La nueva OTAN
LA REUNI?N que los jefes de Estado y de Gobierno de los 12 pa¨ªses miembros de la OTAN concluyeron ayer en Roma ha servido, sobre todo, para adaptar dicha organizaci¨®n a la nueva situaci¨®n mundial. No se trata de una simple correcci¨®n: una OTAN dedicada a preparar la defensa: de Europa occidental frente a una eventual agresi¨®n de la URSS ha perdido su raz¨®n de ser. Esfumado el enemigo, la OTAN ten¨ªa que elegir entre desaparecer o cambiar. Sus miembros han considerado que no debe desaparecer, y en Roma iniciaron el cambio preciso.La necesidad de una organizaci¨®n defensiva se justifica por las incertidumbres que siguen pesando sobre Europa: a¨²n no se sabe qu¨¦ ocurrir¨¢ en la antigua Uni¨®n Sovi¨¦tica. Los nacionalismos exacerbados suponen riesgos de conflictos, incluso de guerras, del tipo de la que est¨¢ asolando Yugoslavia. Ante esas sombras inquietantes, la OTAN orienta su adaptaci¨®n de acuerdo a las siguientes pautas: primero, se hace m¨¢s pol¨ªtica y menos militar. En concreto, se crea un nuevo ¨®rgano, el Consejo de Cooperaci¨®n para las Relaciones con el Este, en el que entrar¨¢n laURSS, Polonia, Checoslovaquia, Hungr¨ªa, Rumania, Bulgaria y los tres pa¨ªses b¨¢lticos. Este consejo examinar¨¢ los problemas pol¨ªticos y de seguridad en reuniones regulares. Es una manera de soslayar la demanda de Checoslovaquia y Polonia de ingreso directo en la OTAN. La inclusi¨®n de la URSS anula cualquier interpretaci¨®n sobre prop¨®sitos antisovi¨¦ticos. Tiene un rasgo espec¨ªfico que le distingue de otros ¨®rganos continentales: al ser parte de la nueva OTAN puede responder mejor a la demanda de seguridad que sienten varios pa¨ªses del Este.
En segundo lugar, y ya en el plano militar, se tender¨¢ a formaciones m¨¢s ligeras, con mayor capacidad de movimiento ante eventuales conflictos que pueden surgir en diversas regiones. Por otra parte, el arma nuclear, sin desaparecer totalmente, se coloca ahora como "¨²ltimo recurso" en la nueva estrategia. En tal sentido, la OTAN se ha dirigido a la URSS y a las rep¨²blicas que la componen pidi¨¦ndoles que tomen las medidas indispensables para evitar la proliferaci¨®n nuclear. Ello confirma que, a pesar de las declaraciones del ministro de Exteriores sovi¨¦tico, Pankin, asegurando que todas las armas nucleares sovi¨¦ticas est¨¢n controladas desde Mosc¨², existe un justificado temor de que alguna rep¨²blica, al acceder a la independencia, pretenda controlar el arsenal nuclear de su territorio. Es un riesgo inquietante, y es posible que se necesite algo m¨¢s que advertencias para contenerlo si no se frena el proceso de desintegraci¨®n de la antigua URSS en materia militar.
Para el continente, la duda mas seria que deb¨ªa aclararse en la reuni¨®n de Roma era la actitud de EE UU ante los proyectos de creaci¨®n de una entidad de seguridad y defensa en torno a la UEO. El discurso de Bush puede ser considerado positivo: parece que los esfuerzos, sobre todo del canciller Kohl y de Felipe Gonz¨¢lez, para dejar claro que los proyectos europeos no tienden a debilitar la OTAN han surtido efecto. Bush advirti¨® que si alguien quiere organizar la defensa sin contar con la OTAN debe decirlo claramente. Pero ello no es m¨¢s que un ardid argumental. Nadie, ni siquiera Francia -que est¨¢ fuera del mando integrado-, pone en duda la necesidad de que las fuerzas de EE UU permanezcan en Europa, si bien a un nivel inferior al que han tenido hasta ahora. Y precisamente un papel esencial que la OTAN sigue cumpl¨ªendo hoy es el de enmarcar la permanencia de dichas tropas en el continente.
El problema para que la CE pueda empezar a crear su propia pol¨ªtica y estructura de seguridad no es hacerlo sin relaci¨®n o a costa de la OTAN, sino que esa nueva dimensi¨®n de la uni¨®n europea nazca sin estar supeditada a la organizaci¨®n atl¨¢ntica. En ese orden, la actitud de EE UU -donde se desarrolla un intenso debate sobre su pol¨ªtica internacional- no ha sido un est¨ªmulo para los miembros de la CE que, como el Reino Unido, se resisten a que la Comunidad avance hacia su unidad pol¨ªtica, preparando a la vez los adecuados instrumentos de su seguridad. En todo caso, dado que el problema de la seguridad exige un plazo largo, lo fundamental es evitar que en los textos de la cumbre de Maastr¨ªcht del mes pr¨®ximo se quiera supeditar el nuevo e indispensable sistema europeo de seguridad a la OTAN.
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