El miedo no queda atr¨¢s
El buque italiano 'Palladio' zarpa de Dubrovnik con 890 refugiados a bordo
Los evacuados de Dubrovnik no dejan el miedo atr¨¢s. El temblor de manos de una mujer de casi 60 a?os aferrada al brazo de su marido lo atestigua. Un enorme miliciano montenegrino mira de arriba a. abajo a la consternada pareja y rechaza el certificado de invalidez permanente que muestra el hombre. Es su ¨²nico pasaporte hacia el exilio, ya que, por poco, no re¨²ne las condiciones de edad -menos de 18 a?os o m¨¢s de 60- que las autoridades de Belgrado y Dubrovnik exigen a los hombres para salir de la ciudad sitiada. La mujer respira con dificultad.
Esto ocurri¨® sobre las 11 de la ma?ana de ayer en la recepci¨®n del buque Palladio, fletado por el Estado italiano. El barco hab¨ªa zarpado de Dubrovnik sobre las 7.30 horas, con 890 personas a bordo, y, a las 11, se encontraba anclado en la rada del puerto de Zelenica, en Montenegro, hacia el que Belgrado desv¨ªa a estos barcos de ayuda humanitaria para controlar su carga.En un ¨¢ngulo de la misma sala, otro miliciano mantiene en jaque a tres personas. Una de ellas es un joven sordomudo, que tal vez no lo fuera tanto; las otras, su hermana, embarazada, y su madre, que igualmente tiembla y llora. El tono del militar es insufrible. Est¨¢ empe?ado en que el joven sea trasladado a tierra para que lo examine un m¨¦dico de su base. No le convencen los certificados que lleva. Si el examen fuera negativo, el joven croata ser¨ªa incorporado a las tropas federales que cercan su ciudad desde hace 56 d¨ªas. El miliciano s¨®lo se distrae de su empecinamiento para pedir el pasaporte a un periodista italiano que, por lo visto, le huele a croata.
Un tercer caso que ayer motiv¨® la retenci¨®n del Palladio en Zelenica durante m¨¢s de dos horas careci¨® de cualquier fundamento. El polic¨ªa de turno decidi¨® que se apartara a un joven profundamente afectado por el s¨ªndrome de Down y ¨¦ste hubo de salir al recinto de investigaciones, llevado por una madre claramente inquieta. Los milicianos, todos ellos de m¨¢s de 1,90 metros de altura, miraron unos instantes y regresaron inmediatamente a su puesto. Era claro que no los necesitaban.
Al final, todos los pasajeros pudieron seguir su viaje, gracias a una decisi¨®n del comandante local de la Marina, autoridad federal que se mostr¨® m¨¢s flexible que los polic¨ªas locales. Los refugiados salieron de sus cabinas, donde hubieron de permanecer recluidos durante la inspecci¨®n, y recuperaron el dinero e incluso joyas que hab¨ªan entregado apresuradamente a algunos periodistas. Ten¨ªan miedo de que los soldados se los quitaran.
Esta ¨²ltima oleada de evacuados de Dubrovnik se diferencia de las anteriores porque sus componentes eran mayoritariamente de clase media y media alta. Gente como Dubranka Tomicic, propietaria de una tienda de camisas de la ciudad de veraneo, que dice que no acaba de entender lo que le est¨¢ pasando. "Todo ha sido tan repentino. Casi sin saber c¨®mo nos hemos encontrado sin luz ni agua. Mi marido lucha, pero no s¨¦ d¨®nde est¨¢. Fue ¨¦l quien me hizo llegar un mensaje dici¨¦ndome que me marchara enseguida. Y me preocupa sobre todo mi hija, porque ella s¨ª que no entiende nada y se siente desplazada". La ni?a, de cuatro a?os, juega junto a la mesa del bar en que se sienta su madre.
Ad¨®nde ir
Dubranka, de menos de 30 a?os, dice que odia "al Ej¨¦rcito yugoslavo por lo que nos ha hecho". Y no sabe ad¨®nde ir. El barco ten¨ªa previsto dejar hoy a los refugiados en Rijeka, al norte de Croacia, pero los que huyen de Dubrovnik creen que all¨ª tambi¨¦n llegar¨¢ la guerra.
Dubranka llora, como lo hace otra mujer de unos 45 a?os que se sienta cerca de ella. Ha dejado en Dubrovnik a su marido, de 50 anos, y a su hijo menor, de 18. Viaja con su madre, un prototipo de anciana campesina, y con dos hijas, de 14 y 12 a?os, respectivamente. Quiere llegar a Grenoble (Suiza), donde tiene familia.
Pero lo que m¨¢s abundaba en este ¨²ltimo viaje del Palladio eran los ni?os de todas las ciudades y los adolescentes de ambos sexos, incluidos unos hermanos gemelos que visten ropas de estilo militar y cruces gamadas. Muchos hab¨ªan llorado al dejar a su padre en tierra, pero luego se encog¨ªan de hombros, como hace Miso, de 13 a?os, cuando se le pregunta si lo que le est¨¢ pasando es bueno o malo para ¨¦l. Lo m¨¢s previsible es que los serbios quieren hacerse con una ciudad que quedar¨¢ pr¨¢cticamente despoblada de croatas. Dubrovnik ha perdido m¨¢s de 5.500 habitantes en los ¨²ltimos 13 d¨ªas. Le quedan unos 30.000, casi un tercio de su poblaci¨®n habitual, pero el pasillo humanitario franco-italiano seguir¨¢ funcionando, gracias a los esfuerzos de Staphan de Mistura, el director general de la Unicef, que ha hecho de Dubrovnik su segunda casa. Los federales, y esto parece significativo, impiden ahora la evacuaci¨®n de heridos porque piensan que todos son de guerra, pero trataron al Palladio mucho mejor ayer, cuando regresaba cargado de refugiados, que cuando lo inspeccionaron en el viaje de ida. As¨ª lo confirmaron los funcionarios del Ministerio para la Inmigraci¨®n italiano que acompa?an estas misiones humanitarias.
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