Indignaci¨®n feminista por la elecci¨®n del juez Thomas para el Supremo de EE UU
"El mundo es de los hombres, y ya estamos hartas". Este ha sido el mensaje de protesta que decenas de miles de mujeres norteamericanas han enviado a Washington durante toda esta semana a ra¨ªz de la controvertida designaci¨®n del juez Clarence Thomas, acusado de acoso sexual por su ex secretaria Anita Hill, como nuevo miembro del Tribunal Supremo de Estados Unidos. El pasado martes, siete congresistas se opusieron a que el Senado votara la confirmaci¨®n del juez Thomas en el cargo y hoy est¨¢ prevista la celebraci¨®n de un debate entre el juez y su ex secretaria para comprobar la verdad de las acusaciones.
El debate entre Anita Hill y Clarence Thomas, ambos de raza negra, previsto para hoy ante el Consejo Judicial del Senado no tiene precedentes por el objetivo que se persigue: comprobar si Thomas persigui¨® y chantaje¨® o no sexualmente a Hill hace unos diez a?os y por qu¨¦, si no lo hizo, ¨¦sta no dijo nada entonces. De las respuestas del juez depende que el Senado lo confirme en su nuevo cargo en el Tribunal Supremo. Pero al margen del destino de Thomas, el debate se ha convertido en la pol¨¦mica nacional esta semana en Estados Unidos y los norteamericanos discuten apasionadamente sobre la existencia del acoso sexual en los lugares de trabajo, una pr¨¢ctica muy com¨²n en EE UU, seg¨²n las mujeres de este pa¨ªs.Jenni Farley, psic¨®loga de la universidad de Cornell, ha declarado que el acoso sexual es visto de forma diferente por hombres y mujeres porque mientras que para ellos es un juego sexual, para ellas es una cuesti¨®n de poder. "He sido acosada sexualmente cada d¨ªa que he pasado en la bolsa" ha afirmado por su parte Sharon Kalin en una realizada por el periodico The Wall Street Journal.
La iniciativa de las congresistas -cuya atribuci¨®n legislativa no incluye alterar el proceso del Senado-, el pasado martes ya ha pasado a la historia. Ha sido la primera vez que unos congresistas exigen que el Senado suspenda una votaci¨®n, y ha tenido que ser un grupo de mujeres quienes lo han hecho.
Las siete congresistas eran Patricia Schoreoder, de Colorado; Loulse Slaughter, de Nueva York; B¨¢rbara Boxer, de Califorma; Eleanor Holmes Norton, de Washington, DC; Nita Lowey, de Nueva York; Patsy Mink, de Hawal, y Jolene Unsoeld, de Washington. Todas ellas, partidarias de que sus compa?eros senadores llegaran hasta el fondo de este asunto y que no procedieran con la votaci¨®n.
Los senadores del grupo dem¨®crata tardaron en reaccionar ante la presencia de las congresistas en su edificio, pero en ning¨²n momento las dejaron entrar en la sala donde se hallaban reunidos. La presencia de las siete congresistas en el Senado caus¨® su efecto, y las discusiones de la c¨¢mara crecieron en emotividad a medida que pasaba la tarde. Finalmente, el presidente de la c¨¢mara pospuso la votaci¨®n dos o tres d¨ªas. En aquel momento, las llamadas de grupos feministas y de organizaciones proderechos civiles inundaban las centralitas de varias senadoras.
Ataques sexuales
"Soy consciente de que muchos senadores nos odian por lo que hemos hecho y espero que no tomen represalias", dijo Schroeder, que a?adi¨® que quiz¨¢ el Senado necesitar¨ªa aprender "lo que dicen las leyes del Supremo sobre ataques sexuales".La congresista declar¨® tambi¨¦n que el caso Thomas representa claramente los distintos puntos de vista que tienen hombre y mujeres sobre el comportamiento con el sexo contrario y que esas diferencias no deber¨ªan influir a la hora de legislar. Schroeder se lament¨® de la escasa presencia femenina en el Senado, un verdadero club de hombres, que aborda las discusiones de tipo sexual desde el punto de vista masculino cl¨¢sico.
El senador Edward Kennedy, dem¨®crata por Massachusetts, explic¨® que el Senado ten¨ªa el derecho de saber qu¨¦ pas¨® entre Thomas y su secretaria. Kennedy tambi¨¦n record¨® que el juez no dio respuestas claras durante las audiencias celebradas por el Comit¨¦ Judicial del Senado. "Thomas no explic¨® su opini¨®n sobre temas como el aborto, los derechos de la mujer, los controles de moralidad y la libertad de expresi¨®n", dijo.
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