El vud¨² irresistible

Los ritos del vod¨²n africano han pasado por Madrid sin pena ni gloria. El Quinto Centenario, que no ha escatimado un avi¨®n particular para que el grupo haitiano, en pleno golpe de Estado, pudiera cumplir el contrato, ha olvidado la publicidad. El teatro Apolo estuvo todos los d¨ªas semivac¨ªo, y el pretendido encuentro entre culturas qued¨® falso.Los tres grupos fueron de inter¨¦s creciente. Desde el modesto Kutumba al interesante Bacoulou -que perd¨ªa concentraci¨®n y fuerza en coreograf¨ªas de modern dance sin ning¨²n valor-, y finalmente el espl¨¦ndido Hwerido na Bua, de Benin, que mostr¨® con mayor pujanza las ceremonias rituales y ofrendas de la etnia font a sus divinidades vod¨²n.

La comprensi¨®n de los distintos ritos y sus normas no se desvel¨® en el escenario, ni el significado de m¨¢scaras, colores, atributos y cantos sagrados, pero su espectacularidad y belleza fueron suficientes. La fuerza de la raza negra con su implacable ritmo -en ocasiones la comuni¨®n de m¨²sicos y danzantes rozaba el colapso y se instalaba en un casi nirvana con percusiones delicad¨ªsimas- produc¨ªa una contagiosa excitaci¨®n. Los bailarines de Benin traspasaron a la sala el verismo y la alegr¨ªa de su entrega a formas de vida antes religlosas y ahora folcl¨®ricas, envueltos en cantos corales bell¨ªsimos y con el gancho de su espectacularidad f¨ªsica.

El vud¨² qued¨® desatanizado en una ceremonia irresistible, racial y satisfactoria, que el p¨²blico comparti¨®.