A la cuarta parte de los viejos internados en los asilos no los visita nadie
Que una anciana no se acuerde de bajarse las bragas antes de ir al retrete es la raz¨®n por la que muchas personas mecen hoy sus huesos en las residencias de la Comunidad. La consejera de Integraci¨®n Social, Elena V¨¢zquez, lo explica estupendamente: "El abuelo es para su familia un ser delicioso que compra el pan y lleva a los ni?os a la escuela. Deja de serlo cuando pierde la fuerza o la memoria". Entonces, al mismo ritmo, empieza a perder atenciones de amigos y familiares. Y llega la soledad: 1.500 de los 7.000 mayores que viven en los asilos de la Comunidad no recibe ni una sola visita desde hace m¨¢s de un a?o. Ni siquiera llamadas telef¨®nicas. Para los que no viven ni con su familia ni en residencias, el panorama es mucho peor.
Mucho peor porque se pueden encontrar, por ejemplo, con sus facultades f¨ªsicas y mentales seriamente mermadas, sin dinero para pagar una residencia privada y sin poder ingresar en una p¨²blica, por falta de camas. En la lista de espera para asilos de la regi¨®n se agolpan 2.000 personas. Algunos optan por acudir a una residencia de las muchas clandestinas que hay en Madrid.
Poca y mala comida, ninguna garant¨ªa en el trato m¨¦dico e higi¨¦nico y p¨¦simas condiciones del edificio. ?sas son las caracter¨ªsticas de muchos pisos ?legales que se hacen llamar residencias. La Comunidad s¨®lo inspeccion¨® 161 en los ¨²ltimos 12 meses. De ellas, 44 fueron sancionadas con multas entre 100. 000 pesetas y 10 millones.
Consumir mayores
Con la huelga de cuidadoras, la realidad ha aflorado a¨²n m¨¢s. Pedro Esteban tiene 67 a?os, una operaci¨®n de c¨¢ncer reciente y una mujer hemipl¨¦jica. Ambos dispon¨ªan de tres horas diarias de cuidados a domicilio, y ahora s¨®lo tienen una (por los servicios m¨ªnimos de la huelga). "La huelga nos parte, porque yo apenas tengo fuerza para vestir y desnudar a mi mujer. Esta sociedad de consumo nos est¨¢ consumiendo a los viejos", dice Pedro.
La concejal de Integraci¨®n Social; del PP, Ana Mar¨ªa Garc¨ªa Armend¨¢riz, cree lo, mismo. Para evitarlo, asegura que destina un tercio de su presupuesto a la tercera edad. No obstante, afirma que no llevar¨ªa nunca a su madre a una residencia.
Elena V¨¢zquez, del PSOE, es la responsable directa de las residencias p¨²blicas y privadas de la Comunidad. Su madre tiene m¨¢s de ochenta a?os y vive sola en Madrid. "No la llevar¨ªa: a un asilo. Si molesta, me fastidio, pero conmigo siempre".
Los pisos tutelados -que dependen del Ayuntamiento- resultan menos deprimentes que los asilos. Los mayores disponen all¨ª de cocina, sal¨®n, habitaciones y cuarto de ba?o. Sin embargo, s¨®lo 71 personas viven en estas condiciones, todas ellas autosuficientes. Engracia y Rosa, dos solteras de 77 y 61 a?os, comparten un piso tutelado. Las dos tienen familiares y las dos se han ganado la vida criando ni?os.
Engracia habla muy bien de sus sobrinos. Si se le pregunta por qu¨¦ no pasa la Nochebuena con ellos, responde algo que ella misma ha podido terminar crey¨¦ndose: "Ellos comen mucho y yo estoy adelgazando". Tienen suerte, al fin y al cabo.
Rosa Espa?a no vio tan claro la posibilidad de ir a una residencia. Ten¨ªa 81 a?os, era soltera y viv¨ªa sola en un piso de Vallecas. Los vecinos le dec¨ªan que vendiese la casa para pagarse una residencia. "A veces estaba de acuerdo en ir all¨ª y a veces no", cuenta su hermano Severo, vecino de Rosa. "En la residencia estar¨ªa mejor atendida -¨²ltimamente hablaba sola- y con gente de su edad", a?ade.
El pasado viernes la encontraron con la cortina del sal¨®n atada al cuello. Seg¨²n la mayor¨ªa de los vecinos, fue un suicidio totalmente inesperado.
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