Entre la izquierda tradicional y la alternativa
La primera impresi¨®n que uno siente al observar, con cierto distanciamiento, el debate que en distintos medios de comunicaci¨®n han venido manteniendo algunos dirigentes del PCE, es de perplejidad: parecer¨ªa que todos los problemas de la izquierda espa?ola se redujeran a saber cu¨¢ndo se disuelve el PCE y c¨®mo construir el partido IU. Todas las grandes cuestiones que preocupan a la izquierda real (crisis ecol¨®gico-soc¨ªal; perpetuaci¨®n de sistema de guerra y predominio de EE UU; magnitud de la ofensiva neoconservadora real¨ªmentada por los vientos del Este; dram¨¢tica situaci¨®n del sur del mundo; la din¨¢mica de fortaleza sitiada que crece como la espuma en Europa o los dram¨¢ticos problemas de marginaci¨®n social que se viven en nuestro pa¨ªs) son sistem¨¢ticamente ocultadas, hasta el punto que la crisis de los instrumentos cl¨¢sicos de la izquierda (partidos y sindicatos) y de sus medios predominantes de intervenci¨®n pol¨ªtica apenas si merecen atenci¨®n, en un pa¨ªs, donde los pol¨ªticos y la pol¨ªtica son objeto no s¨®lo de sospecha sino de desprecio por una parte considerable de ciudadanos y ciudadanas espa?oles.
Una segunda impresi¨®n, mucho m¨¢s fuerte pero menos evidente, es la aparente incoherencia entre los objetivos que se proclaman (desarrollar IU) y los medios que se instrumentan (disolver el PCE y las otras fuerzas pol¨ªticas de IU). Para decirlo m¨¢s claramente: optar por la disoluci¨®n del PCE hoy significa apostar por una IU m¨¢s d¨¦bil socialmente, y menos plural cultural y pol¨ªticamente. ?Alguien cree realmente que la disoluci¨®n Iiquidaci¨®n del PCE no tendr¨ªa costes internos grav¨ªsimos para IU? No hablamos de posibles escisiones. Hablamos de miles de militantes y simpatizantes comunistas que no aceptar¨ªan (en plena histeria anticomunista) la disoluci¨®n de su partido y que pasar¨ªan silenciosamente a engrosar el ya fuerte partido de la abstenci¨®n.
Esto significar¨ªa, como ha dicho S. S¨¢nchez Montero, un alto coste pol¨ªtico y electoral para IU. A no ser que en momentos de autoproclamada renovaci¨®n se reclamase de nuevo la vigencia de aquella f¨®rmula que dec¨ªa " que el partido se fortalece depur¨¢ndose".
En el d¨¦bil y primitivo estado de desarrollo. de IU, la disoluci¨®n del PCE no significar¨ªa mucho m¨¢s que un cambio de siglas: el grueso de los militantes, la estructura, los medios e instrumentos ser¨ªan los del PCE. Cierto que alguna fuerza pol¨ªtica entre las existentes en IU podr¨ªa sumarse al nuevo partido, pero eso no cambiar¨ªa la realidad de que el partido pol¨ªtico IU ser¨ªa el partido de los ex comunistas, sin aportar nada realmente nuevo a la necesaria tarea de reconstruir la izquierda espa?ola.
Proyecto de manifiesto
Como empieza a verse con claridad, el problema no es si el PCE se disuelve o no, el problema real es la existencia de varios proyectos de reconstrucci¨®n de esa izquierda en nuestro pa¨ªs y en Europa. Este dilema est¨¢ abierto en la izquierda desde finales de los a?os sesenta (agotamiento. del proyecto socialdem¨®crata y del eurocomunismo) y es el que sigue atravesando hoy al PDS italiano, a la izquierda griega, a los verdes alemanes, al PC franc¨¦s, etc¨¦tera, etc¨¦tera. La disyuntiva se puede resumir esquem¨¢ticamente as¨ª: perpetuar una izquierda tradicional m¨¢s 0 menos reformada o avanzar hacia una izquierda alternativa a las pol¨ªticas y a los modos de hacer pol¨ªtica dominantes en esta sociedad.
No resulta cre¨ªble decir que se apuesta por "una nueva izquierda" y a rengl¨®n seguido alinearse con la Internacional Socialista. No resulta coherente hablar de una izquierda transformadora y defender pol¨ªticas que se sit¨²an en el horizonte del sistema econ¨®mico y de poder realmente existentes. Carecen de verosimilitud propuestas de nuevas formaciones pol¨ªticas, que perpet¨²an, con apenas unos retoques, la forma partido tradicional. No parece razonable hablar de cambio en los modos convencionales de hacer pol¨ªtica y continuar privilegiando hasta el paroxismo el trabajo institucional o centrar toda la actividad pol¨ªtica en el acto electoral.
El proyecto de manifiesto aprobado por el Comit¨¦ Central del PCE se sit¨²a claramente en otra problem¨¢tica pol¨ªtico-social: la de la izquierda alternativa. Eso significa, al menos, tres cosas:
Primero, apostar por un proyecto de IU fuertemente aut¨®nomo, transformador, expresi¨®n de una s¨ªntesis, no ecl¨¦ctica, entre las tradiciones cl¨¢sicas del movimiento obrero moderno y los nuevos movimientos sociales.
Segundo, optar por f¨®rmulas nuevas de ejercicio de la acci¨®n pol¨ªtica. El terreno decisivo se sit¨²a en la sociedad, en la capacidad de crear, fortalecer y unir distintos sujetos sociales. Lo institucional vale en la medida que favorezca e impulse los proyectos de auto organizaci¨®n social, es decir, se trata de cambiar los acentos y las prioridades pol¨ªticas en las que tradicionalmente se ha movido la izquierda.
Tercero, propiciar formas de articulaci¨®n pol¨ªtica y social que tiendan a una superaci¨®n efectiva, no meramente nominal, de la forma-partido. De ah¨ª, el esquema organizativo a trav¨¦s del cual se pretende organizar IU: formaci¨®n plural, donde coexistan (no como proceso transitorio) distintas corrientes pol¨ªtico-ideol¨®gicas; organizaci¨®n de base, s¨®lidamente enraizada en el tejido social e instrumento de relaci¨®n con los movimientos sociales; organizaci¨®n basada en el trabajo voluntario de sus militantes y simpatizantes, con un m¨ªnimo de personal permanente pol¨ªtico; organizaci¨®n federal y federalista que distribuya el poder interno en el marco de unas normas libremente aceptadas por todos.
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