El irresistible estancamiento de la tasa de paro
El desempleo se resiste a ceder, a pesar de que la poblaci¨®n activa crece a menor ritmo
Los interrogantes planteados con el paro tienen, por supuesto, algunas respuestas inmediatas. As¨ª, es posible asegurar que el n¨²mero de parados ha seguido cayendo, pero la tasa de paro est¨¢ estancada. No se ha dejado de crear empleo, pero ahora crece m¨¢s despacio. El empleo temporal sigue creciendo; los que est¨¢n perdiendo su empleo son los fijos. Y, por ¨²ltimo, aparentemente, ser una mujer casada es una circunstancia negativa a la hora de escapar del paro.La actual situaci¨®n de estancamiento de la tasa de paro se produce despu¨¦s de un periodo entre 1985 y 1990 en el que la econom¨ªa espa?ola creci¨® muy deprisa, a una tasa media del 4,5% por a?o, y el empleo lo hizo m¨¢s que nunca: a finales de 1990 hab¨ªa casi 1,7 millones de empleos m¨¢s que cinco a?os antes. Como resultado, en 1990 hab¨ªa 2,4 millones de parados frente a tres millones cinco a?os atr¨¢s (vease el gr¨¢fico).
,Por qu¨¦ no hab¨ªa 1,3 millones de parados? (Es decir, tres' millones de parados menos 1,7 millones de empleos nuevos). La raz¨®n es que la poblaci¨®n activa (es decir, los que tienen empleo 0 lo est¨¢n buscando) aument¨® en 900.000 personas, una cifra tambi¨¦n muy alta y compuesta sobre todo de mujeres. En todo caso, la tasa de paro -el n¨²mero de parados dividido por la poblaci¨®n activa- baj¨® del 21,5% a finales de 1985 al 16% a Finales de 1990.
Sin embargo, las cosas parecen haberse torcido en el ¨²ltimo caso (entendido como los cuatro trimestres que acaban en el segundo de 1991, ¨²ltimo dato del que se dispone). En el segundo trimestre de 1991 hab¨ªa 50.000 parados menos que un a?o antes, pero la tasa de paro era a¨²n del 15,9%, frente al 16,3% un a?o atr¨¢s.
Menos crecimiento
?Se debe esta relativa estabilizaci¨®n al menor crecimiento del empleo? S¨ª; a diferencia de lo sucedido entre 1985 y 1990, la causa no est¨¢ en las nuevas entradas al mercado de trabajo, que fueron m¨ªnimas: 15.000 individuos. La raz¨®n es que se crearon s¨®lo 65.000 empleos. Por comparaci¨®n, en el a?o anterior hab¨ªan entrado casi 250.000 personas, pero se hab¨ªan creado m¨¢s de 350.000 empleos (v¨¦ase cuadro). Es cierto que en el ¨²ltimo a?o se han creado 155.000 empleos asalariados, pero se han perdido 90.000 empleos no asalariados (aut¨®nomos) -vinculados en su mayor¨ªa a empresas peque?as y un tercio de los puestos creados son p¨²blicos. Es decir, que el aut¨¦ntico motor del crecimiento entre 1985 y 1990, el empleo asalariado privado, ha crecido al 1,5%, cuando un a?o antes superaba el 4,5%.
Una vez aceptado que el reciente estancamiento de la tasa de paro se debe a la evoluci¨®n del empleo, ?por qu¨¦ creci¨® ¨¦ste tan poco? Parte de la culpa la tiene la guerra del golfo P¨¦rsico, que est¨¢ detr¨¢s de la reducci¨®n de 40.000 empleos en el primer trimestre de este a?o. Pero no hay que sobreestimar este fen¨®meno, pues la mitad de los empleos destruidos eran p¨²blicos (presumiblemente temporales), que no parece que respondan tan deprisa a la coyuntura. El dato que hace pensar en una causa adicional es que en el segundo trimestre de 1991 el empleo volvi¨® a crecer, pero s¨®lo la octava parte de lo que lo hizo un a?o antes.
Hay muchos factores que afectan al empleo: los salarios, el precio de las materias primas, la dotaci¨®n de capital fija (esencialmente, las m¨¢quinas), el progreso t¨¦cnico o incluso la situaci¨®n financiera de las empresas, pero el, factor que destaca especialmente es el crecimiento de la producci¨®n. Durante el primer semestre de 1991 la econom¨ªa espa?ola creci¨® (seg¨²n el Banco de Espa?a) a una tasa cercana al 2,5%. En el mismo periodo de 1990 lo hizo en un 3 %, lo cual ya significaba una considerable reducci¨®n con respecto a los a?os anteriores.Las causas de este menor crecimiento est¨¢n en parte en la peor situaci¨®n internacional, pero tambi¨¦n en las medidas de pol¨ªtica econ¨®mica seguidas por el Gobierno para mantener a raya la inflaci¨®n y el exceso de nuestras compras en el extranjero con respecto a nuestras ventas (el d¨¦ficit comercial). Sacrificar unos objetivos para lograr otros es uno de los desagradables dilemas que encuentran a menudo las autoridades econ¨®micas.
El crecimiento del producto interior bruto (PIB) es favorable a la reduci¨®n de la tasa de paro, al originar un aumento del empleo, pero tambi¨¦n desfavorable, al estimular la incorporaci¨®n de m¨¢s personas al mercado. Adem¨¢s, el efecto positivo sobre el empleo est¨¢ mediatizado por otros factores, como el progreso t¨¦cnico (que permite producir m¨¢s bienes con menos empleo).
Desde 1986, en Espa?a se ha dado un elevado crecimiento del empleo en relaci¨®n al crecimiento del PIB, especialmente si se compara con lo sucedido en los a?os sesenta (cuando el PIB crec¨ªa al 7% anual y el empleo s¨®lo al 1%). Pero tambi¨¦n se ha dado un fuerte aumento de la poblaci¨®n activa. Por estas razones, como se aprecia en los gr¨¢ficos, el paro nunca ha disminuido con tasas de crecimiento del PIB inferiores al 3%, si bien durante 1989 y 1990 la reducci¨®n del paro ha sido mayor de lo que se hubiera esperado extrapolando la experiencia anterior. No se saben a ciencia cierta las razones de este favorable cambio; entre ellas puede estar una desaceleraci¨®n del cambio t¨¦cnico y -como apunta el informe de la comisi¨®n de expertos sobre las modalidades de contrataci¨®n- la introducci¨®n de los contratos temporales. Ello explica por qu¨¦, creciendo al 2,5%, el paro no ha crecido, pero tampoco ha ca¨ªdo.Un crecimiento del 2,5% es, por otra parte, actualmente mayor que el de la mayor¨ªa de los pa¨ªses de la CE, diferencia que dif¨ªcilmente podr¨¢ mantenerse. Tampoco debe inferirse que el crecimiento, del PIB es condici¨®n suficiente para que aumente el empleo: todos los factores determinantes enumerados son importantes. En particular, para lograr un alto crecimiento del empleo en el contexto de mayor competencia extranjera que llevar¨¢ consigo la eliminaci¨®n de aranceles ser¨¢ necesario que nuestras empresas mejoren su eficiencia y nuestros mercados funcionen mejor.Por ¨²ltimo, hablemos de la caracter¨ªsticas m¨¢s estructurales de la resistencia del paro a bajar distinguiendo a los trabajadores por sexos y comparando el segundo trimestre de 1987 con e de 1991. Los parados varones no est¨¢n estancados en su situaci¨®n Los que llevan m¨¢s de un a?o en paro han disminuido sustancial mente: si en 1987 representaba m¨¢s del 60% del total de para dos, hoy apenas superan el 40% (v¨¦ase el art¨ªculo de Garrido Toharla en EL PA?S del 11 de julio de 1990), proceso que ha dado tanto para los que ten¨ªan experiencia laboral previa como para los que no la ten¨ªan.
La pauta del paro femenino e muy diferente. En primer lugar el n¨²mero de paradas apenas ha ca¨ªdo en los ¨²ltimos cuatro a?o (en unas 75.000). En segundo lugar, ha habido un trasvase de grupo sin experiencia labora (que ha disminuido casi al mismo ritmo que el masculino) al de paradas con experiencia laboral que ha aumentado en casi 200.000. Es m¨¢s, el n¨²mero de paradas con experiencia labora que lleva poco tiempo en el paro ha aumentado mucho, un 60%.
Tozudez del paro femenino
Esta evoluci¨®n suscita varias reflexiones. En primer lugar, es probable que sea el resultado de un proceso en el que las mujeres han accedido a su primer empleo (normalmente temporal) y lo han perdido o dejado muy pronto, volviendo as¨ª a engrosar e paro. Los datos parecen apoyar esta hip¨®tesis: en 1987, las mujeres representaban el 31% de lo flujos de entrada en el paro procedentes del empleo, cifra muy similar a su proporci¨®n en el empleo asalariado, el 29%, las proporciones respectivas en 199 eran del 39% y el 32%.
En segundo lugar, cabe preguntarse si salir del paro es m¨¢s dificil para las mujeres que para los hombres. Un estudio econom¨¦trico reciente realizado en la Fundaci¨®n IESA (de pr¨®xima aparici¨®n en la Revista de Econom¨ªa y Sociolog¨ªa del Trabajo lleva a una respuesta afirmativa: en el cuarto trimestre de 1990, una mujer parada que fuera persona principal en su familia ten¨ªa una probabilidad de escapar del paro 30 puntos porcentuales menor que la de un var¨®n en esa situaci¨®n. Hay que se?alar que entre 1985 y 1990 el aumento del empleo se reparti¨® por igual entre mujeres y hombres. Sin embargo, las mujeres paradas han sufrido una desventaja relativa para lograr un empleo con respecto a las que estaban inactivas (en muchos casos, mujeres j¨®venes con niveles de estudios elevados que consiguen empleo directamente sin pasar por el paro).
En buena medida, la causa radica en que una alta proporci¨®n de las paradas son c¨®nyuges de la persona principal de la familia. Los estudios econom¨¦tricos revelan que las paradas en esa situaci¨®n tienen una probabilidad 10 puntos porcentuales menor de escapar del paro que las que son persona principal. Tambi¨¦n muestran que la intensidad de b¨²squeda de empleo -definida como la utilizaci¨®n de alg¨²n m¨¦todo adicional a la mera inscripci¨®n en las oficinas del empleo de las paradas casadas, una vez descontada la influencia de otras caracter¨ªsticas, es menor.
Este resultado no debe llevar a concluir apresuradamente que estas mujeres no son realmente paradas, sino a preguntarse qu¨¦ factores les impiden buscar trabajo m¨¢s intensamente (y, quiz¨¢, les llevan a perderlo prematuramente). Podr¨ªa pensarse que las medidas reci¨¦n anunciadas por el Gobierno para vincular la percepci¨®n del subsidio de paro a los cursos de formaci¨®n y limitar las posibilidades de rechazo de las ofertas de las oficinas de empleo son la soluci¨®n. La asistencia de los parados a los cursos de la formaci¨®n profesional ocupacional s¨®lo ser¨¢ ¨²til si ¨¦stos mejoran sensiblemente con respecto a su nivel actual.
En el caso de las mujeres casadas, la asistencia obligatoria a cursos de formaci¨®n podr¨ªa dificultar a¨²n m¨¢s su incorporaci¨®n al empleo, al exigirles un tiempo del que carecen.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.