Cuando la paz pas¨® por Madrid
El origen del conflicto ¨¢rabe-israel¨ª se sit¨²a en 1948 con la creaci¨®n del Estado de Israel por las Naciones Unidas y la negativa del mundo ¨¢rabe a aceptar la partici¨®n de Palestina establecida en la resoluci¨®n 181. El conflicto se ha agravado posteriormente como consecuencia del expansionismo israel¨ª, la utilizaci¨®n interesada del problema por parte de muchos pa¨ªses ¨¢rabes y el bloqueo del Consejo de Seguridad, a consecuencia de la tensi¨®n Este-Oeste y la guerra fr¨ªa.Los resultados est¨¢n a la vista de todo el mundo: cinco guerras en 1948, 1956, 1967, 1973 y 1982, a las que hay que a?adir una revuelta popular -la Intifada- y la agresi¨®n de los misiles Scud sobre Israel durante el reciente conflicto del Golfo. Se ha instalado, pues, en la ribera oriental del Mediterr¨¢neo un foco permanente de tensi¨®n que afecta muy negativamente los grandes intereses que Europa tiene en esta regi¨®n, sean estrat¨¦gicos y de seguridad o comerciales y de dependencia energ¨¦tica.
La soluci¨®n de este problema exige -como paso previo- conciliar el derecho israel¨ª a la seguridad con el derecho palestino a la autodeterminaci¨®n. Sin embargo, en los ¨²ltimos tiempos han ocurrido una serie de hechos que introducen modificaciones sustanciales en el escenario del conflicto:
- En primer lugar, la Intifada, que si por un lado prueba que la inseguridad de Israel ha aumentado en vez de disminuir con la ocupaci¨®n de territorios, por otro ha inducido a la Organizaci¨®n de Liberaci¨®n de Palestina a la moderaci¨®n, plasmada en los acuerdos del Consejo Nacional Palestino de Argel de 1988, luego ratificados por la Cumbre ?rabe de Casablanca.
- En segundo lugar, la distensi¨®n entre el Este y el Oeste ha alterado los equilibrios -o desequilibrios- de la regi¨®n, que deja de ser un escenario para el enfrentamiento ideol¨®gico, lo que altera sustancialmente el valor estrat¨¦gico de ciertos pa¨ªses.
- Finalmente, Occidente se ha visto obligado a reaccionar ante las acusaciones de "doble moral" que le lanz¨® el presidente iraqu¨ª Sad¨¢m Husein durante la guerra del Golfo.
La propia sensaci¨®n de vulnerabilidad que ha experimentado Israel durante esta guerra, al asistir a la impune ca¨ªda de misiles iraqu¨ªes sobre su reta guardia, ha reforzado el convencimiento, de algunos ¨ªsrael¨ªes de que la paz no reside en la mayor profundidad estrat¨¦gica que puede conceder la ocupaci¨®n de algunos kil¨®metros cuadrados -por escaso que sea el propio territorio nacional-, sino en las relaciones de paz y amistad con sus vecinos.
Como consecuencia de estos acontecimientos se ha producido lo que ahora se llama "ventana de oportunidad", que ha permitido convocar en Madrid la Conferencia de Paz de Oriente Pr¨®ximo, sobre la base de unos t¨¦rminos de referencia trabajosamente negociados por el secretario de Estado norteamericano James Baker a lo largo de los ¨²ltimos ocho meses. Si la conferencia ha podido reunirse, no es s¨®lo por el momento en que se ha convocado. Es tambi¨¦n porque el llamado Plan Baker -que hace el n¨²mero 58 de los ideados desde 1948- ha tenido la habilidad de combinar los aspectos internacionales que exig¨ªa la parte ¨¢rabe con el enfoque bilateral que siempre han pretendido los irael¨ªes, quienes, adem¨¢s, han obtenido otras satisfacciones, como la exclusi¨®n formal de la OLP del proceso negociador.
La elecci¨®n de Madrid
Cabe especular sobre las razones por las cuales se eligi¨® Madrid para sede de la conferencia de paz. Probablemente influyeron las buenas relaciones que nuestro pa¨ªs mantiene con las partes y con los copatrocinadores norteamericano y sovi¨¦tico, junto con una pr¨¢ctica diplom¨¢tica y pol¨ªtica que podr¨¢ gustar m¨¢s o menos, pero que es respetada por todos, particularmente desde que Espa?a desempe?¨® la presidencia de la Comunidad Europea y logr¨® un mayor perfil en nuestra actuaci¨®n en Oriente Pr¨®ximo.
La Conferencia de Madrid ha tenido dos fases claramente definidas: el plenario y el arranque de las negociaciones bilaterales entre las partes. La primera no ofreci¨® grandes sorpresas: despu¨¦s de arduas discusiones sobre la forma de la mesa, el orden y la duraci¨®n de las intervenciones, los discursos p¨²blicos se limitaron a repetir de manera un tanto maximalista las posturas ya conocidas. La conferencia suspendi¨® sus trabajos con la admonici¨®n del secretario de Estado Baker de que por muchos que sean los esfuerzos que terceros hagan, la paz s¨®lo podr¨ªan hacerla aquellos que estaban sentados en la mesa y no otros.
Se desarrollaron entonces fren¨¦ticas negociaciones dirigidas a restablecer un m¨ªnimo consenso que permitiera el inicio de la segunda fase de la conferencia, la de las negociaciones bilaterales. Israel no era partidario de hacerlo en Madrid, pues quer¨ªa desvincular esta segunda fase bilateral de un plenario que para este pa¨ªs s¨®lo ten¨ªa valor protocolario. Por el contrario, la parte ¨¢rabe insist¨ªa en continuar en esta ciudad para afirmar precisamente la dependencia de las, bilaterales con respecto al plenario.
Hizo falta toda la capacidad de persuasi¨®n y de presi¨®n de los copatrocinadores -particularmente, norteamericanos- para salvar la situaci¨®n con una f¨®rmula de compromiso, que acab¨® siendo aceptada por todos. Consist¨ªa en la iniciaci¨®n en Madrid de la fase bilateral en conversaciones separadas, pero consecutivas y bajo un mismo techo. El resultado es satisfactorio en la medida en que se ha desbloqueado el camino, aunque haya que reconocer que no se han producido acuerdos de sustancia durante estos contactos. Tan s¨®lo en el caso del encuentro entre israel¨ªes y jordano-palestinos cabe destacar el acuerdo de continuar los contactos con una delegaci¨®n palestina independiente, con vistas a llegar a arreglos de autogobierno interino sobre la base de las resoluciones 242 y 338 del Consejo de Seguridad.
Los copatrocinadores deber¨¢n hacer ahora propuestas concretas en relaci¨®n con la continuaci¨®n de estas negociaciones -a ser posible antes del 15 de diciembre-, cuya suerte est¨¢ vinculada tambi¨¦n al inicio de las negociaciones multilaterales, que, seg¨²n los t¨¦rminos acordados con anterioridad a la Conferencia de Paz, deber¨ªan reunirse a los 15 d¨ªas de su inauguraci¨®n. El secretario de Estado Baker, en su discurso de clausura, reconoci¨® sin embargo que se necesitar¨ªa "varias semanas" para ello. Los palestinos acaban de anunciar que se reunir¨¢n con los israel¨ªes el 4 de diciembre en Washington. Las negociaciones multilaterales podr¨ªan iniciarse en Europa, aunque la discusi¨®n al respecto sigue abierta.
Una cuesti¨®n compleja que se plantea ahora es la de la relaci¨®n entre las negociaciones bilaterales y las multilaterales: frente a los que favorecen el paralelismo entre unas y otras (Israel, EE UU) est¨¢n los que creen que las multilaterales exigen "avances sustanciales" previos en el plano bilateral (Siria).
Una evaluaci¨®n positiva
La evaluaci¨®n de conjunto de la reuni¨®n de Madrid debe ser positiva. Por un lado se han en frentado con ¨¦xito las complejas cuestiones de organizaci¨®n, log¨ªstica y seguridad que exig¨ªa una reuni¨®n de esta magnitud. Por otro, se puede hablar, de un ¨¦xito diplom¨¢tico por tres razones: se ha puesto fin al tab¨² de que las partes enfrentadas des de hace 43 a?os no pod¨ªan hablarse directamente las unas a las otras; se ha evitado un fracaso que pod¨ªa haber pasado a la historia como la "ocasi¨®n perdida" de Madrid; y en la capital espa?ola se ha iniciado la etapa bilateral de la negocia ci¨®n, con la cual la conferencia de paz ha dado paso a un ver dadero proceso de paz.
A partir de este momento, la participaci¨®n de Espa?a deber¨¢ enmarcarse en el seno de la cooperaci¨®n pol¨ªtica europea, pues la Comunidad se dispone a tomar parte activa en la fase multilateral de las conversaciones. A estos efectos se ha creado ya en Bruselas un grupo de coordinaci¨®n comunitaria -en el que Espa?a est¨¢ naturalmente integrada- para estudiar la forma en que Europa puede contribuir al afianzamiento del' proceso de paz.
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