La fuerza del mago

EL CASO de Earvin Magic Johnson, ¨ªdolo deportivo del mundo desde su privilegiada tribuna del baloncesto profesional norteamericano, muestra claramente la capacidad de influencia de los l¨ªderes de opini¨®n en el seno de las sociedades contempor¨¢neas. El anuncio de que es portador del sida; la directa sencillez con que lo comunic¨® a trav¨¦s de los potentes medios de comunicaci¨®n audiovisuales de EE UU, y de all¨ª, en cascada, al resto de la Tierra, y por ¨²ltimo, el consejo dedicado esencialmente a los j¨®venes, sus mayores admiradores, de que utilicen preservativos como medida preventiva, han hecho m¨¢s por la difusi¨®n del problema -incluida su indiscutible capacidad de transmisi¨®n heterosexual- y las elementales normas de precauci¨®n que todo lo realizado hasta la fecha.Naturalmente, el presidente Bush ha reaccionado con la rapidez de reflejos que caracteriza los posibles tantos preelectorales. El Gobierno de EE UU se hab¨ªa distinguido, b¨¢sicamente, por un cierto desinter¨¦s ante el problema. La industria cinematogr¨¢fica y televisiva lo hab¨ªan tratado hasta la fecha, b¨¢sicamente, como un tema maldito. En poco m¨¢s de 24 horas ha pasado de ser casi un tab¨² social a pensarse en la posibilidad de que el jugador forme parte de la Comisi¨®n Nacional sobre el Sida. Un cambio oportunista, si se quiere, pero muy valioso desde el punto de vista del pragmatismo sanitario y social.