Fusi¨®n de peso
LA HIST?RICA fusi¨®n de los Bancos Central e Hispano Americano, que ayer aprobaron las respectivas juntas de accionistas, dar¨¢ vida a la primera entidad financiera privada de Espa?a. La operaci¨®n persigue fundamentalmente aprovechar las ventajas que ofrece una mayor dimensi¨®n para modernizar las estructuras de las entidades originarias y lograr as¨ª una mayor competitividad.En definitiva, se trata de una medida encaminada a afrontar la inminente libertad de prestaci¨®n de servicios financieros y de establecimiento de entidades en la CE, lo que, sin duda, constituye un reto fundamental para el sistema bancario espa?ol. Un sistema que ha crecido durante muchas d¨¦cadas amparado por leyes proteccionistas -el statu quo franquista- y de cuya falta de eficiencia da continuas pruebas. Por ejemplo, y ¨¦sta ser¨ªa la ¨²ltima muestra, la escasa agilidad y disposici¨®n con la que las entidades financieras est¨¢n bajando los tipos de inter¨¦s, a un ritmo mucho m¨¢s lento que el impuesto por el Banco de Espa?a y el Tesoro. As¨ª, mientras las autoridades monetarias y el Tesoro han bajado, respectivamente, el tipo de intervenci¨®n y el de las emisiones de deuda p¨²blica entre 2 y 2,5 puntos, los pr¨¦stamos de los bancos a los particulares apenas han disminuido un punto. Este tipo de actuaciones da la raz¨®n a quienes acusan a los bancos de ser responsables, al menos en una buena parte, de la permanente carest¨ªa del precio del dinero.
Sin embargo, el argumento de la bondad de las econom¨ªas de escala para justificar estos procesos de fusi¨®n (que hace ya varios a?os tuvo su origen en las ideas de un banquero llamado Jos¨¦ ?ngel S¨¢nchez Asia¨ªn) ha ca¨ªdo, con frecuencia, en un fetichismo excesivo, favorecido desde el propio Gobierno, aun a costa de otras, f¨®rmulas diferentes, tendentes tambi¨¦n a la necesaria eficiencia del sistema bancario. La evidencia emp¨ªrica disponible en este y en otros pa¨ªses no ampara per se esa pretendida asociaci¨®n entre tama?o y eficiencia. La mayor dimensi¨®n de los bancos se ha defendido, de modo paralelo, desde una especie de nacionalismo financiero dispuesto a anatematizar la presencia en Espa?a de la banca extranjera. Pero a estas alturas, cuando otros sectores estrat¨¦gicos est¨¢n fuertemente penetrados por la inversi¨®n for¨¢nea, es leg¨ªtimo que el consumidor se interrogue sobre si la presencia de entidades financieras exteriores ha mejorado o no la gesti¨®n bancaria tradicional, y si la competencia entre entidades, nacionales y extranjeras ha aumentado o no la eficacia del sector. La respuesta es necesariamente positiva.
Las dificultades habituales que se producen en todo proceso de integraci¨®n adquieren un mayor peso en el caso del Banco Central y del Banco Hispano Americano. Ha sido ¨¦sta una fusi¨®n que no se ajusta exactamente a ese principio impl¨ªcito, razonable, que defiende el matrimonio entre el banco bueno (eficiente) con el banco malo (ineficiente) y que inspir¨® las primeras intentonas de fusiones en el sistema bancario espa?ol, con el consiguiente apoyo del Ejecutivo. En el nuevo Banco Central Hispano Americano se producen, en principio, pocos efectos visibles complementarios; se trata de una integraci¨®n de negocios bastante similares. Donde s¨ª existen diferencias mayores es en las culturas de las respectivas entidades: la renovaci¨®n de ejecutivos que propici¨® la ¨²ltima crisis del Hispano signific¨® la incorporaci¨®n de un nuevo estilo de hacer banca, que podr¨ªa servir de revulsivo a las estructuras m¨¢s vetustas del Central, aunque sin olvidar que en banca la tradici¨®n es, en muchos casos, m¨¢s virtud que vicio.
Pese a estas matizaciones, el nacimiento de una entidad que se constituye por derecho propio en el primer banco privado del pa¨ªs merece todos los parabienes por la asunci¨®n de riesgos que comporta. Banqueros como Alfonso Esc¨¢mez o Jos¨¦ Mar¨ªa Amus¨¢tegui pod¨ªan haber permanecido en el mercado con la estabilidad que ten¨ªan hasta ayer, y, sin embargo, han iniciado un proyecto que elevar¨¢ a la banca espa?ola en los ranking de la Comunidad Europea. La Europa unida no se hace s¨®lo en las superestructuras.
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