La ¨²ltima estrella

Algunos poetas escriben para que un m¨²sico ponga ritmo a sus palabras. Elliott Murphy elimina barreras y se convierte, con cada nueva canci¨®n, en el ¨²ltimo gran cronista del rock. Dylan parece enloquecido, a Springsteen le ha engullido la industria: y Tom Waits se evapora en sue?os demasiado complejos. Deber¨ªa ser la hora del ¨¢ngel rubio de Nueva York, el hombre que mejor. ha sabido aguantar la presi¨®n del negocio discogr¨¢fico.Murphy se present¨® en Madrid sin su guitarra el¨¦ctrica y con una nueva banda. Le acompa?aba su inseparable Ernie Brooks, dos m¨²sicos franceses y una ac¨²stica que, al parecer, es su gran amiga en los ¨²ltimos dos a?os. Despu¨¦s de un tema en solitario, con,arm¨®nica, interpret¨® Just a history from America. Poco importaba ya que la bater¨ªa sonase como una mala digesti¨®n, o que se confirmasen una vez m¨¢s las teor¨ªas que colocan a Murphy en la lista de maravillosos perdedores. Con el paso de minutos y canciones el sonido mejor¨¦, y se pudo entender a la perfecci¨®n la letra de canciones tan redondas como Drive all night o Rock ballad.

Para cerrar la noche el ¨²ltimo poeta de autopista toc¨® Anastasia, con una el¨¦ctrica de 12 cuerdas, y una acelerada versi¨®n del cl¨¢sico Route 66. Una nueva lecci¨®n de honestidad, de casi dos horas de duraci¨®n, que entusiasm¨® al p¨²blico.