Por qu¨¦ no son enemigos tradicionales
?Se restablecer¨¢ por fin la paz en Oriente Pr¨®ximo? ?Paz entre jud¨ªos y musulmanes, israel¨ªes y ¨¢rabes?Es evidente que la pol¨ªtica norteamericana, partidaria de Israel desde la fundaci¨®n de su Estado en 1948, y por ese motivo odiada por la mayor¨ªa de los ¨¢rabes, est¨¢, desde la guerra del Golfo, m¨¢s interesada que nunca en alcanzar una soluci¨®n pac¨ªfica para Oriente Pr¨®ximo. El momento hist¨®rico tambi¨¦n parece m¨¢s propicio que nunca: las relaciones con la mayor¨ªa de los pa¨ªses ¨¢rabes -adem¨¢s de Egipto y Arabia Saud¨ª, ahora tambi¨¦n Siria- vuelven a ser esperanzadoras y no deben ponerse otra vez en peligro. El presidente norteamericano parece tan decidido a llevar adelante su iniciativa de paz que somete las relaciones norteamericano-israel¨ªes a una dura prueba negando de momento la concesi¨®n de un cr¨¦dito de 10.000 millones de d¨®lares a Israel. Con ello pretende obligar al Gobierno conservador de derechas de Shamir a participar activamente en el proceso de paz en lugar de boicotearlo con nuevos asentamientos en los territorios ocupados y con los hechos consumados de la anexi¨®n.
Pero ?es acaso posible que reine alguna vez la paz entre israel¨ªes y ¨¢rabes, entre jud¨ªos y musulmanes? ?No son enemigos tradicionales, como antes se afirmaba de los alemanes y los franceses? Esta idea est¨¢ tambi¨¦n muy extendida entre los pol¨ªticos, especialmente entre los que no se han informado nunca seriamente sobre las causas ideol¨®gico-religiosas del conflicto de Oriente Pr¨®ximo. Pero ?es correcta esa idea?
Como es sabido, el islam hizo su aparici¨®n en el siglo VII como nueva potencia y nueva religi¨®n mundial. Ya en el a?o 16 de la nueva era isl¨¢mica -es decir, en el a?o 638 despu¨¦s de Cristo- fue conquistada Palestina, Jerusal¨¦n inclusive, que pertenec¨ªa por entonces al Imperio Cristiano-bizantino. ?Las consecuencias para los jud¨ªos? Tras la conversi¨®n de Constantino (a?o 313) y la subsiguiente aceptaci¨®n de la fe cristiana por la pr¨¢ctica totalidad de los no-jud¨ªos, los jud¨ªos se hab¨ªan convertido en una minor¨ªa en Palestina. El Imperio Cristiano-bizantino les hab¨ªa impuesto cada vez m¨¢s restricciones con leyes antijud¨ªas. Por ello, muchos jud¨ªos acogieron la conquista isl¨¢mica como una liberaci¨®n. Ahora pudieron volverse a instalar por primera vez en Jerusal¨¦n, aunque su centro espiritual segu¨ªa siendo la escuela de eruditos de Tiberiades (Galilea). Los jud¨ªos no fueron perseguidos por los musulmanes por el hecho de ser jud¨ªos. Sin embargo, durante la ¨¦poca de las cruzadas, los jud¨ªos de Palestina fueron diezmados cruelmente por los cristianos. Pero a ra¨ªz de la reconquista ¨¢rabe llevada a cabo por el sult¨¢n Saladino en 1187 se produjo una nueva emigraci¨®n jud¨ªa, que prosigui¨® tambi¨¦n bajo la dominaci¨®n de los mamelucos en los siglos XIV-XV.
Algo similar ocurri¨® en Espa?a. Ya en los primeros tiempos del Imperio Romano, y luego durante la dominaci¨®n de los visigodos (arrianos), hab¨ªan estado los jud¨ªos fuertemente representados en la pen¨ªnsula Ib¨¦rica. Pero s¨®lo cuando los visigodos se convirtieron al catolicismo romano tuvieron que aceptar considerables limitaciones, incluso bautismos forzosos. En el a?o 711 -el a?o 93 de la era musulmana- fue conquistada Espa?a por los ¨¢rabes. ?Las consecuencias para los jud¨ªos? Como ya sucedi¨® en Palestina, celebraron y apoyaron la conquista musulmana como una liberaci¨®n. Y de hecho, el juda¨ªsmo vivi¨® bajo el califato de C¨®rdoba (755-1013), y, tras su destrucci¨®n por bereberes fan¨¢ticos, todav¨ªa en Granada y Sevilla, una ¨¦poca de esplendor cultural. Se produjo un apogeo de la filosof¨ªa y la teolog¨ªa, de la ling¨¹¨ªstica y la poes¨ªa, de las ciencias naturales, de la medicina y la traducci¨®n jud¨ªas. La convivencia de jud¨ªos y musulmanes fue igualmente positiva en el Egipto de los fatim¨ªes ismail¨ªes durante los siglos XI-XII.
Tambi¨¦n es cierto que los jud¨ªos tuvieron que aceptar las limitaciones de las llamadas leyes de Omar; ¨¦stas se refer¨ªan sobre todo a la Administraci¨®n p¨²blica, a la construcci¨®n de casas y sinagogas y a la pr¨¢ctica r¨¦ligiosa en p¨²blico. Pero a los jud¨ªos les fue, en general, mejor bajo el islam que bajo el cristianismo de los imperios romano-bizantino y romano-germ¨¢nico. Esto no se debi¨® ¨²nicamente a la maldad y a la animadversi¨®n de los cristianos fanatizados, que s¨®lo a partir de la primera cruzada de 1096 se descargaron en incontables abusos, sino que se debi¨® a que exist¨ªa de antemano una mayor afinidad entre el juda¨ªsmo y el islam. Un hecho que es considerado evidente por la investigaci¨®n cient¨ªfica y del que deber¨ªan ser mucho m¨¢s conscientes la opini¨®n p¨²blica y sobre todo los pol¨ªticos y los diplom¨¢ticos:
1. Desde un punto de vista religioso, los jud¨ªos se hallaban de antemano m¨¢s pr¨®ximos de los musulmanes que de los cristianos debido a su monote¨ªsmo terminante (sin dogmas misteriosos referentes a la trinidad, la filiaci¨®n divina y la mariolog¨ªa) y a los preceptos similares sobre la pureza y los alimentos (por ejemplo, el rechazo de la carne de cerdo). De los cristianos se vieron a¨²n m¨¢s alejados por los doginas de la trinidad y de la encarnaci¨®n, que se desarrollaron plenamente a partir de los siglos IV-V, que por la disputa original. sobre la ley y la circuncisi¨®n.
2. No menos importante es el origen semita com¨²n y la ra¨ªz com¨²n de las lenguas: el ¨¢rabe est¨¢ estrechamente emparentado con el hebreo de Israel en su estructura y vocabulario (por ejemplo, paz: en ¨¢rabe, salam; en hebreo, shalom). De este modo, los jud¨ªos pudieron utilizar f¨¢cilmente el ¨¢rabe como idioma internacional en el comercio y en las transacciones. El lat¨ªn de la Europa cristiana era ciertamente un idioma internacional, pero se limitaba fundamentalmente al clero y a los eruditos, y los jud¨ªos no lo adoptaron pr¨¢cticamente nunca y estuvieron as¨ª supeditados a las distintas lenguas nacionales, todav¨ªa poco cultivadas.
3. Los jud¨ªos pudieron ser una y otra vez ¨²tiles al Imperio Isl¨¢mico en el comercio del Mediterr¨¢neo y de Oriente tras la p¨¦rdida de la supremac¨ªa de los sirios cristianos. Sin embargo, en el ¨¢mbito cristiano tuvieron que ceder pronto el comercio con el mundo isl¨¢mico a las ciudades italianas, que tambi¨¦n asumieron el control en. el ¨¢mbito isl¨¢mico en la Edad Media tard¨ªa.
4. En el Imperio Isl¨¢mico hab¨ªa para la minor¨ªa jud¨ªa una base jur¨ªdica obligatoria con derechos garantizados, y al mismo tiempo -en el marco de una Administraci¨®n propia que rebasaba la comunidad-, autoridades espirituales centrales reconocidas por los musulmanes. En cambio, en el Occidente cristiano faltaba, debido a la invasi¨®n de los b¨¢rbaros, una praxis legal obligatoria, mientras que en el Oriente cristiano predominaba una legislaci¨®n antijud¨ªa cada vez m¨¢s dura. En t¨¦rminos generales, en la Europa cristiana, las comunidades jud¨ªas aut¨®nomas viv¨ªan desde mucho tiempo antes sin una autoridad suprarregional. Pero si los jud¨ªos y los musulmanes eran, por su origen y su historia, mucho m¨¢s afines que los jud¨ªos y los cristianos, y si los jud¨ªos y los musulmanes han convivido en general bastante bien y a menudo incluso muy bien a lo largo de la historia, ?de d¨®nde.viene esa enemistad abismal que existe actualmente entre los jud¨ªos y los ¨¢rabes, y que dificulta desde hace d¨¦cadas las relaciones de todo Occidente, y especialmente de Estados Unidos, con el mundo ¨¢rabe, y que provocar¨¢ a la larga una sexta guerra ¨¢rabe-israel¨ª, de unas dimensiones completamente in¨¦ditas si ahora no se logra por fin una soluci¨®n pac¨ªfica?
La respuesta es que ni la religi¨®n jud¨ªa ni la isl¨¢mica son, en primer t¨¦rmino, las responsables de esa enemistad, sino el nacionalismo moderno. Igual que el antisemitismo del siglo XIX ve¨ªa la diferencia entre jud¨ªos y no-jud¨ªos fundamentalmente como un fen¨®meno ¨¦tnico, y al juda¨ªsmo fundamentalmente no como una comunidad de religi¨®n, sino como una comunidad de pueblo, el sionismo reaccionaba tambi¨¦n as¨ª contra el antisemitismo: "Nosotros somos un pueblo, nosotros somos un pueblo", era el lema de Theodor HerzI, fundador del sionismo. Y de ah¨ª extrajo la conclusi¨®n de que el pueblo sin tierra necesita por fin -tras tantos siglos de discriminaci¨®n y persecuci¨®n- una tierra sin pueblo. Y al argumentar as¨ª, Herzl no estaba pensando forzosamente en Palestina; tambi¨¦n pod¨ªa cumplir ese cometido una tierra en Am¨¦rica Latina (Argentina) o en ?frica (la Uganda brit¨¢nica).
Pero, como es natural, el movimiento sionista se concentr¨® r¨¢pidamente en Palestina, que, despu¨¦s de todo, es la tierra de origen del pueblo jud¨ªo. Pero Palestina no era una tierra sin pueblo. Al exist¨ªa una importante poblaci¨®n ind¨ªgena, constituida en sus seis s¨¦ptimas partes por ¨¢rabes. Muchos colonos jud¨ªos ignoraron a esa poblaci¨®n, la contemplaron con indiferencia o a lo sumo con condescendencia, y, sobre todo despu¨¦s de las guerras ganadas de 1949, 1956 y 1967, la menospreciaron y vulneraron sus derechos, como si s¨®lo ellos tuviesen derechos leg¨ªtimos sobre Palestina.
?sta es la clave de la cuesti¨®n palestina que todav¨ªa est¨¢ sin resolver, y en ella se basa la enemistad abismal entre los jud¨ªos y los ¨¢rabes. Dos pueblos se enfrentan -el jud¨ªo y el ¨¢rabe-palestino-, y ambos tienen la conciencia profundamente enraizada, hace 3.000 a?os o en los 1.000 ¨²ltimos a?os, de que esa tierra s¨®lo les pertenece leg¨ªtimamente a ellos y nada m¨¢s que a ellos. La Conferencia de Paz s¨®lo traer¨¢ la paz si comprende este problema en toda su dimensi¨®n hist¨®rica y trata de hallar a partir de ah¨ª una soluci¨®n. Jud¨ªos y ¨¢rabes no son enemigos tradicionales, pero s¨ª -hasta hoy- rivales mortales que luchan por la misma tierra. Pero esto no tiene que ser as¨ª eternamente. Los buenos tiempos de la coexistencia ¨¢rabe-jud¨ªa permiten concebir tambi¨¦n esperanzas para Palestina.
catedr¨¢tico de Teolog¨ªa en la Universidad de Tubinga, acaba de publicar el ensayo Das judentum (El juda¨ªsmo).
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