¨²blico en cualquier videoclub, y otras, ay, no tienen demasiado inter¨¦s, parece sencillamente exagerado. Y last but nol least, inventarse una secci¨®n de Filmes documentales, cuando el festival de Valladolid lleva a?os programando este tipo de cine, es incurrir en una competencia tan est¨¦ril como desleal: es cierto que el mejor contempor¨¢neo no pasa por su mejor momento pero todav¨ªa da para programar originalidad y proponer potenciales descubimientos. ?No es ¨¦sta, a la postre, la principal apuesta de este a?o?