Defensa europea
POCOS D?AS despu¨¦s de que el Grupo de Planes Nucleares de la OTAN formulase su propuesta de reducci¨®n del 80% de las cabezas nucleares instaladas en Europa, Par¨ªs y Bonn lanzaban una arriesgada idea de creaci¨®n de un embri¨®n de organizaci¨®n de seguridad y defensa exclusivamente europea. El presidente Mitterrand y el canciller Kohl ya hab¨ªan creado hace meses una brigada mixta franco-alemana. El proyecto tuvo escasa eficacia, apagado por los graves problemas producidos fuera del ¨¢rea continental y por las dificultades del desarme, adem¨¢s de por la desconfianza de Washington que no quiere ni o¨ªr hablar de autonom¨ªa europea cuando se trata de seguridad.La nueva formulaci¨®n se debe a los esfuerzos de Par¨ªs y Bonn por revitalizar el proyecto de uni¨®n pol¨ªtica de la CE, que, con el de uni¨®n econ¨®mica y monetaria, constituye la esencia del nuevo tratado que deber¨ªa firmarse en la cumbre europea de Maastricht, a principios de diciembre. En opini¨®n de muchos, sin pol¨ªtica exterior y de defensa com¨²n no es concebible la uni¨®n pol¨ªtica de Europa. Pero, al igual que en los temas m¨¢s graves de la pol¨ªtica internacional est¨¢ resultando dificil¨ªsimo homologar los intereses y opiniones de cada capital comunitaria (y no digamos imponerlos por la fuerza de la mayor¨ªa), en materia de defensa pa¨ªses como el Reino Unido, Holanda y Dinamarca, y en menor medida Italia, son m¨¢s que reticentes a la hora de lo que consideran prescindir del paraguas norteamericano. Late en el trasfondo de todo ello un miedo instintivo al excesivo protagonismo de una Alemania demasiado poderosa.
La posici¨®n de Espa?a en esta disputa se acerca decididamente a la de Par¨ªs y Bonn. El presidente del Gobierno opin¨®. el lunes pasado ante los parlamentarios de la OTAN reunidos en Madrid que el modelo de defensa europeo es razonable y que est¨¢ dispuesto a colaborar en ¨¦l, aunque insisti¨® en la necesidad de evitar duplicidades.
Es un contrasentido que, como querr¨ªa Estados Unidos, Europa pueda disponer de una organizaci¨®n defensiva solamente para actuar fuera de ¨¢rea de operaciones de la OTAN, es decir, fuera del continente, mientras que corresponder¨ªa a la organizaci¨®n atl¨¢ntica la respuesta a cualquier amenaza para Europa. Por una parte, no es razonable una CE sin capacidad de defensa aut¨®noma; por otra, en materia de operaciones fuera de ¨¢rea, no hace falta recordar qui¨¦n se hizo cargo de ellas con ocasi¨®n del conflicto del Golfo. Tampoco parece sensato acallar las tentaciones autonomistas de Alemania a base de negarle las iniciativas paneuropeas que lanza. Y adem¨¢s, de la mano de Francia. En cuesti¨®n de seguridad y defensa, Alemania est¨¢ actuando como un nuevo Gulliver: pide a sus peque?os aliados que la aten y la dejen sin iniciativa propia. Si no encuentra respuesta positiva, podr¨ªa tener ma?ana una actitud muy distinta.
Nadie habla, por otra parte, de separar a Europa de EE UU. La pervivencia de la OTAN es una garant¨ªa de estabilidad futura. De lo que se trata, a largo plazo, es de recomponer el v¨ªnculo atl¨¢ntico desde otra perspectiva, no de deshacerlo. Todo depende del proyecto que se sustente para una futura Europa: si, como cree este peri¨®dico, el futuro de Europa (sea a 12 o a 19) es el de una federaci¨®n o confederaci¨®n, la fuerza de defensa europea que han propuesto Par¨ªs y Bonn, y a la que Madrid quiere sumarse, es un embri¨®n perfectamente v¨¢lido de pol¨ªtica de seguridad europea que no es incompatible con la OTAN. En un futuro m¨¢s o menos lejano requerir¨¢ probablemente renovar la relaci¨®n atl¨¢ntica y configurarla como Estados Unidos-Europa-resto de Europa. En este sentido, lo importante con vistas al Tratado de Maastricht es que deje las puertas abiertas a los proyectos de defensa europea y que no ahogue el embri¨®n dibujado en la propuesta franco-alemana.
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