'Hooligans' rigurosamente vigilados
Cientos de seguidores del Manchester pasaron unas horas en Madrid bajo control policial
"?Por la terminal de carga? Ni hablar. ?stos no van a tener ning¨²n privilegio. Saldr¨¢n por donde todos. Y si se ponen tontos, les damos cuatro hostias y los mandamos a su pa¨ªs". Se equivoc¨® el airado funcionario de aduanas del aeropuerto de Barajas. Efectivamente, los temidos hinchas del Manchester llegados a Madrid bajo el control del club ingl¨¦s salieron por donde todo el mundo, a pesar de que la polic¨ªa hab¨ªa planeado recogerlos en la terminal de carga. Sin embargo, ni se pusieron tontos ni hubo que darles cuatro hostias, ni fue preciso enviarlos a su pa¨ªs antes de la conclusi¨®n del encuentro entre su equipo y el Atl¨¦tico. Fuera de la zona de llegadas internacionales nueve veh¨ªculos policiales, otros tantos autocares y un estrecho cord¨®n policial tendido desde la zona de aduanas esper¨® pacientemente. El grupo operativo de la Polic¨ªa Nacional tuvo como misi¨®n pegarse, como una lapa, a los aficionados del Manchester hasta que abandonaron el pa¨ªs. "?Qu¨¦ pasa? ?Qui¨¦n llega?", pregunt¨® una se?ora. "Hooligans", respondi¨® un ni?ato que ostentaba un emblema fascista.
Y llegaron, por fin, peto en silencio, sonrientes, tranquilos. Hab¨ªa de todo: coloradotes bebedores de cerveza a punto de estallar dentro del cintur¨®n, feos futboleros con los colores del Manchester tatuados en el brazo, hermosas jovencitas, imberbes adolescentes, padres, madres, hijos... Ni un grito, ni un gesto obsceno. Como colegiales, recogieron las octavillas informativas que un agente policial les tendi¨® y se sentaron sin alboroto en los autocares.
"WeIcome to Spain, fair play, no violence, have a good time in Spain", fueron algunas de las frases. impresas en el, papel, que inclu¨ªa un detallado plano del Vicente Calder¨®n, con el "Manzanares River" como referencia, y varias recomendaciones de seguridad.
?Hooligans? No somos hooligans, sino supporters. ?A usted le gustar¨ªa que le llamaran algo as¨ª?", confes¨® a EL PA?S camino del estadio John, un joven de 28 a?os. Entre los seguidores no violentos del f¨²tbol ingl¨¦s la palabra hooligan tiene un significado tremendamente peyorativo. No en vano, el t¨¦rmino procede de la m¨¢s bullanguera y pendenciera familia que jam¨¢s habit¨® en el barrio, de Stepney, en el sureste de Londres, all¨¢ por 1892: los Hooligan.
La polic¨ªa dedic¨® al grupo una aburrida excursi¨®n por la M-40. Ya en un Madrid colapsado por el tr¨¢fico la expedici¨®n discurri¨® sin apenas problemas entre las sirenas de la polic¨ªa, que abri¨® pago hacia el estadio.
En el Vicente Calder¨®n, el grupo fue ubicado en una zona acordonada y aislada del resto de p¨²blico. Fue sobre las siete, de la tarde. Tres horas despu¨¦s, sin incidentes de importancia, al cierre de esta edici¨®n, y cuando ya la parroquia rojiblanca hab¨ªa abandonado el estadio entre el jolgorio del 3-0, los hinchas controlados partieron hacia el aeropuerto. Los incontrolados -unos 300- lo hicieron m¨¢s tarde, a pie, custodiados, en busca de consuelo en la noche madrile?a.
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