La raz¨®n va a morir a Nueva York
Como todos ustedes saben desde que van al teatro, la vida carece de sentido, es una imposici¨®n absurda, ignoramos nuestro destino, y somos por ella humillados y ofendidos. Tomas Bernhard comprendi¨®, tambi¨¦n, que la vida es representaci¨®n, o teatro -quiz¨¢ de unos ante otros, o ante nadie-, pero completamente in¨²til: aunque alg¨²n tipo de pensamiento de su patria -Austria- creyese que esa representaci¨®n depuraba o conduc¨ªa a una especie de catarsis. Ese pensamiento y su propia patria -prohibi¨® sus obras en ella, y la patria del lenguaje alem¨¢n en que escrib¨ªa, le daban risa a Bernhard: una risa nerviosa, hist¨¦rica, que es la que brota en esta obra. Histeria es de un profesor Kant de m¨¢s o menos nuestro tiempo, con el pensamiento descompuesto, convertido en papagayo gutural y rid¨ªculo; una visi¨®n, dicen, del propio Bernhard burl¨¢ndose de s¨ª mismo y de la impotencia de la expresi¨®n. Yo siempre pienso de estos genios que son fundamentalmente optimistas: si no no tendr¨ªan esa desesperacion. O no escribir¨ªan, salvo para dar de comer a alguien.
El viaje de Kant a Am¨¦rica, o Papagayo en alta mar
De Thomas Bernhard. Traducci¨®n: Miguel S¨¢criz. Direcci¨®n: Gustavo Tambascio. Int¨¦rpretes: Davo Pinilla, Ana Luc¨ªa Villate, Mariv¨ª Bilbao Goyoaga, Paco Obreg¨®n, Lander Iglesias, Jon Ari?o, Jes¨²s Pe?as, Josu Bilbao, Helena Due?as, Jorge Santos, Kuko. Escenograf¨ªa: Jos¨¦ Ibarrola. Vestuario: Ibarrola y Tambascio. Teatro Mar¨ªa Guerrero, 8 de noviembre.
Histeria
Si se le quiere dar un sentido a la obra inconexa, fuera de cualquier tiempo y de cualquier sentido, grotesca y m¨¢s bien hist¨¦rica, ser¨ªa el de la met¨¢fora del viaje como tr¨¢nsito de la vida; el de la nave de los locos que circulaba por Europa como met¨¢fora medieval; el de la busca de la luz por el traslado a Am¨¦rica, que ha de ser el camino totalmente equivocado donde se ha de sumergir la raz¨®n: a Kant le esperan los loqueros. Si es que son loqueros, si es que es Kant y no un loco que se cree Kant. O las dos cosas al mismo tiempo, que no son incompatibles.Y ya tenemos una prueba m¨¢s de c¨®mo es la vida de est¨²pida, de miserable y de in¨²til para a?adir a la antolog¨ªa del teatro del siglo XX. Thomas Bernhard lo ha descrito ya en numerosas obras de teatro -15, si no estoy mal informado, hasta su muerte en 1989- y en unas novelas que yo prefiero: aunque ¨¦l siempre consider¨® el teatro superior a la novela, o a la novela como forma de teatro. Los viejos maestros, que acaba de publicarse en Espa?a, me parece superior a esta obra. O ser¨¢ porque el teatro tiene otros intermediarios, que act¨²an entre la escritura y nosotros, y en este tipo de obras que se llaman abiertas quiz¨¢ porque el autor ha querido cerrarlas demasiado para dar la sensaci¨®n de angustia y, en fin, mal humor (llam¨¦mosle angustia, o desesperaci¨®n, o terror c¨®smico: mal humor), y las hace impenetrables y sin m¨¢s amparo dram¨¢tico que su superficie, los intermediarios son muy peligrosos.
Yo no dudo de que el actor Davo Pinilla, que tanto grita y se exalta, est¨¦ haciendo muy buena representaci¨®n de la locura, y de la caquexia senil, si es que esas cosas son asi y lo que se llama Kant, entregado a unos m¨¦dicos, es en realidad un loco y las gentes de bata blanca que le recogen en Am¨¦rica son los loqueros: pero, a lo mejor, ser¨ªa mas eficaz si fuese cotidiano, como parece ser la preocupaci¨®n de Bernhard en su escritura, subrayando la sociedad mecanizada en sus t¨®picos y en su comportamiento condicionado; tampoco creo que si eso es un error sea enteramente culpable, sino su director, Gustavo Tambascio, que le ha enviado as¨ª al escenario.
En cambio, es m¨¢s caracter¨ªstica del autor la interpretaci¨®n de Marivi Bilbao Goyoaga, en el papel de La Millonaria, y por eso gusta tanto: porque corresponde al clich¨¦ de lo que dice, porque sus frases tontas est¨¢n dichas con toda seguridad y con una cierta cotidianidad: la prueba es que es la que m¨¢s gusta. Lo que si parece es que no hay esa musicalidad?ntre unos y otros que pretend¨ªa Bernhardt, al hablar de su teatro como de una creaci¨®n musical. En todo caso, la obra no fue muy entendida por el p¨²blico, y se abus¨® al final de las subidas y bajadas de tel¨®n, con los actores y el equipo en escena, que fueron m¨¢s all¨¢ de lo que los aplausos pretend¨ªan.
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