Los reyes del 'ee-ooh, ee-ooh'
La prensa brit¨¢nica habla de Deacon Blue como de los reyes del "ee-ooh, ee-ooh". Y es que la banda escocesa contin¨²a haciendo gala de un reducido, y en ocasiones muy result¨®n, cat¨¢logo de alternativas vocales onomatop¨¦yicas. Las voces de Ricky Ross y Lorraine McIntosh marcan de modo radical el car¨¢cter de la banda y acent¨²an sus principales defectos: la monoton¨ªa y la excesiva carga emocional. El, cargado de tristeza y penunbra; ella, siempre en tonos agudos, como en un lastimero lamento.Presentaban un nuevo ¨¢lbum, titulado Fellow Hoodlums, ante un p¨²blico que en anteriores visitas hab¨ªa respondido a la perfecci¨®n a sus melodram¨¢ticas interpretaciones. En esta ocasi¨®n la comunicaci¨®n no fue tan fluida, y los nuevos temas se vieron eclipsados por algunos ¨¦xitos del pasado. You swaying arms, su ¨²ltimo sencillo y posiblemente el mejor momento del ¨²ltimo disco, s¨ª alcanz¨® altas cotas de intensidad y fuerza. El resto se diluy¨® en un blando toma y daca vocal, con los dos principales protagonistas del concierto en un continuo estado de sobreactuaci¨®n.
Deacon Blue
Ricky Ross (voz solista), Lorraine McIntosh (voz solista), Graeme KeIling (guitarra), Jim Prime (teclados), Ewen Vernal (bajo), Dougle Vipond (bater¨ªa) y Anne Wood (violin). 1.400 personas. Precio: 2.200 pesetas. Sala Universal Sur, Madrid, 25 de septiembre.
El sonido tuvo gran parte de culpa en esa falta de complicidad entre p¨²blico y artistas, puesto que fue lamentable durante m¨¢s de dos terceras partes del concierto. La t¨®nica general estuvo marcada por un sordo martilleo del bombo, la ausencia total de guitarras, teclados y matices, y un volumen irrisorio. S¨®lo en los temas finales aparecieron las guitarras, el viol¨ªn dej¨® de chirriar y la bater¨ªa desenterr¨® caja y charles.
Deacon Blue demostr¨® ser una banda irregular, capaz de alternar momentos de inter¨¦s con otros realmente sopor¨ªferos. El grupo tiene canciones de calidad, pero comete el error de girar constantemente sobre ellas, sometiendo al resto de su repertorio a la dictadura de unas voces demasiado determinantes.
Babelia
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