El hombre que reinvent¨® la emoci¨®n
La Semana Mara?¨®n 91 subraya la vigencia del m¨¦dico humanista
No es f¨¢cil saber qu¨¦ permanece del pensamiento de Gregorio Mara?¨®n -un hombre que al morir, hace 31 a?os, dej¨® 85 libros-, y no es f¨¢cil porque permanece mucho. As¨ª se desprende de la Segunda Semana Mara?¨®n, concluida el mi¨¦rcoles, tanto en el seminario sobre el Conde Duque de Olivares -de quien Mara?¨®n escribi¨® una psicobiograf¨ªa- como en las Jornadas Cient¨ªficas en las que expertos de todo el mundo estudiaron los recientes avances en la neuroendocrinolog¨ªa. Ese era el campo m¨¦dico en el que Mara?¨®n intent¨® encontrar esa fisura donde, desde Descartes, se intuye que se deben de unir el alma y el cuerpo, el esp¨ªritu y la materia. Entre lo que permanece, dicen los estudiosos, figuran sus intuiciones sobre la psicohistoria y la emoci¨®n.
Ese chico tan t¨ªmido que, seg¨²n cont¨® ¨¦l m¨¢s tarde, casi no aprueba el ingreso en el instituto de Santander, pues le paralizaban los tribunales hasta el punto de que m¨¢s tarde tuvo que intervenir el Parlamento para que aceptara ser catedr¨¢tico, pertenec¨ªa a esa generaci¨®n de espa?oles -regeneracionistas, europe¨ªstas o noventayochistas- que "en un momento de la historia de Espa?a tuvieron que acudir a todo y ser todo".As¨ª lo expresa Alejandra Ferr¨¢ndiz, psic¨®loga que en su d¨ªa, al elaborar una tesis sobre la psicolog¨ªa en la obra de Mara?¨®n, y en concreto al realizar el estudio bibliom¨¦trico del autor (las veces que es citado por la comunidad cient¨ªfica), fue uno de los primeros espa?oles en comprobar la importancia internacional del m¨¦dico escritor. "Hoy", dice en su despacho de la Fundaci¨®n Mara?¨®n, en la antigua casa del m¨¦dico, "Mara?¨®n es m¨¢s citado en los ¨ªndices de ciencias sociales que en los ¨ªndices cient¨ªficos".
Y es citado, sobre todo, por te¨®ricos como Schachter o Mandler, que han vuelto a partir de ¨¦l para llegar a las teor¨ªas contempor¨¢neas sobre uno de los territorios donde se encuentran el esp¨ªritu y el cuerpo del hombre: la emoci¨®n. El debate, seg¨²n ha explicado Helio Carpintero, lo hab¨ªan planteado a principios de siglo el norteamericano William James y el dan¨¦s Lange, al formular: "No lloro porque estoy triste, sino que estoy triste porque lloro". Esto es, una formulaci¨®n m¨¢s compleja y moderna de aquella intuici¨®n cartesiana seg¨²n la cual las dos dimensiones heterog¨¦neas que se unen en el hombre, el cuerpo y el esp¨ªritu, deb¨ªan de residir en una gl¨¢ndula de secreci¨®n interna, situada en el cerebro, la ep¨ªfisis.
Orden de factores
La contribuci¨®n de Mara?¨®n ayud¨® a aclarar la pol¨¦mica sobre el orden de los factores, sobre qu¨¦ era causa de qu¨¦. Tras inyectar adrenalina a sus pacientes de su hospital madrile?o, observ¨® que mostraban s¨ªntomas de un cambio org¨¢nico emocional sin conocer sin embargo las causas. A eso lo llam¨® emoci¨®n fr¨ªa, y estableci¨® que -dice Carpintero- "toda emoci¨®n requiere un cambio org¨¢nico, pero para estar completa el sujeto lo ha de referir a un contenido mental determinado"."Ten¨ªa unos ojos oscuros, cejas espesas, bajas, que daban una sombra buena / a su luz confiada", escribi¨® Aleixandre de quien -como nadie antes y nadie despu¨¦s- fue miembro de n¨²mero de las cinco academias espa?olas. Y P¨¦rez de Ayala: "Conoc¨ª a personas buen¨ªsimas. Mejor que ¨¦l, ninguna. ( ... ). Hombres inteligent¨ªsimos. M¨¢s inteligentes que ¨¦l, ninguno".
Pero lo que de verdad le caracterizaba, seg¨²n el psic¨®logo Jos¨¦ Luis Pinillos, era la pasi¨®n: "Creo, con Kant y Hegel, que la vida es pasi¨®n, y la obra de Mara?¨®n fue una gran pasi¨®n". Ten¨ªa que serlo por fuerza, pues en ella, hecho el balance final, podr¨ªan caber tres o cuatro juntas.
Sobre todo, la de un m¨¦dico que lo fue pese a una inicial oposici¨®n frontal de su padre, y la de un hombre de libros que aprovech¨® cada resquicio, cada espera, cada media hora extraviada y sobre todo cada fin de semana en su cigarral de Toledo -comprado con 28.000. pesetas de sus primeros trabajos-, en ir escribiendo una vasta obra que oscila entre la investigaci¨®n cient¨ªfica y la psicohistoria: algo tan novedoso cuando ¨¦l contribuy¨® a inventarla, en los a?os veinte, que carec¨ªa incluso de nombre.
Mara?¨®n, seg¨²n Pinillos, tuvo siempre presente que lo esencial de la vida es la pasi¨®n, y al tiempo entendi¨® que la conducta humana no est¨¢ dictada, sino reglada. Ahora bien, "no era un naturalista: Mara?¨®n sab¨ªa que para que haya drama, para que haya vida, el hombre tiene que salirse de la causalidad". O, lo que es lo mismo, ejercer pese a todo su ¨ªntima libertad.
Babelia
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