Golpes indefendibles
El boxeo y sus golpes nunca son defendibles. La esgrima y la est¨¦tica, aunque no perseguibles de oficio, cobran un precio demasiado caro. No ya por los muertos o vegetales en coma que producen, una cifra tr¨¢gica, pero incluso menor que en otros deportes, sino .por su propio fin destructor y por las secuelas que dejan.No se puede defender porque la repetici¨®n de golpes supone necrosar zonas cerebrales irrecuperables. Y porque ni el mejor ¨¢rbitro puede controlar siempre los liamados golpes de badajo, los peores, los que recibe el boxeador ya conmocionado. Es imposible defender el riesgo de hemorragias cerebrales con un peligro inmediato de muerte. Michael Watson ha sido el ¨²ltimo caso. Y hasta en aficionados que boxean con casco hay riesgo, aunque sea menor.
El boxeo vive porque no es un asesinato directo, pero es indiscutible que su fin es destruir a un semejante legalmente. Ning¨²n monta?ero va a cortar la cuerda a otro, que se sepa. Y tampoco es defendible como refugio salvador de drogas o delincuencia: cualquier deporte sin conmociones sirve. Y ahora, hasta puede ofrecer m¨¢s dinero.
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