Leila-Hanan
En 1970, los peri¨®dicos se llenaron con la foto de una bella mujer de ojos grandes y uniforme verde. Era dulce como la revuelta y poderosa como la raz¨®n. Dec¨ªa: "con Israel no hay m¨¢s lenguaje que las armas; con el resto del mundo utilizamos la palabra". La ametralladora colgaba de su hombro con la naturalidad de un bolso, y en su mirada enorme los aviones de pasajeros se descompon¨ªan por el iris. ?sa era Leila Jaled, la dirigente palestina que pas¨® a formar parte de la iconograf¨ªa de la vigorosa izquierda europea. Cu¨¢ndo la conocimos todav¨ªa no ten¨ªamos la foto de los soldados portugueses con sus claveles ni sab¨ªamos con exactitud d¨®nde paraba Nicaragua, pero su mono verde olivo ven¨ªa a sustituir al verde ¨¦pico del Che.Ahora, que, como advirti¨® el poeta, de casi todo hace veinte a?os hemos regresado al ¨¢lbum de las fotos y entre el fragor de los silencios en una mesa de hombres hemos aprendido a querer a Hanan Ashraui, la portavoz de la delegaci¨®n palestina en la Conferencia de Paz. La se?ora Ashraui es profesora de literatura. Viste una elegante blusa estampada y lleva un bolso excesivamente lleno de palabras y de firmezas. Hace un a?o, los palestinos se hab¨ªan tenido que entregar a la locura de Sadam y parec¨ªa que nadie les sentar¨ªa jam¨¢s a su mesa. Pero la semana pasada, esa mujer fotog¨¦nica y did¨¢ctica recuper¨® para los suyos un lugar en el mundo y las fotos antiguas de Leila empezaron a amarillear. Ten¨ªamos una imagen ¨²nica y ahora tenemos una imagen completa. Acostumbrados a mirar las guerras s¨®lo sobre los mapas, nos sorprendemos por esos saltos humanos que da el mismo problema a lo largo de la historia. Leila, la guerrillera. Hanan, la maestra. Puntas de dise?o del iceberg de la injusticia. En este fin de siglo, todas las emociones del planeta tienen un guionista que las viste.
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