El golpe de Hait¨ª
EL GOLPE militarque derroc¨® al presidente'electo de Hait¨ª, Jean-Claude Aristide, es uno de los casos m¨¢s claros de violaci¨®n de los -principios democr¨¢ticos. El triunfo de Aristide en las el e'cciones de diciembre pasado -las primeras aut¨¦nticas en la historia haitianafue de una limpieza absoluta. Su personalidad, un cura partidario de la teolog¨ªa de la liberaci¨®n que hab¨ªa compartido la vida de los sectores m¨¢s miserables de la poblaci¨®n, suscit¨® temores en los medios conservadores y en canciller¨ªas extranjeras, especialmente la de EE UU. Pero el apoyo del electorado -el 67% de los votos- fue definitivo. Una vez en el poder, con pro, blemas econ¨®micos insolubles en el pa¨ªs m¨¢s pobre del hemisferio occidental, Aristide actu¨® con sensatez: elimin¨® de su lenguaje el socialismo y muchos lemas antimiperialistas y busc¨® soluciones pragm¨¢ticas sin perder por ello su carisma,entre el electorado.Probablemente su mayor error fue confiar en que un sector-del Ej¨¦rcito, sobre todo los oficiales j¨®venes, estaba sinceramente al lado de la democracia. Es significativo que el golpe lo encabezara el general Raoul C¨¦dras, ascendido y nombrado jefe del Ej¨¦rcito por el propio Aristide. En realidad, la corrupci¨®n -monetaria y moral- generada por la larga y feroz dictadura de los Duvalier ha impregnado a todo el Estado haitiano y, sobre todo, al Ej¨¦rcito. El tr¨¢fico de droga, e? contrabando y las -extorsiones de todo tipo son moneda corriente entre los militares haitianos. Desde que, en 1986, la protesta popular oblig¨® al ¨²ltimo Duvalier a exiliarse, varios golpes militares han cortado todos los intentos de recuperar una normalidad democr¨¢tica. Uno de los objetivos esenciales del golpe actual es poner fin a las medidas que el presidente hab¨ªa tomado para erradicar la corrupci¨®n.
La reacci¨®n internacional contra el golpe ha sido un¨¢nime. Y EE UU -cuya influencia en la zona es decisiva- parece dispuesto a trabajar activamente para -que el presidente Aristide vuelva a ocupar su cargo. Las palabras del presidente Bush, contrarias al env¨ªo de soldados de EE UU, son sensatas. Ser¨ªa contraproducente en nombre del nuevo orden generalizar la vieja pr¨¢ctica de la diplomacia de la ca?onera. Debe ser una acci¨®n internaci6nal la que, poniendo fin al poder de la junta militar, restablezca la legalidad violada. Esta acci¨®n debe plasmarse, al menos en est¨¢ etapa, en un aislamiento pol¨ªtico total de la junta militar. En ese orden, la ONU debe tomar una actitud neta de apoyo a la autoridad leg¨ªtima, el presidente Aristide, y de ruptura y repudio a los militares rebeldes. En la actual, coyuntura, cuando progresa en el mundo la tendencia a integrar en el ¨¢mbito del derecho internacional la defensa de los derechos humanos y de la democracia, derrotar el golpe de Hait¨ª cobra gran importancia.
Los pa¨ªses del continente americano, con la responsabilidad especial que les corresponde, han iniciado una a cci¨®n positiva. La resoluci¨®n adoptada ayer por la Organizaci¨®n de Estados Americanos (OEA) estipula, adem¨¢s de diversas medidas para aislar a los rebeldes, el env¨ªo a Hait¨ª de una comisi¨®n de altos cargos de nueve pa¨ªses americanos para exigir a la junta que abandone el poder. Sin descartar que puedan ser necesarias medidas m¨¢s en¨¦rgicas para desplazar a los rebeldes, hoy es fundamental que la gesti¨®n de la OEA.cuente con el m¨¢ximo apoyo internacional. Para ello hace falta que todos los Gobiernos corten desde ahora todas las relaciones econ¨®micas y pol¨ªticas con los golpistas de Puerto Pr¨ªncipe.
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