El 'europesimismo' domina Francia
La CE comienza a ser vista como una amenaza a la identidad del pa¨ªs
JAVIER VALENZUELA La luna de miel entre Francia y la construcci¨®n europea termin¨® hace cierto tiempo, aunque a¨²n no ha llegado la hora del divorcio. En Francia reina ahora el denominado europesimismo. El presidente, Fran?ois Mitterrand, y las ¨¦lites del pa¨ªs siguen militando en el partido europe¨ªsta. Piensan que los Doce deben caminar en Maastricht lo m¨¢s lejos posible por las sendas de la uni¨®n pol¨ªtica, econ¨®mica y monetaria. Pero el pueblo anda remol¨®n. Por primera vez, la Comunidad Europea empieza a ser vista como una amenaza para la identidad francesa.
En el reciente debate en la Asamblea Nacional sobre Maastricht, el ministro de Asuntos Exteriores, Roland Dumas, dijo que Francia no piensa renunciar a su armamento nuclear, su derecho a veto en la ONU, su independencia para hacer la paz o la guerra y sus responsabilidades en el mundo franc¨®fono. Era una respuesta al diputado neogaullista Philippe Seguin, que, en ?Despierta, Francia! un art¨ªculo publicado por Le Figaro, hab¨ªa clamado contra "los abandonos de soberan¨ªa que se preparan".Seguin recordaba que D'Artagnan -el personaje hist¨®rico en el que se inspir¨® Alejandro Dumas para componer su mosquetero- muri¨® en el a?o 1673 delante de las murallas de Maastricht. "Ojal¨¢ que el nombre de esa ciudad holandesa no se asocie pronto a un nuevo episodio doloroso para la memoria colectiva de los franceses", escribi¨® el diputado.
En el debate que sigui¨® a la declaraci¨®n de Dumas, los parlamentarios se dividieron entre los que expresaron su deseo de "m¨¢s Europa" y los que afirmaron que ya hay "demasiada Europa". Los partidarios de Val¨¦ry Giscard d'Estaing coincidieron con los socialistas en el deseo de "una Europa federal con una pol¨ªtica exterior com¨²n y una moneda ¨²nica". Los neogaullistas se vieron reforzados por los comunistas en su rechazo a "una Europa en la que Francia pierda lo que le queda de independencia".
Y, sin embargo, la clase pol¨ªtica francesa no ha roto oficialmente el consenso europe¨ªsta expresado en la segunda mitad de los ochenta en torno al Acta ¨²nica, documento negociado por un Gobierno socialista y ratificado por un Parlamento de derechas. El pasado junio, los acuerdos de abolici¨®n de fronteras de Schengen todav¨ªa fueron ratificados por una aplastante mayor¨ªa de 495 diputados de todas las tendencias.
En las v¨ªsperas de Maastricht, la gran pregunta que se formulan los analistas de la situaci¨®n francesa es la de si ese consenso durar¨¢ a¨²n mucho tiempo o si, por el contrario, las crecientes reticencias de la opini¨®n p¨²blica a la idea europea terminar¨¢n por romperlo. "La euforia europe¨ªsta que acompa?¨® la firma del Acta ¨²nica y la perspectiva del Mercado ¨²nico de 1992 han dado paso en los ¨²ltimos tiempos a cierto europesimismo", afirma Pierre Servent en Le Monde.
Numerosos franceses se preguntan si no han ido demasiado lejos al renunciar a parte de su independencia monetaria al ligar el destino del franco al marco o al abrir su pa¨ªs a los flujos internacionales de capitales y permitir que el italiano Agnelli compre el agua mineral Perrier y el vino Chateau-Margaux.
Hegemon¨ªa alemana
Esos franceses -un abanico que va del extraparlamentario y ultraderechista Frente Nacional a los amigos del ex ministro socialista Jean-Pierre Ch¨¦v¨¨nement- no encuentran razones para seguir perdiendo su identidad en aras de lo que creen hegemon¨ªa de los intereses alemanes y los valores anglosajones. A nivel popular, ese sentimiento se expresa en el temor a que la CE acabe con los quesos franceses. Jules Vignon, un artesano normando del queso camembert, dice escandalizado: "Bruselas quiere cargarse todos los quesos realizados con leche cruda. ?Los mejores quesos franceses!". Seg¨²n Vignon, las amenazas de la Comisi¨®n de Bruselas sobre muchos camembert o munster se basan en "los criterios anglosajones, que identifican salubridad con esterilidad".
Elisabeth Guigou, la ministra de Asuntos Europeos, se esfuerza por combatir el discurso que convierte a Bruselas en el chivo expiatorio de todos los males franceses'. En todas las queser¨ªas del pa¨ªs -y hay millares- se recogen firmas en defensa de los quesos nacionales. Hace unas semanas, m¨¢s, de 200.000 agricultores se manifestaron en Par¨ªs afirmando que Bruselas no s¨®lo pretende hundir los quesos, sino tambi¨¦n las carnes de Francia.
En el debate parlamentario sobre Maastricht, el diputado Philippe Seguin profetiz¨®: "No tendremos m¨¢rgenes para una pol¨ªtica monetaria. y presupuestaria nacionales, como ya no los tenemos para una pol¨ªtica industrial nacional. Recuerden el caso De Havilland". A comienzos del pasado octubre, la Comisi¨®n Europea impidi¨® a la sociedad francesa A¨¦rospatiale comprar la compan¨ªa aeron¨¢utica canadiense De Havilland. Ese veto, inspirado por el comisario brit¨¢nico Leon Brittan, marc¨® quiz¨¢ el final de la luna de miel de Francia con la construcci¨®n europea.
Para muchos franceses, el ultraliberal Leon Brittan personaliza un poder abstracto y lejano -Bruselas- empe?ado en que Francia cierre el grifo de las subvenciones a la industria nacional o anule la pol¨ªtica de cuotas que protege al cine. "De continuar triunfando las tesis de ese arist¨®crata ingl¨¦s", protesta el -diputado comunista Jean-Claude Gayssot, "los franceses comer¨¢n quesos alemanes, viajar¨¢n en coches japoneses y ver¨¢n pel¨ªculas norteamericanas".
Francia es un pa¨ªs construido y sostenido por un Estado fuerte, racional e igualitario. "Debilitar ese Estado", dice el fil¨®sofo R¨¦gis Debray, "es debilitar la noci¨®n misma de Francia". Y todo lo que ahora est¨¢ ocurriendo -triunfo universal del liberalismo anglosaj¨®n, construcci¨®n de la Europa supranacional e incluso la propia descentralizaci¨®n interna en Francia- debilita ese Estado.
El ministro socialista de Industria, Dominique Strauss-Kahn, acaba de pedir a la Comisi¨®n Europea un "respeto por la tradici¨®n francesa de un Estado con una activa pol¨ªtica industrial y de una econom¨ªa con un peso importante del sector p¨²blico". Esa tradici¨®n, seg¨²n Strauss-Kahn, est¨¢ amenazada por el dominio en el seno de la Comisi¨®n de "los criterios anglosajones m¨¢s ultraliberales".
Fin de la luna de miel
Si la luna de miel entre Francia y la CE termin¨® con el caso De Havilland, el comienzo de su fin se remonta a la ca¨ªda del muro de Berl¨ªn y la reunificaci¨®n de Alemania. Dado que entre 1870 y 1945 los alemanes invadieron en tres ocasiones su pa¨ªs, muchos franceses suscrib¨ªan aquella c¨¦lebre exageraci¨®n: "Quiero tanto a Alemania que prefiero que existan dos". Al reunificarse, Alemania se hizo demasiado grande, y la c¨¦lebre pareja Par¨ªs-Bonn, locomotora de la construcci¨®n europea, se desequilibr¨® irremediablemente. Eso despert¨® un inmediato. sentimiento de inseguridad colectiva.
Ahora, uno de los argumentos de m¨¢s peso de los europe¨ªstas franceses, un argumento de pasillos, impronunciable en p¨²blico, es el que afirma que las uniones pol¨ªtica, econ¨®mica y monetaria que se discutir¨¢n dentro de unos d¨ªas son imprescindibles para contener y encauzar el renacimiento alem¨¢n.
Algo est¨¢ muy claro: Francia no acude a la cumbre de Maastricht con el entusiasmo que deber¨ªa corresponder a uno de los grandes padrinos de la construcci¨®n europea.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.